Son las seis de la mañana y como si fuera una cita, inaplazable y rutinaria, Julián David Joya timbra en la casa de Luchy y Max, una criolla y un pitbull, los dos primeros caninos que recoge para llevara pasear. Ella sale un poco más contenta que él, quien se caracteriza por ser más perezoso para dar los primeros pasos del día y emprender la ruta para su matutino paseo. Junto a ellos también va Tomy, la mascota de Julián David
Lleva un poco más de un año en esta labor. Estudia Dibujo en Comfenalco, mientras retoma el próximo año su carrera de Diseño Gráfico en la Universitaria de Investigación y Desarrollo, UDI, la cual suspendió hace más de año y medio por problemas económicos en su casa. Asegura que cuando empiece a estudiar continuará con su oficio, pues no solo lo ve como un negocio, sino como una oportunidad para compartir con estos animales domésticos, que no son solo una buena compañía, sino que además, evidentemente, muestran lo inteligentes y entendidos que pueden llegar a ser.
Metros más adelante pasa a buscar a Onassis, una perrita criolla de tan solo ocho meses, pero muy juiciosa y calmada. Así poco a poco va armando la primera manada, para llevarlos a pasear, jugar y compartir.
“Un día vi a un muchacho paseando perros, pensé que también podía hacerlo, pues me gustan los animalitos. Me fui para mi casa, diseñé un cartel, puse mi teléfono de contacto y lo pegué por diferentes partes de Provenza. Inicié paseando una perrita, actualmente hago tres rutas y en cada una llevo aproximadamente entre siete y ocho animalitos”, cuenta el paseador de perros que ya también recoge mascotas en Fontana, San Luis y Diamante.
El recorrido continúa y a la manada ya se unió Jerónimo, otro pitbull, dominante, igual que Max, por eso la relación entre los dos no es de amistad, aunque ya aprendieron que deben ir en la misma ruta; pero en un comienzo tuvieron diferencias, que con la disciplina que les impuso su líder han logrado estar en el mismo grupo.
El paseador de perros explica que solo lleva dos animales con personalidad dominante, junto a otros enérgicos, amigables, sumisos y malgeniados, “sin van tres o más ya es zona roja, y una pelea de perros es cosa seria”. Recuerda que en una oportunidad fue testigo de una y la única alternativa fue amarrar al resto de la manada y meterse en medio de los dos caninos para separarlos, “es un riesgo. Los llevo juntos, pero cada uno por separado”.
También opta por no sacar las perritas cuando están en celo, “pues los machos perciben este estado, se alborotan y se impacientan. Es un lío”.
El último de esta ruta es Toby, un golden, amigable y sociable cuando se lo entregan a Julián; solo inicia la ruta hasta que ‘saluda’ a sus amigos, lo que es poco agradable para Max, quien le ladra en busca de pelea, pero su compañero lo ignora; indudablemente no le gustan las riñas.
Una labor en crecimiento
La labor de paseador de perros es una tendencia que toma más fuerza en nuestra ciudad, quizás porque cada día las ocupaciones impiden que sus dueños destinen algunas horas para sacar a sus mascotas a dar una vuelta, tal como lo aconsejan los médicos veterinarios, quienes insisten en que estos animalitos deben salir mínimo una vez al día. Cuando esto no se hace, el cachorro es sometido a momentos de estrés, depresión y aislamiento. Lo mismo piensa Julián David, quien afirma que para muchos dueños los perros no son un miembro más de casa, por eso son indiferentes ante sus necesidades y comportamientos.
“Las personas deben comprender que ellos no son un adorno de la casa, al contrario, se les debe brindar amor y atención. No solo son las mascotas de casa”, dice.
A medida que avanza la ruta, Julián David disminuye su andar, porque algunos de los cachorros alzan la pata para orinar o defecar, si es así su líder de grupo saca una bolsa y recoge los desechos, los deposita en una caneca que lleva cargada a sus espaldas o en una basura pública.
Las rutas para pasear los perros pueden costarle a un dueño entre dos mil y cinco mil pesos, dependiendo del tamaño del animal, pero Julián David asegura que más allá del costo del paseo, el éxito y la aceptación que se logra con el animal es por la manera como se cuidan y el cariño que se le manifiesta. Por eso él siempre llega con la mejor disposición a recoger a sus amigos de cuatro patas.
Antes de finalizar el recorrido, Julián David y su grupo paran en un parque, suelta a los más juiciosos, los deja que corran por la zona verde y les hace algunos juegos; también les busca un poco de agua para que se refresquen; después empieza la entrega a sus dueños, y poco a poco empieza a recoger nuevos perritos. Debe armar un nuevo grupo, para la segunda ruta del día. La dinámica es similar, pero asegura el joven paseador de perros, cada una la hace para que las mascotas la disfruten al máximo y pasen una hora de diversión.
Pasear perros es más que una forma de ganarse la vida, es algo más que sujetar una correa y hacer ejercicio con ellos. Hay que ser amante de estos animales, conocer sus costumbres y estar preparado para dirigir al grupo de caninos.