Fue la fundadora del Hogar Niños de Fátima, dedicado al cuidado de hijos de trabajadoras sexuales.
Luchadora, valiente, berraca, pero sobre todo con un corazón gigante... Así era Fátima Bacca.
Nunca se avergonzó de su pasado como trabajadora sexual, pero aun dejando de lado esta vida desde hace ya varios años, siguió luchando por los derechos y la dignidad de sus ‘muchachas’ como les decía a las mujeres que continúan vendiendo sus cuerpos en el centro de Bucaramanga.
Su hablar recio y sin pelos en la lengua, le daban la imagen de una mujer malhumorada... Pero Fátima era todo lo contrario: dicharachera, alegre y sobre todo muy solidaria; tanto, que dedicó sus últimos años a cuidar hijos ajenos, con el único propósito de sacarlos de ese mundo de la prostitución.
Fue la fundadora del Hogar Niños de Fátima donde cuidaba y alimentaba a hijos de trabajadoras sexuales del centro de Bucaramanga.
Cuando pasaban días sin que le llevaran a alguno de sus hijos, como los llamaba, salía en su búsqueda temiendo que algo les hubiera sucedido en esas residencias donde suelen vivir sus mamás.
“Es que conozco historias de niños de dos años abusados, golpeados, encerrados en esos lugares de mala muerte. Gracias a Dios aquí les sobra la comida, porque cuando me falta así sea la leche, cojo mi talego y me voy de tienda en tienda a conseguirla”, decía.
Los cuidaba como una fiera cuida a sus crías... Enfurecía cuando las personas sentían lástima por sus niños y les daban “migajas”. “Ellos también merecen buenos juguetes, buena ropita y buena comida”, decía. Quizá para muchos esto significaba ingratitud, pero, ¿qué mamá no quiere lo mejor para sus hijos?
En su fundación, ubicada en la carrera 13, entres calles 33 y 34, pleno centro de Bucaramanga, a pesar de la humildad, nunca faltaron los juguetes, la comida, el cariño, los colores, todo adecuado de tal manera que los niños se sintieran bien, con calor de hogar.
En ese lugar nunca pasaron por alto las celebraciones, el día de los niños, Navidad... Fátima se las rebuscaban para hacerlos felices. ¿Cómo? “Bendiciones”, como ella les llamaba a las personas que la ayudaban.
Y es que si usted caminaba junto a Fátima por las calles del centro de Bucaramanga, debía detenerse varias veces en cada cuadra, ya sea porque alguien la llamaba para pedirle alguna ayuda, darle quejas, o simplemente para darle tal cual billete para que comprara cosas para los niños: los recibía con cariño y directo para el brasier. Luego seguía su camino a toda máquina, afanada, como solía caminar porque si algo no le sobraba, era tiempo.
Sentarse a hablar con ella era escuchar un montón de historias increíbles, de sobrevivencia, de calle y de amor... Sí, de amor, porque sus últimos años tuvo la fortuna de contar con un hombre que la sacó de las calles. Sus hijos, esos a los que parió siendo muy joven, también eran su orgullo.
Duró en las calles 30 años, fue drogadicta, y robaba para sobrevivir. Sin embargo, la misma vida la hizo recapacitar, luego de que su mejor amiga fuera asesinada y muriera en sus brazos. Buscó la manera de que, al igual que ella, sus amigas se resocializaran.
Hace algunos años, luchando con las uñas como siempre y a merced del abandono de los gobernantes de turno, también logró sacar adelante una fábrica de marroquinería que beneficiaba y daba sustento a 150 trabajadoras sexuales, pero de un día para otro, la alcaldía les quitó las máquinas y con ellas la posibilidad de salir de las calles... Muchas tuvieron que regresar a las esquinas, a los bares, a la espera de clientes sedientos de amor comprado.
Esa la Fátima Bacca, la que nunca se quebrantaba y que siempre estaba activa a pesar de las dolencias, perdió su última batalla, la que luchó contra el cáncer que la aquejaba desde hace varios meses... La mañana de este lunes, no soportó más y murió, su cuerpo permanece en la Funeraria Pablo VI y este martes, a las 3:00 de la tarde, será despedida en el Cementerio Central de Bucaramanga.
“Hola cómo estás, te cuento que me estoy muriendo, tengo cáncer de pelvis, quiero hablar contigo urgente”, es el último mensaje que tengo de ella en mi teléfono... No alcancé a visitarla, el cáncer se la llevó muy rápido.
Adiós mujer berraca. ¿Y ahora qué será de los niños de Fátima?