Arte y nuevos públicos
Las credenciales de Gerardo Mosquera y la charla que ofreció a los escasísimos asistentes a la conferencia y el subsiguiente foro dan cuenta de un personaje que ha transitado con seriedad y dedicación por los profundos vericuetos del arte, y que ha investigado y reflexionado acerca del arte contemporáneo que se está produciendo en regiones, hasta hace dos o tres décadas ajenas a los grandes circuitos artísticos del mundo y lo que ello implica, no solo en términos de circulación, sino de lenguajes, preocupaciones y públicos.
Resulta lamentable, en consecuencia, la casi absoluta apatía manifestada por aquellos que se supone interesados, partícipes o artífices de la ‘escena del arte’ en Bucaramanga: estudiantes y profesores de artes plásticas y audiovisuales, de comunicaciones o filosofía, curadores, galeristas, críticos, en fin…, y, por supuesto, los artistas, que a excepción de los pocos que acudieron al llamado, brillaron por su ausencia. Quizá, con ello, confirmaron una aseveración que Mosquera hizo durante la conferencia, en el sentido de que se registra una “creciente reducción del público capaz de comprender a cabalidad los mensajes y las acciones artísticas o ser impactados por ellos, más allá de un acercamiento limitado, superficial o de espectáculo”.
No obstante, la charla resultó, sin duda, productiva e iluminadora para los asistentes, con quienes Mosquera entabló un diálogo mediado por el artista Alberto Borja, quien actuó como moderador del foro y supo poner en discusión cuestiones de vital importancia para el quehacer artístico de Bucaramanga, una ciudad que pese a sus pretensiones y a los esfuerzos individuales o colectivos de algunos artistas, especialmente a través de los llamados ‘espacios independientes’, sigue subsumida en una suerte de provincianismo que la tiñe de un innegable sabor local –lo que no tiene que ser necesariamente indeseable–,que la puede marginar de la ‘movida’ más contemporánea en el arte nacional e internacional.
He aquí un brevísimo extracto de la conferencia ofrecida por Gerardo Mosquera: “A partir de la década de los ochenta, y como parte de los procesos de globalización y también de la nueva acción de artistas, curadores e instituciones periféricas, actualmente se registra un importante crecimiento de la práctica y la circulación nacional e internacional de artistas procedentes de regiones antes excluidas, a través de una variedad de espacios, eventos, circuitos y medios electrónicos.
Más importante que el incremento de los circuitos internacionales son las nuevas energías artísticas y las nuevas actividades que se realizan localmente en áreas en donde, por razones históricas, económicas y sociales, hasta no hace mucho no se esperaría hallar una producción valiosa y en las que no solo se encuentran prácticas artísticas vigorosas, sino grupos y espacios alternativos que surgen estimulados por la ausencia de infraestructuras y acciones contra el arte comercial prevaleciente y el poder establecido.
Gran parte de la actividad es local,y se configura a partir de reacciones personales y subjetivas de los artistas frente a sus contextos o de su intención de causar un impacto en ellos. Pero estos artistas suelen estar bien informados sobre otros contextos, sobre el arte hegemónico, o buscan una proyección internacional. A veces se mueven dentro, fuera y alrededor de espacios locales, regionales y globales, desplazándose. Usualmente su producción no está anclada en modernismos nacionalistas ni en lenguajes tradicionales, aun cuando basen su obra en las culturas vernáculas o en trasfondos específicos. Este transcurso no excluye fricciones, concesiones o desigualdades, ni la persistencia de estructuras de poder y segregación debidos a discrepancias económicas, sociales y de legitimación, algo que el término “glocal” desdibuja, al connotar una conexión fluida entre los polos unidos por la tecnología, que sufre el riesgo de funcionar como un cliché.
Esta proliferación choca con el problema de la creciente reducción del público capaz de comprender a cabalidad los mensajes y las acciones artísticas, o ser impactados por ellos, más allá de un acercamiento limitado, superficial o de espectáculo. Al contrario, el público del arte contemporáneo ha ido reduciéndose históricamente en la medida en que los medios masivos y la publicidad ganan mayor terreno; son factores que van de la mano de una creciente erosión de la esfera pública. La incomunicación se agrava en el mundo subdesarrollado donde vive la mayoría de la humanidad debido al bajo nivel de la educación y la debilidad de las instituciones; la mayoría de la gente va a las bienales o a las ferias de arte como quien va a un zoológico.
El otro problema de base es la presencia del arte en el museo, que lo aísla de su implicación directa en la vida social. En tanto el cine, la música, la literatura o el teatro se dirigen a un mercado masivo de productos baratos, el arte se dirige a uno de élite, que vende objetos caros cuyo valor no es intrínseco a su materialidad, sino que se forma dentro de un complejo campo de relaciones; es un centauro: mitad materiales artísticos, mitad palabras.
Así, las palabras son el componente activo que constituye el valor y el sentido, y cada vez son más y más en boca de artistas, críticos, curadores, teóricos, académicos, y aun como parte de las obras mismas, y su importancia resulta cada vez mayor para la decodificación del mensaje artístico, que exige el conocimiento de un amplio y complejo campo de referencias.
La astucia de las artes plásticas, que además apropió para sí el término de ‘arte’, ha sido hiperbolizar el aura en una época de reproducción técnica, hecho que sin embargoequivale a autolimitar sus posibilidades de difusión. La comunicación social fue reemplazada entonces por la “exclusividad aurática”, y el mercado masivo barato por uno de élite. Pero, al operar mediante originales “auráticos”, fetichizados, las artes plásticas dependen del coleccionismo, público o privado –situación que nada tiene que ver con el resto de las artes–, y adjudica un poder excepcional a los museos, los coleccionistas y las colecciones.