En la escultura del artista suizo Giuliano Pedretti ‘El hombre y su sombra’, vemos a un hombre caminando por un sendero, el sendero de su vida, seguido por una larga sombra; se dirige siempre hacia la luz del Sol, hacia la fuente suprema de toda la vida de la naturaleza, y por lo tanto de su propia vida como ser humano. Su sombra siempre va detrás, y lo sigue sin que él pueda verla. A diferencia del relato de la caverna de Platón, en que los esclavos atados con cadenas en el interior de una caverna podían ver las sombras que sus cuerpos proyectaban sobre la pared gracias a los rayos de sol que alcanzaban a entrar, el hombre de la escultura de Pedretti no puede ver su sombra porque es un hombre libre que camina por el mundo y que, gracias a su libertad, siempre avanza en dirección del Sol, que no solo le da las fuerzas necesarias para seguir andando, para seguir viviendo, sino que también es la fuente simbólica de los conocimientos. Los esclavos son seres que no se pueden mover, que no pueden caminar libremente, y tampoco pueden contemplar la luz del sol que da vida y saber; en cambio, el hombre libre puede siempre contemplar de frente esa fuente suprema de vida/saber, debido, precisamente, a que está libre de los poderes que le impiden o pueden impedirle verlo, debido a que no tiene las cadenas que lo obliguen a vivir quieto, sin caminar, en un solo punto físico y mental del mundo y a espaldas de su luz.
Pero la sombra que proyecta este hombre es mucho más que la silueta de su cuerpo; es también, y sobre todo, el conjunto de las huellas y los rastros físicos y reales de su vida que va dejando tras de sí al vivir, al caminar por su vida, y que además de quedar inscritos en la realidad exterior, en el terreno por donde ha pasado en su camino vital, lo siguen siempre como su sombra porque hacen parte integral de su vida al representar las acciones más significativas que ha realizado, las obras que ha creado y los hechos y acontecimientos más intensos y profundos que ha vivido. Y estas huellas y estos rastros que quedan como sembrados en la tierra son hojas que han caído de los árboles y plantas con las que Pedretti muestra y recuerda la presencia del lado natural-vegetal de la vida de ese hombre, y en general de todos los hombres, como el lado que mejor y más auténticamente refleja su condición y naturaleza humana: la pasividad y la quietud no agresiva, no violenta, de su existencia.
Las hojas en las que este hombre deja las huellas de su vida constituyen, como se sabe, el medio perfecto e ideal donde los hombres inscriben los signos de su escritura; hojas y signos entre los que siempre ha existido una alianza estrecha y profunda. Por eso las hojas que forman la sombra y las huellas de la vida del hombre de la escultura de Pedretti se parecen a los signos escritos. Las huellas que el hombre deja al andar por el camino de su vida son, entonces, los signos que ha escrito en la hojas de la naturaleza al vivir; pues al vivir los hombres, siempre dejan huellas escritas que revelan el significado de su vida, que ponen de presente el sentido o los sentidos de las vidas ya vividas y que han dejado atrás.
En su gran libro de prosa poética ‘El mono gramático’, Octavio Paz cuenta que en los vericuetos de camino de Galta en la India aparece la escultura de Hanuman, “el mono/grama del lenguaje, de su dinamismo y de su incesante producción de invenciones fonéticas y semánticas. Ideograma del poeta, señor/servidor de la metamorfosis universal: simio imitador, artista de las repeticiones, es un animal aristotélico que copia del natural, pero asimismo es la semilla semántica, la semilla-bomba enterrada en el subsuelo verbal, y que nunca se convertirá en la planta que espera su sembrador, sino en la otra, siempre otra”. Mono este que simboliza el hecho de que al vivir cada hombre escribe con sus actos y sus obras un texto que conforma las huellas que quedan como sembradas en el camino de esa vida. Huellas escritas con las que presenta su vida transcurrida, con las que deja el testimonio visible y significativo de su paso por ella, para que todos los demás puedan verlas, conocerlas y comprenderlas, y así integrarlas a sus propias vidas. Por eso, el mono gramático, el monograma, es la verdadera sombra que sigue a los hombres por el camino de sus vidas; la sombra que Pedretti nos muestra elocuentemente en su escultura.
Giuliano Pedretti, artista y escultor suizo nacido en 1924 y fallecido en 2012, visibiliza en su obra una inmensa capacidad de análisis y reflexión acerca de la naturaleza profunda del ser humano y su trasegar por la vida.