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Región
Domingo 10 de abril de 2022 - 12:00 PM

Video: Tráfico de niños en Santander: La lucha de una madre por salvar a su hijo de la guerrilla

Se registran 99.235 personas desaparecidas en medio del conflicto armado en el país. En Santander esta cifra alcanza las 4.234 personas. Sus familias guardan la esperanza que regresen con vida.

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Es la medianoche del quinto día de encierro. Aquí el miedo nunca miente. Ella no puede olvidar este amanecer de poco viento en Barrancabermeja. Las calles están solas esta madrugada en el barrio Chicó, ubicado al nororiente del Puerto Petrolero. Uno que otro gato deambula a su suerte en esas horas desoladas de abril. Las farolas de la calle no alumbran. Unos cuantos bombillos de las puertas de las casas lanzan un pequeño haz de luz, devorado al instante por las sombras adormecidas de este popular barrio.

La calle vibra con los gritos de Luz Dary Camargo Montealegre. Su llanto es espuela que le abre heridas al amanecer. Muchos la escuchan metidos en sus camas, pero nadie se atreve a salir a la calle. Ella, inconsolable, llora desde la puerta de su casa. Nunca antes esta mujer trabajadora, nacida en Puerto Wilches, tuvo tal sensación de desamparo. Su hijo de 14 años se marcha sin más explicaciones que las de un fusil a punto de ser disparado. La abandona sin más razones que la orden insolente de un hombre dispuesto a cometer una masacre, solo por ese orgullo mezquino que da el poder apuntar a inocentes. A pocos metros de ella está su hijo, Jhonatan Gómez Camargo. Lo quiere abrazar, pero no puede. El muchacho la mira pálido del miedo, pero resignado ya a su suerte.

- Dígale a su mamá que no haga más escándalo... – Habla enojado el comandante del Eln, acompañado de cinco hombres más. Todos vestidos de civil y portando armas de fuego.

- Mamá, váyase para adentro...

Todo lo que ocurrió a partir de entonces hace parte de un infierno en el que arde esta mujer sin compasión, todos los días, de todos los meses, desde ese abril de 1999 hasta ahora, cuando usted conoce su historia.

Desde la distancia Luz Dary examina a su muchacho con una mirada de pesadumbre. Tiene una camisa roja, que le queda un poco grande. Desde la entrada de su casa ve cómo le ordenan al niño que se suba a una camioneta, donde están otras personas. No puede identificarlos desde el lugar en que debe permanecer sin moverse, por orden de la guerrilla. Sus hermanitas atrás no compreden qué ocurre cuando el camión se aleja por los recovecos del barrio.

Ella no para de llorar. Horas después la vencerá el sueño y el cansancio. En la mañana, muy temprano se levanta sin saber qué hacer. Pasa por la cama de su hijo. Revisa su ropa, como quien lanza una atarraya en búsqueda de un recuerdo. Respira el sombrío aire de la ausencia de quien se ama, mientras sus ojos se acostumbraban a una oscuridad, que luego de 23 años, la ciega y la enreda en un manglar de desesperanza sin piedad. Una y otra vez. Aguarda, con una tibia esperanza, que su muchacho, hoy con 37 años, cruce nuevamente por su puerta y de paso le devuelva la vida. Esa que perdió, cuando Jhonatan le contó una noche que lo habían invitado a jugar en un equipo de fútbol por el talento que demostraba en la cancha.

- Mamá, me voy a meter a un equipo de fútbol y vamos a jugar...

- ¿Qué equipo de fútbol?

- Me ofrecieron jugar en un equipo por los lados del Primero de Mayo (barrio de zona nororiental de Barrancabermeja).

- No papi, usted no se meta en eso. Nosotros no tenemos plata para poner el transporte y esas cosas.

- No mami, ellos dicen que me recogen, que el partido es en la tarde...

- ¡Que no! Además, usted está estudiando a esa hora.

La conversación queda así. Pero días después Jhonatan Gómez Camargo, que cursaba octavo grado de bachillerato en el Colegio Divino Niño, a sus 14 años, va a la cancha del barrio Primero de Mayo a entrenar. Quienes lo vieron recuerdan que en medio del partido llegan unos sujetos, que nadie dijo conocer y se quedan observándolo por largo tiempo.

A los pocos días, Jairo Flórez, conocido en la barriada como ‘Jairo El Lobo’ o ‘Cara de caballo’, lo busca para proponerle ir a jugar partido en otro barrio. Acuerdan que el lunes (19 de abril de 1999) pasaría por él a su casa antes de las seis de la tarde. Usualmente el niño sale del colegio a las 5:30 p.m., así que tiene el tiempo justo para prepararse para el encuentro deportivo.

‘Jairo El Lobo’ cumple la cita y lo espera en la esquina de su casa. Jhonatan se despide de su hermana, de 20 años. Luz Dary está a unas cuadras de allí, en un pequeño taller de encuadernación y venta de libros. Una de las vecinas de la cuadra presencia cuando el niño se marcha con Jairo Flórez. Cuando se alejan caminando, la mujer se acerca donde la hermana asustada.

- Mami, ese señor que se llevó a su hermano no tiene un equipo de fútbol. Ese señor tiene malas costumbres. Dígale a su mamá que tenga mucho cuidado...

La joven decide llamar por teléfono (fijo) a su mamá. Le cuenta que su hermano, sin permiso, salió de la casa y se fue con un extraño dizque a jugar fútbol. Le narra que, según su vecina, esa persona tiene malas intenciones y no tiene ningún equipo de fútbol. Luz Dary sale rápido de su taller y busca a la vecina, que no parece dispuesta a dar muchas explicaciones sobre las circunstancias en que conoce a ‘Jairo El Lobo’. Lo único que le recomienda es que lo busque por los lados de la cancha de fútbol del barrio.

La mujer sale apresurada, pero no están allí. Camina por todos los rincones del sector. Sube y baja las calles de los barrios Versalles, Granjas y Primero de Mayo. Pregunta en cada esquina. Se mete en cada tienda abierta. Nadie da razón de ellos. Con la esperanza de que tal vez su hijo hubiese regresado, y todo fuera un mal entendido, ya tarde regresa a la casa. De camino se encuentra a un hombre, que parece escampar las horas, recostado en la pared de una casa. Cerca de donde vive ella.

- Don, qué pena, ¿usted no ha visto a un tipo con un muchacho jovencito, en pantaloneta porque iban a jugar fútbol?

- No, por aquí no he visto a nadie.

Sin saberlo. Justo en ese momento. Luz Dary está a pocos metros de su hijo. Separados por un muro de ladrillos. Luz Dary no tiene ni idea que el niño que permane inconsciente, entre botellas de aguardiente vacías, es su hijo. La mujer tampoco tiene por qué saber que él no era el único en esa habitación borracho a la fuerza.

- Llegó su hermano. – Pregunta la mujer al pasar la puerta de su casa, pasada la medianoche.

- No mami...

Obligados todos se fueron a dormir, o al menos intentarlo, porque cuando uno se ahoga en las mareas siempre turbias de la desesperación, es difícil conciliar el sueño. Al otro día, en la mañana, muy temprano, la vecina toca a la puerta de Luz Dary.

- Vecina, le voy a contar la verdad.

- ¿Cuál verdad?

Luz Dary sale de su casa como puede. Camina a toda prisa hasta llegar a la cancha de fútbol. Mira para todos lados buscando a un hombre de piel morena, de contextura un poco gruesa y algo alto. Es ese. Lo encuentra. ‘Jairo El Lobo’ está en el centro de la cancha hablando con dos muchachos. Como una leona herida camina hasta él. Lo sujeta con todas sus fuerzas de la camisa y le grita.

- ¡Hijueputaaa! Entrégueme a mi hijo, malparido. ¿Usted por qué se llevó a mi hijo?

‘Jairo El Lobo’ reacciona casi instintivamente. La golpea con su mano. Un puño la tumba. Saca de la pretina una pistola y le apunta en la cabeza a la mujer.

- ¡Vieja hijueputaaa! Cuidado llego a saber que usted dice que le recluté a su hijo. Usted no me ha visto. Usted llega a decir que fui yo, y la mato...

La mujer no tiene más opción que salir corriendo del lugar. Regresa llorando a la casa, donde está su esposo para contarle lo sucedido. En el camino toma conciencia que ya había visto a ese hombre. ¿Dónde? Lo recuerda de la noche anterior.

- ¡Papi! ¡Papi! Es él... – Exclama a su esposo, quien no es el padre biológico de Jhonatan.

- ¿Quién? –Pregunta el hombre también angustiado.

- El desgraciado que estaba anoche. Al que le preguntamos por Jhonatan de regreso a la casa. - Narra entonces la amenaza de muerte que pesa sobre ella.

- Luz Dary, por favor, no vaya más para la cancha...

Sabiendo que no puede volver donde está ‘Jairo El Lobo’, pero decidida a no rendirse para encontrar a su hijo, sale en búsqueda de su vecina. La mujer le recomienda recorrer los barrios Las Granjas y Primero de Mayo, donde tiene presencia de gente del Eln. Camina y pregunta por toda la zona, sin suerte o razón de Jhonatan. Los días siguientes son desordenados, entre el llanto y la rabia. Llega el domingo, casi se cumplía una semana de la desaparición del niño. La familia acude a misa de mediodía, buscando en las oraciones una ayuda para encontrar al muchacho. De regreso a la casa, ‘Jairo El Lobo’ la llama emitiendo un silbido, como quien llama a un perro a comer. Ella lo mira y le indica que se acerque, pero solo ella.

- No me mire.

- Dígame qué pasó con mi hijo.

Luz Dary no va a la Policía por miedo. Recorre las calles mudas de los barrios preguntado por su hijo. Busca comandantes o milicianos que le den razón de su muchacho. Pasan justo dos meses cuando Jhonatan toca la puerta de la casa. Demacrado, cansado, angustiado y con los pies hinchados. Viste ropa vieja y pide algo de comida.

Su aparición es un fogonazo entre las sombras que cubren los días de esta familia. El niño narra que esa noche de su reclutamiento forzado lo trasladan a una casa. Lo encierran con diez jóvenes más. Les dan de tomar aguardiente, hasta que perdieron la conciencia. Cuando despertaron viajaban en un chalupa por el río Magdalena. De allí caminan hasta una zona alejada de la Serranía de San Lucas, sur de Bolívar. Una noche, aprovechando la oscuridad, logra escapar. Camina toda la madrugada hasta que en una finca, una abuela le regala una muda de ropa de su esposo, una vez le narra su historia. Consigue que lo trajeran sin cobrarle en chalupa hasta Barrancabermeja. Su fusil de dotación lo lanza horas antes al río. A pesar de que está en la casa, no está a salvo. A esa hora, muy seguramente ya lo están buscando. En cualquier momento ellos rompen la puerta a patadas y bala.

Jhonatan Gómez Camargo es llevado urgente a la casa de un familiar en un barrio lejano del sector de Chicó de Barrancabermeja. Donde una tía que vive sola y se dedica a la docencia. Allí acude Luz Dary Camargo Montealegre todos los días para llevarle comida. Luego se regresaba a trabajar. Gran equivocación.

El quinto día en esa vivienda, cuando aún se recuperaba de sus heridas, el niño desaparece de la casa. Un vecino de la cuadra, que conocía a la docente, la llama al colegio.

- Profe, vengase para su casa urgente.

- ¿Qué pasó?

- Sacaron un muchacho de su casa por una de las ventanas. - La profe dejaba encerrado con candado a Jhonatan mientras iba a trabajar. Ahora no tiene más opción que darle la noticia a la mamá.

- Aló, Luz Dary, se llevaron a su hijo de mi casa...

Regresa la tortura para esta mujer y su familia. Comienzan, otra vez, a buscarlo por los barrios. A dejar razones, pero nuevamente el silencio es rey inclemente. Al llegar a la casa, una persona que no conoce los intercepta.

- No lo busquen más. Le van a llevar el muchacho a la casa.

- ¿Me lo van a matar?

- Espérelo.

A los tres días, llegan unos hombres. Le entregan a Jhonatan a la madre con la seria advertencia que él no puede salir para nada de ese lugar hasta tanto ellos no regresen.

- Usted de aquí no se puede mover hasta que nosotros no vengamos a buscarlo. ¿Entendido?

Durante cuatro días el niño comió las preparaciones que le cocinaba la mamá. Le contó en detalle las cosas que hizo cuando fue reclutado por el Eln. El último día, ella le hace una propuesta a su hijo.

- Papi, volémonos...

- No mamita. Estamos en peligro. Hasta que no venga el propio jefe, no nos van a dejar en paz. Me van a pedir cuentas, porque yo boté el fusil.

- Papi, yo pago lo que sea, con tal que no se me lo lleven. – Luego abrazó al niño con tal fuerza que pensó detener el tiempo, para que ese momento nunca terminara.

A la medianoche, del quinto día, tocan a la puerta. Se trata de seis hombres. Afuera una camioneta estacionada. Luz Dary prevé lo peor. Comienza a gritar y llorar.

- Dígale a su mamá que no haga más escándalo...

El comandante se dirige a Jhonatan y sin darle tiempo de que diga algo, le habla con menosprecio.

- Yo me voy con ustedes. – Respondió sin dudarlo.

Luz Dary no aguanta más. Vuelve a gritar al tiempo que busca acercarse a su hijo.

- Papito no se vaya...

-Mami, me toca irme, o si no los matan.- Al tiempo que era conducido a la calle para que suba al camión.

- Dígale a su mamá que no haga más escándalo...

- Mamá, váyase para adentro...- Desde entonces, Luz Dary no ha vuelto a ver a su hijo.

A finales de octubre, Luz Dary recibió una llamada. Le dijeron que su hijo la iba a llamar y le dieron la dirección de una casa.

Resulta que el lugar es una tienda del barrio. Ella acude con sus dos nietos pequeños y un niño que adoptó. Al llegar se sienta en el fondo del local. El tendero la saluda y le pregunta qué se le ofrece.

- Es que me dijeron que debía venir a esperar una llamada que me hará mi hijo.

- Aquí no ha llamado nadie. Raro. Yo no sé nada de eso. Si quiere, quédese un rato.

El tendero, un buen hombre del barrio, pero que conoce las fuerzas que gobiernan estos sectores, se percata que una motocicleta, con dos personas a bordo, pasan extrañamente por el local mirando al interior.

- Mire, mejor váyase. Esto está muy raro. Parece que le van a poner una trampa a usted...

- ¿Por qué?

- Mire esos tipos, ya han pasado tres veces mirando para acá.

- ¿Qué hago?

- Espere le llamo un taxi...

Luz Dary sale de la tienda con la cabeza agachada y le pide al taxista que se mueva lo más rápido que pueda. Llega a la casa y le cuenta a su esposo. Vuelve el miedo y la incertidumbre. Justo tres semanas después entra una llamada a la casa. Pasaban las diez de la mañana cuando ella contesta.

- Aló, buenos días, a la orden.

- ¿Con quién hablo?

- Habla con Luz Dary Camargo.

- ¿Cómo hijueputas? ¿A usted no la mataron?

- Con quién hablo.

- Habla con el comandante de su hijo.

- Señor, ¿qué es lo que pasa?

- A su hijo le dijeron que usted estaba muerta. Él se pegó dos tiros y lo tenemos grave. – Justo en ese momento Luz Dary sufre un ataque de pánico, que obliga al esposo a continuar la llamada telefónica.

- ¿Aló?

- Cuando su hijo esté bien, nos comunicamos. – Luego se cuelga la llamada.

Luz Dary decide ese mismo día recorrer las clínicas, puestos de salud y el hospital de Barrancabermeja. Espera tener noticias de Jhonatan, pero nadie da respuestas. Solo tres meses después recibe un nuevo mensaje. Debe estar a cierta hora, de un día particular en el Telecom del centro de Barrancabermeja. Con miedo, pero decidida a saber de su hijo llega a la cita. La operadora le dice que pase a una cabina, donde puntualmente recibe la llamada.

- Aló, ¿mamá?

- ¡Dios mío! Hijo, ¿dónde está? Papito véngase para la casa. Dígame, qué tengo qué hacer para sacarlo de allá.

- Mamita, ya no puedo. La llamo para decirle que ya estoy bien. No me pasó nada.

- Mijo, dígame la verdad, porque hicieron eso. ¿Está bien? ¿Qué fue lo que le pasó?

- Mamita, no sé quién le puso una trampa a usted. Pero de por Dios, no me busque más. No vaya a la Policía. Yo no quiero que me la maten a usted o mis hermanas...

- Ya, ¡cuelgue! - Se escuchó la voz de un tercero y la comunicación se interrumpió. Fue la última vez, en los últimos 22 años, que luz escuchó la voz de su hijo.

Tres años después, como si el destino jugara a una ruleta rusa, Luz Dary recibe una llamada. Un hombre se presenta como un empresario. Dice que fue víctima del secuestro masivo en la iglesia La María, en el barrio Ciudad Jardín de Cali por parte del Eln el 30 de mayo de 1999. Narra que estuvo nueve meses privado de la libertad hasta que pagaron por su rescate.

- Su hijo me cuidó. Su hijo es un niño, que no tiene maldad. Él me trató muy bien. Él me pidió que la llamara...

De la suerte de ‘Jairo El Lobo’ o ‘Cara de caballo’ se sabe que murió en Girón, huyendo de los paramilitares que lanzaron una retoma de Barrancabermeja a finales de 1999. A este sujeto se le señala, que entre 1991 y 1999, pudo reclutar más de un centenar de niños para el Eln y las Farc.

- Por cada uno le pagaban, serían unos $500 mil en moneda actual. Ese tipo era un hijueputa... –dice un hombre que presenció este tráfico de menores para los grupos guerrilleros en Santander.

Luz Dary Camargo Montealegre tiene en la actualidad 59 años y sigue buscando a su hijo. Ella tiene la esperanza que está vivo. No quiere pensar lo contrario. Aunque esa idea la desgarra con sus arañazos pesimistas todas las noches de fatiga. Como madre no piensa otra cosa distinta a que su muchacho cruce por esa puerta. Una y otra vez sueña con su voz, diciéndole entre lágrimas:

- Mamá, regresé...

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Publicado por Juan Carlos Gutiérrez

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