Niño de tres años necesita de la solidaridad de los bumangueses
El sábado 21 de noviembre del 2015 a la 1:52 p.m. en la Clínica San Luis de Bucaramanga nació Andrey Martínez Quesada, la ilusión de sus padres Lorena Quesada y Yair Martínez, quienes viven en la vereda Serrezuela del municipio de Lebrija.
“Cuando me enteré del embarazo tenía dos meses y medio, fue una sorpresa, no lo esperaba. Me hice tres pruebas caseras para confirmarlo. Mi esposo y yo estábamos muy contentos. Durante el período de gestación todo estuvo bien, me alimenté bien y en las ecografías todo se veía normal”, aseguró Lorena.
El camino hacia la enfermedad
Cuando Andrey cumplió tres meses de nacido, empezó a desarrollar crisis epilépticas. A partir de ese momento y hasta los siete meses su crecimiento y desarrollo se dio de manera normal, salvo que convulsionaba cada ocho o quince días.
“Un día, como a las 2:00 a.m., Andrey empezó a convulsionar, pero no tenía fiebre. Mi esposo y yo tuvimos que salir corriendo al pueblo, a buscar quien lo atendiera. Esa madrugada estaba lloviendo, la carretera estaba muy lisa y tocaba ir despacio, mi angustia era cada vez más grande. La convulsión le duró 40 minutos”, relató.
Cuatro meses después, Andrey ingresó a la Clínica Chicamocha. Estuvo dos meses y medio en la UCI y otros seis en habitación. En la clínica tuvo varios paros respiratorios. Diariamente hacía 15, 20 o 30 convulsiones.
“Nosotros somos del campo, me tocó dejar mi casa e irme a vivir al pueblo para poder estar más cerca de un hospital. Para poder lograrlo tuve que acudir a la solidaridad de la gente. Pedí ayuda para conseguir una vivienda económica en Lebrija o Bucaramanga y dinero para poder cubrir los gastos médicos.
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Afortunadamente encontramos un apartamento en el centro del pueblo (Lebrija) que cuesta 400 mil pesos con servicios incluidos”, señaló Lorena.
Desde el pasado mes de agosto, Andrey tuvo que volver a la clínica como consecuencia de repetidos episodios convulsivos y porque dejó de comer. Allí está próximo a cumplir tres meses.
“Mi hijo no camina, no habla, no sostiene su cabeza, es un niño en cama. La enfermedad que padece no tiene cura. En este momento tiene seis anticonvulsivantes, dieta cetogénica y gastrostomía, para poderlo alimentar”.
El cuadro clínico de Andrey es bastante complicado, debido a que puede convulsionar cientos de veces al día, lo que le ocasionará deterioro psicomotor e incluso la muerte.
“Yo tengo claro que mi niño en cualquier momento se puede morir. Los médicos ya no tienen nada más que hacer, está al tope de medicamentos para evitar que convulsione y sigue igual. Ellos vienen y me explican que tengo que estar preparada para enfrentar la ausencia de Andrey. Yo solo respondo que el tiempo de Dios es perfecto y maravilloso y que mientras él esté aquí conmigo lo voy a disfrutar lo que más pueda”, comenta la madre.
Hoy, Andrey está cumpliendo tres añitos, fecha que sus padres, a pesar de las dificultades quieren celebrar, debido a que nunca lo han podido hacer.
Dar es mucho mejor que recibir
Lorena vive en la clínica con su hijo, pues no puede dejarlo solo, su papá, Yair, trabaja como vigilante pero lo que gana no le alcanza para asumir los gastos de la familia. Por eso acuden a la generosidad y al buen corazón de todas las personas que conozcan esta historia.
“Para mí no es fácil estar pidiendo, pero por un niño que lucha vale la pena. Él es un niño que se aferra mucho a la vida, es un guerrero”, afirma Lorena.
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Las personas interesadas en ayudar a Andrey y su familia pueden consignar cualquier aporte económico a la cuenta 047 800 112 782 del Banco Davivienda a nombre de Lorena Quesada.
Si quieren visitarlo, se encuentra en la Clínica Chicamocha, frente a la concha acústica, piso 3 habitación 302.
También se recibe:
- Aceite de oliva
- Aceite de coco
- Pañales Winny etapa cinco (porque los demás le dan pañalitis)
- Pañitos húmedos
- Crema antipañalitis
- Crema del cuerpo
- Útiles de aseo
- Ropa de niño talla 6
“Jamás en la vida me esperé pasar por este proceso. Yo me aferro mucho a él. Todos los días le doy gracias a Dios por su vida. Nunca le he podido celebrar un cumpleaños y espero mañana poder hacerlo”.
A pesar de la impotencia, del dolor de madre y de sentirse casi derrumbada, Lorena no pierde la esperanza de que un milagro salve la vida de su hijo y agradece el corazón bondadoso de las personas que quieran ayudarlos.