ESPIRITUALES
Ni presentamos recetas exactas, ni mucho menos damos fórmulas matemáticas. Las líneas que leerá a continuación no son otra cosa que una serie de pequeñas ‘tácticas’ o ‘estrategias’ que le permitirán vivir más tranquilo, menos estresado y, sobre todo, conectado con sus esperanzas y con su fe.
Todas las sugerencias aquí escritas tienen un mínimo común denominador: fuerza de voluntad.
Es decir, antes de decidir leer estas notas, necesita dejar a un lado sus propios muros cotidianos o, al menos, animarse a saltarlos.
Si adopta estos tips, que entre otras cosas no son nada del otro mundo, no se ganará ni el premio gordo de la lotería, ni tampoco resolverá de tajo sus problemas. Sin embargo, con ellos sí podrá ser el artífice de sus propios milagros.
Mejor dicho: Esta página solo quiere darle unas sencillas pautas para que aprenda a vivir de una forma más calmada, sin volverse perezoso; a no darle tanto valor al dinero, sin acostumbrarse a vivir de la limosna o en la miseria; a perdonar, sin que por ello deba olvidar; y a dedicarle más tiempo a su vida, sin volverse egoísta.
¡persevere!
Orar es una súplica ferviente. Se podría decir que es un coloquio o una conversación directa con Dios.
¡Es mucho más que pedir!
Es alabar, dar gracias y disponerse a hacer la Voluntad del Creador con la seguridad de que nos guiará.
¿Sabe una cosa? La oración no es para que Dios haga cosas, sino para que las hagamos nosotros. Debemos extraer de ella la energía y la paz necesarias, para movernos a hacer el bien.
Lo que queremos decir
es que Dios no atiende el tono de las palabras del que ruega, ni mucho menos la imagen que venera. ¡Dios solo mira su corazón y su alma!
Lea un ejemplo de oración:
Señor: Permítame tener la entereza para afrontar aquellas situaciones de desequilibrio y de confusión que me golpean. Destierre de mí la negatividad, el pesimismo y las actitudes dictatoriales.
Deje que mis ojos se detengan ante la belleza indecible de una flor o ante el espectacular vuelo de las mariposas.
El poder de la oración
¿Sabía que odiar a alguien, por más razones que se tengan, es dedicarle demasiada importancia?
¡Nada más cierto!
Además de los rencores absurdos; están los celos, las necedades, las envidias y el egoísmo, los cuales suelen ser los peores venenos que aniquilan su anhelada meta de alcanzar la cima.
¡No se arruine el día!
Prefiera ser discreto y ofrecerle a su estado de ánimo el mayor de los respetos.
Aléjese de la gente soberbia, amargada, pesimista o aburrida. Esos sujetos, por lo general, tienen malas intenciones o energías negativas.
Además, asumir la absurda tarea de enfrentar a ese tipo de personas es como jugar con los marranos en las porquerizas: Al final usted se dará cuenta de que estará más sucio que al principio, mientras que los ‘cerdos’ se sentirán más felices porque les siguió sus ridículos juegos.
¡No se deje embadurnar!
¿Por qué darles el poder a los demás de arruinarle su día?
No se desgaste
Todo tiene una razón
de ser, nada se da por
capricho. La vida no es ni justa ni injusta; de todo se aprende.
¡Claro! se preguntará: si
eso es así, ¿Por qué la gente
se enferma de cáncer?
El interrogante es bueno, pero sonaría más interesante si antes de cuestionarse el ¿Por qué?, se preguntara: ¿Para qué me pasa eso o aquello?
Tal vez no lo note en los momentos de adversidad, pero después cae en la cuenta de que lo que le sucedió le sirvió para despertarse del letargo en el que andaba.
No le eche la culpa a Dios por las cosas que le pasan, no olvide que usted es el gran responsable de sus acciones.
Las cosas no ocurren por mera casualidad. Muchas
veces una oportunidad suele
estar presente ante sus ojos
y usted es muy ciego para
verla o comprenderla.
¡Y eso que las oportunidades son grandes, en comparación con el mundo tan pequeño en el que usted vive!
Se llega al destino cuando se está listo para recibirlo.