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Viernes 12 de marzo de 2021 - 12:00 PM

Alfonso Gómez Gómez, el centenario de un hombre fundamental para Santander

Hoy, cuando se cumple el centenario del nacimiento de este personaje vital para la región, recordamos este modelo de vida de un hombre sencillo, talentoso y de altos principios, con todo lo que significó su desarrollo personal, así como su aporte fundamental para el departamento de Santander.

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Suministrada / VANGUARDIA
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El departamento de Santander conmemora el primer centenario del nacimiento de Alfonso Gómez Gómez: jurista, político, gobernante, diplomático, y por sobre todo, un gran educador, que ejerció su apostolado hasta el día de su muerte, ocurrida el 17 de abril del año 2013, cuando contaba con 92 años de edad.

Nacido en la población de Galán, en la provincia Comunera, hoy hace 100 años, entendió desde su infancia que no podía quedarse con la precariedad de sus estudios de primaria, única opción que ofrecía el municipio, y en medio de la austeridad y limitaciones que asistían a su familia, se las ingenió para poder salir a la capital de la provincia para continuar sus estudios de bachillerado, y posteriormente a Bogotá, en donde adelantó la carrera de Derecho en la universidad Libre.

Su relación con el Departamento

Se propuso conocer la región de palmo a palmo, y no existía un solo municipio, ni una vereda o corregimiento, de los cuales no tuviera una idea exacta. Pero además su portentosa memoria le permitía tener la referencia de cualquier nombre o apellido, y ofrecía además toda clase de alusiones y concordancias. Cuando llegaba a cualquier lugar, de inmediato él identificaba a las personas y además procedía a preguntarles por los padres, los tíos y hasta los parientes lejanos. Esa particularidad le significaba ser aceptado con una enorme familiaridad, pues además asistía a toda clase de bautizos, matrimonios y entierros. Lo hacía con un enorme respeto hacia los anfitriones, pues además no le gustaba el trago, ni el baile, ni los excesos en la comida. Sabía llegar siempre muy temprano y se retiraba cuando la gente todavía conservaba la sobriedad. En su vestimenta, usaba la de un profesional modesto, con pocos trajes disponibles y bien trajinados, así como conservados. La moda para él no existió nunca, y aunque no llegó a desentonar, tampoco se preocupaba por entonar.


El escenario internacional

Dentro de las diferentes áreas del derecho que dominó, llegó a sentir una gran atracción por la internacional; lo estudiaba constantemente, lo enseñaba en la cátedra que regentó por décadas, y llegó a practicarlo en las misiones diplomáticas que le fueron encomendadas. Fue embajador en Rusia y allí se compenetró con todo el imperio del socialismo, así como la historia de los Zares, y contempló de cerca la guerra fría que protagonizaban las grandes potencias del mundo. Después fue a Uruguay, y el Cono Sur fue su atracción por varios años, durante los cuales la apacible ciudad de Montevideo le sirvió para estudiar, para pensar y para proyectar el resto de su carrera. También le fue encomendada una misión ante las Naciones Unidas en Nueva York, y por último el presidente Betancur le confió la representación diplomática en China, después de que renunciara a ese cargo el industrial Julio Mario Santodomingo.

La dirección de la política nacional

Cuando se creía que su vida pública llegaba a su fin en la grandiosa y atrayente ciudad milenaria de Pekín, una llamada en la madrugada del presidente Belisario Betancur, le anunciaba que sería el nuevo ministro de Gobierno de Colombia, y que por tal razón debía regresar de inmediato a Bogotá, sin que fuera posible despedirse de las autoridades del Kremlin. Llegó a nombrar alcaldes y gobernadores en todo el país, pues en esa época los nombramientos de esos cargos estaban en cabeza de ese ministerio, y así como conocía tan de cerca las gentes de su departamento, también conocía las del país entero y su tarea fue fácil, rápida y sin rencillas con las agrupaciones partidistas reinantes de entonces.

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Publicado por Eduardo Durán Gómez

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