La memoria siniestra del ‘Panadero’
“¡Papá, usted por qué mató tanta gente; eso no se hace. No vuelva a coger un arma jamás, no vuelva a matar!”
Había entrado en esa fase de la guerra del asfalto, donde los vecinos quieren saber qué pasó en la esquina, qué le ocurrió al tendero, si atropellaron en el centro a la señora de al lado cuando iba de compras, si asaltaron a un cliente bancario cuando retiró la platica que ahorró para la inicial de la casa, las quejas de los líderes comunitarios porque hace años no tapan un hueco en su barrio.
Llegué a pensar que había olvidado detalles de dos décadas aciagas en Santander. Hasta que sonó el teléfono un día a las 5:30 de la mañana y la emisora Q’hubo radio estaba al aire. ¡Tenemos un oyente: Quéjese!
Al otro lado el temible ‘Panadero’. Mario Jaimes Mejía.
Entonces me regresé casi 16 años. Retorné a la búsqueda de noticias, a aquella Barrancabermeja que no dormía, que se despertaba sobresaltada por un bombazo, el zumbido de un cilindro que cae en una casa cercana al Batallón y deja convertido en un pedazo de carne a un parroquiano cualquiera, el tableteo de las armas automáticas en manos de los paras, los ‘faruchos’ o los ‘epelos’, la llegada de camiones repletos de camuflados a los barrios populares del puente elevado para allá, con enmascarados dando dedo, señalando mientras corría gente de un lado a otro, en el frenesí de no caer, porque aquello era una muerte segura a mano de los paramilitares … La masacre del 16 de mayo de 1998.
Escucharlo fue como sacudirle un sonajero a un bebé que duerme, despertar de forma abrupta de un pasado reciente que todavía duele como llaga sin cura.
En el Puerto Petrolero, su tierra, dicen que anda llamando a diestra y siniestra, afanado porque podría perder los beneficios de la Ley de Justicia y Paz que redimiría muchos años de pena por tantas vidas arrebatadas, por colaboración.
Pero la advertencia de que el secuestro y violación de la periodista Jineth Bedoya ocurrido el 25 de mayo del 2000 cuando ingresó a la Cárcel Modelo de Bogotá a realizar un trabajo periodístico podría frenar en seco la salida que ya ve cerca lo ha hecho hablar.
Aquella acción, aparentemente ordenada por los extintos Miguel Ángel Arroyabe y Ángel Custodio Gaitán, fue declarada como crimen de lesa humanidad. Y eso no tiene rebaja.
“Estoy a 11 meses de la libertad. Yo no hablé con una guardería, ni con pela’os, hablé con el Gobierno, me comprometí, más que con ellos, conmigo mismo. Si pudiera devolver el tiempo no volvería por lo mismo, porque fue cruel, sé que fue así; pero hay políticos, como Aristides Andrade, sueltos por ahí, como si nada. Él mandó a matar al ingeniero David Núñez Cala y anda fresco”.
Hay rabia en cada frase, porque, desde su perspectiva, un crimen en la capital petrolera merece más sanción con equidad contra quienes ‘equilibraban’ la balanza social en esa región de Santander, ordenando la muerte de sus adversarios políticos.
Matanza en la Modelo
Eso pareciera ofenderlo más que haber ejecutado una matanza. Y en esa ‘ira’ recuerda que ha corrido sangre a mares, incluso en las cárceles, como ocurrió en la Modelo de Bogotá a donde llegó, dice él ‘trasladado de zona’, porque eso fue su presidio, un simple cambio de área. Dejar de matar en el monte, para recuperar aquella prisión por orden de Carlos Castaño.
“Hubo medio centenar de muertos en la masacre de la cárcel Modelo de Bogotá. Allá llegué como si me hubieran trasladado de área de operaciones, no preso, sentí que me habían trasladado. El Comandante Castaño (Carlos Castaño Gil) dijo que teníamos que recuperar esa cárcel y se hizo. Metimos fusiles, armas automáticas, teníamos un frente allá adentro, éramos unos 300 hombres. Matamos a 57, el Inpec legalizó sólo treinta y pico de muertos y no pasó nada, no pasa, eso al Gobierno como que no le interesa.
“Sacaron gente picada en la ‘aguamasa’ de la cárcel (desperdicios o comida para cerdos), picaron gente y la echaron a las cañerías; cinco mujeres que estaban adentro aparecieron por allá por Soacha muertas. Hay desaparecidos de esa masacre en la cárcel y de eso no han dicho nada… Ahora hay poderosos diciendo que yo miento, que me retracté, que cambié de opinión. Jamás. He dicho la verdad y en eso estoy, por más que duela…”
Sí, duele. ¿A él nada más? Eso sólo el ‘Panadero’ lo sabe, de seguro sí a los familiares de quienes perecieron en la masacre de Barrancabermeja, a los allegados de los muertos de la Modelo, del Concejal de Rionegro acribillado en una esquina del pueblo, epílogo de la vida libre de Jaimes Mejía, preso hace 16 de sus 47 años. Les duele a sus 6 hijos.
¿Por qué habla ahora el ‘Pandero’?
-Porque el proceso mío lo están manejando como cosa política, como Aristides Andrade es compadre de Serpa Uribe, hablan cosas que le convienen a su compadre del Fila. Mi compromiso es decir la verdad. Andan buscando testigos falsos en las cárceles con David Ravelo y alias “Renzo”. Yo no tengo plata para pagar un ‘pool’ de abogados.
Llevo 16 años preso, hice un compromiso con los excomandantes para colaborar con el Gobierno, con Justicia y Paz, pero más que todo con las víctimas, no se trata de mentiras, es decir la verdad.
¿Qué verdades ha dicho el Panadero?
-¡Todas!
Podría enumerarlas. La masacre del 16 de mayo en Barrancabermeja... por ejemplo.
-La organicé y la ejecuté. Pero en el caso de Jineth Bedoya no acepto, porque hizo un trabajo muy bueno allá en la cárcel, no la distinguí; ella se metió con un poder muy grande: Miguel Arroyabe y Ángel Mahecha. Yo participé en la masacre en la cárcel de la Modelo, eso fue peor que el Palacio de Justicia. Hay gente desaparecida, pero se hacen de la oreja gacha.
-Hubo más de 57 muertos y el Inpec apenas legalizó 32. No sé que hicieron con el resto de cadáveres. Corro peligro en las cárceles, pero por ese compromiso de decir la verdad he dicho todo. Cosas que nadie sabía, ¿si ve?
Pero la Justicia dice que hay testigos.
- Andan diciendo que el ‘Panadero’ mintió. Están pegados de un menor de edad que para el año 2000 tenía 9 años, jamás he nombrado a ese muchacho ni que haya participado en la muerte del ingeniero David Núñez Cala. A David Ravelo Crespo, que está preso, lo han nombrado alias “Gavilán” y mucha gente más, además ya ha estado preso por rebelión y está en la Picota. Ese no es una mansa paloma. Lo nombré por la muerte de David Núñez Cala.
¿Y por qué Aristides Andrade?
-Porque ahora dice desde la clandestinidad, prófugo, que no ha participado en reuniones. Claro que sí, con el comandante ‘Jorge’ en el barrio 20 de Agosto, lo acompañamos, no sabíamos a qué íbamos y por una ventana los vigilábamos y ahí estaba Andrade, con 4 personas más; era una reunión de 20 minutos, escuchamos y nos fuimos.
¿Qué les diría a las víctimas de la masacre si lo estuvieran oyendo?
-Que algún día les quepa en el corazón un pedacito donde me puedan perdonar, antes de morirme, porque quién sabe si al salir me asesinen. ¿Y los 25 desaparecidos de la masacre?
-Se quedaron con ellos, no supe qué hicieron... Yo era un títere de la gente del grupo al que pertenecí.
TODA LA VIDA EN LA GUERRA
Estoy arrepentido, desde que me metí a la guerrilla, como a los 20 años. Pagué el servicio militar y me metí a la guerrilla por miedo a que me mataran. Me salí, puse un almacén de ropa, zapatos en Girón, me iba bien, pero la guerrilla vino a matarme porque dizque me había infiltrado. Me tocó comprar armas, y mi capital no daba para mantener la guerra con ellos. Empecé a tener contacto con la fuerza pública, el Ejército, hasta que conocí a Camilo Morantes en las Ausac.
Conoció a alguien más arriba, a Castaño?
-No… diría mentiras.
¿Quién era su jefe directo?
-Morantes.
¿A quién más conoció?
-A Julián Bolívar, pero de vista.
¿Quién ordenó la masacre de Barranca?
-Camilo Morantes, porque había mucha gente inconforme porque la guerrilla los tenía cansados. Un coronel del Batallón Héroes de Majagual iba a donde Camilo a decirle que lo tenían cansado, que no dejaban de atacar, de fregar… En una tomata entre varias personas con Morantes, salió la masacre… tomando. Pero como le dije, lo de la Modelo fue peor que el Palacio de Justicia, solo que como allá los que murieron fueron bandidos como yo, al Gobierno no le ha interesado eso.
¿Cuántos hijos tiene usted?.
-¡Seis!
¿Y todos saben de su vida?
-Claro, hasta el de 8 añitos. Ellos son los que me dicen: Papá prometa que no vuelve a coger un arma para quitarle la vida a nadie.
¿Si le dijeran que sale mañana a primera hora, qué haría?
-Salgo y me meto a una embajada a que me den asilo político para irme de Colombia
¿Y usted cree que está cerca ese momento…?
Así es, porque creo en la palabra del Gobierno, en la Justicia de Colombia, en la Rama Judicial, en el Fiscal General de la Nación; Montealegre sabe que estoy diciendo la verdad”.
Sus palabras siguen, son un decálogo de muerte. “Allá hay muchas víctimas, ojalá pudiera contar en un libro las cosas que han pasado. Pero nadie se acuerda de ellos…”
Esa es la idea, ser la memoria de quienes no deben olvidar o de quienes jamás deben repetir el holocausto…