Si hace unos años, en un mundo aún desconectado en altísima proporción, hablar un segundo idioma, en especial el inglés,...
Así era el ritual ‘discotequero’ en la Bucaramanga de los años 80 y 90
Joe Arroyo, Sergio Vargas, El Chombo, e incluso la música romántica y el rock, entre otros géneros de los 80s y 90s, hicieron grande la rumba en Bucaramanga.
Esa rumba ha sido durante años un ritual y muchos de los jóvenes de la época lo vivieron en discotecas temáticas y lugares donde la fiesta llegó a otros niveles.
Si hay alguien que sabe de rumba, música y amigos es Johan Cristian Colmenares, quien además de ser un ‘showman’ de esa vida nocturna, ha sido administrador y dueño de grandes discotecas de la capital santandereana.
VANGUARDIA habló con él sobre aquellas épocas de fiesta que, según cuenta, ya no volverán. Colmenares lleva casi 30 años dentro de las discotecas. Su vida dentro de ellas comenzó en un bar que aún luego de la pandemia por el Coronavirus sigue en pie. El Guitarrón, el cual sigue ubicado en toda la carrera 33 con calle 37.

“Allí celebré mis 15 o 16 años, fui con mis amigos y con mis papás que sin duda me 'alcahueteaban' todas esas ideas de celebrar mi cumpleaños en ese lugar. Recuerdo que en esa época habían otros como El Sombrero y recuerdo también la buena música, las minitecas y guerra de Djs”.
Colmenares, quien ha forjado una alta reputación en el gremio, resaltó en su relato que “ha disfrutado a plenitud su vida rumbera y su trabajo porque nunca ha bebido una gota de alcohol y en ese estilo de vida es difícil de evitar”.
Para tener la experiencia administrando y siendo dueño de negocios de rumba, Johan tuvo que vivir su vida de ‘farra’ primero. En la charla mencionó algunas discotecas como Caña Brava, que quedaba ubicada en Cañaveral, cerca de su casa.
Otras como Capricornio, El Pulpo, Kefren, Jericó, Socabón (donde ahora es el Casino junto al parqueadero de tercera etapa en Cabecera), Bongó, La Candelaria, La Capilla (ahora el restaurante La Cuchara de Palo), Templo Arcano, San Alejo, Kuba, Bonaparte, El Zoológico y San Telmo.

Ahí, en San Telmo, culminó su vida ‘rumbera de adolescente’. Esta fue la discoteca que le abrió las puertas para trabajar y comenzó esa vida laboral con un puesto muy particular: El Cartero.
“Yo comencé a trabajar en San Telmo y tenía un puesto muy particular. Era ‘El Cartero’. Si un hombre quería ‘levantarse’ a una mujer o viceversa, yo me encargaba de llevarle papelitos a dicha persona. Así los jóvenes de la época se podían conocer”.
Entre risas y recuerdos, Johan comentó que antes de eso fue animador de fiestas y tenía la vocación de brindarle energía a las fiestas para que estas no se apagaran. Allí, junto al DJ de la época, comenzó su labor como ‘showman’ y a llevar a la rumba de la ciudad a otro nivel.
Cada noche de los fines de semana de esos años 90, los jóvenes de la época se gozaban la salsa de Joe Arroyo, los merengues de Sergio Vargas, e incluso aquella música electrónica que sonaba en las discotecas de Estados Unidos como Culture Beat, Eiffel 65, C+C Music Factory, Proyecto Uno, Fulanito y demás.
Junto a esos jóvenes, empresarios de Bucaramanga se acercaban a San Telmo para conocer la fórmula del éxito. Ellos mismos, según cuenta Colmenares, se llevaron a casi todo el equipo de San Telmo a una nueva discoteca que arrasaría a los demás lugares de la ciudad y elevaría a otro nivel la fiesta: Míster Babilla.

Esta discoteca, que quedó ubicada en el Anillo Vial, trajo en la época a los mejores músicos. Vinieron Joe Arroyo, El Chombo con sus Cuentos de La Cripta III, Fulanito y decenas de artistas vallenatos.
“Lo de Míster Babilla fue otra cosa. Era la discoteca más grande de Bucaramanga. El nivel que manejaban era increíble, además de que se llevaron a casi todo el equipo de San Telmo. Las demás discotecas no les daban para hacerle competencia. A Míster Babilla le cabían cerca de 2.500 personas y si un fin de semana salían a rumbear 3.000 personas, habían 2.500 allá y las otras 500 repartidas en las demás discotecas del área”, afirmó Colmenares.
Incluso, Míster Babilla, según contó Johan, marcó un antes y un después en las fiestas de fin de año. Generalmente el 31 de diciembre es una fecha familiar. Sin embargo, Colmenares contó en la entrevista que le hizo VANGUARDIA que “en Míster Babilla celebramos la fiesta de fin de año del siglo, es decir celebramos el 31 de diciembre de 1999 que dio inició al 2000. A partir de ahí, la gente en Bucaramanga empezó a celebrar ese inicio de año y ahora todas las discotecas lo hacen cada 31 de diciembre. Fue un éxito esa noche”.
Tras la experiencia tomada en estos dos rumbeaderos, Colmenares trabajó en otros establecimientos como Candelaria, Punta Bahía, y Friends, este último como administrador.
Tiempo después, un gran amigo de Colmenares, Carlos Bernal, lo llamó para que él fuera el administrador de Afrika, una discoteca con la que quisieron darle una nueva cara a la rumba de Bucaramanga y que quedaba ubicada cerca al peaje de Lebrija, frente a otra discoteca llamada Babilonia.

“En Afrika intentamos algo distinto, fue una discoteca temática con personas disfrazadas de indios pertenecientes a una tribu, entre otros muchos detalles que llevamos a cabo en esa discoteca, fue una época muy bonita y que sin duda nos confirma que como esas rumbas ya no volverán a existir”, dijo.
Su vida dio un giro y con el tiempo terminó siendo dueño de Margarita, donde probó llevando vallenatos en vivo y brindando un show de mariachis, idea que revolucionó a la tan conocida Chabela, sobre el sector de la Puerta del Sol, ahora conocida como Fonda La Chismosa.
Recordemos juntos
VANGUARDIA trae a su memoria algunas de las históricas discotecas de Bucaramanga que aquellos jóvenes de los ochenta y noventa ahora recuerdan con nostalgia.
Discoteca Míster Babilla
Míster Babilla fue la discoteca más grande que tuvo Bucaramanga. Le cabían cerca de 3.000 personas y durante finales de los años 90 fue el punto insignia de la rumba en la capital de Santander y los municipios del área metropolitana.
VANGUARDIA habló con René Rincón, vicepresidente de Unibares Santander, quien comenzó su vida comercial a principios de los 2000, pero para ser un experto en la vida rumbera, primero tenía que vivirla.
“La rumba en esa época era de tiro largo y la cultura de ese momento nos permitía a los jóvenes encontrarnos después de la fiesta en desayunaderos como El Tony o El Chiflas”, dijo Rincón, quien ahora tiene 42 años.
Discoteca El Pulpo
Un pulpo gigante con una sonrisa y los ojos señalando la puerta de entrada era el logo de esta discoteca. Un lugar que marcó toda una generación de jóvenes que amaban aquellos merengues ochenteros de Bonny Cepeda, Juan Luis Guerra y Rhapsodia o Diveana.
El Pulpo quedaba ubicado en toda la vía que de Bucaramanga conduce a Girón, metros adelante la sede de la Dirección de Tránsito. Cerca quedaba ubicada también la discoteca Tropicana.

Durante mediados de los años 80, Bucaramanga y su área también vivieron los pasos de baile de aquella nostálgica vida nocturna en discotecas como Capricornio, Silver Rose, Pilatos o Jericó.
Silver Rose
Silver Rose fue una discoteca que funcionó en la antigua zona rosa de Bucaramanga. Quedaba ubicada exactamente en la carrera 33 con calle 37 – 35. Si inauguración fue el 12 de noviembre de 1987.
Esta discoteca contó en la época con efectos especiales de luces que ningún otro salón de baile tenía.
Esta foto fue tomada el 12 de noviembre de 1987, día de su inauguración.

Discoteca Capricornio.
Tal vez la discoteca más antigua de este listado. El 22 de julio de 1989 celebró 16 años de existencia, lo que significa que fue inaugurada en 1973.

Uno de los reporteros gráficos de VANGUARDIA tomó imágenes de la celebración.

Discoteca Tropicana
Tropicana fue una discoteca que funcionó en el sector de la vía Girón, durante finales de los años 80 y principios de la década de los noventa. René Rincón comentó también sobre la fiesta nocturna en los años 90 y asegura que «esta fue la época dorada de la música y la fiesta».
“Tropicana fue durante un tiempo una discoteca con ambiente para la comunidad LGTBI en la época de los noventa. Duró poco tiempo con esa temática como tal y luego pasó a ser de un ambiente tropical donde todo el mundo podía ir”.

Los años noventa
Según contó Rincón, el rock y la música romántica también hicieron parte de la fiesta noventera.
El 7 de septiembre de 1990, el músico puertorriqueño Chayanne pisó tierra santandereana para presentarse en la ciudad. Además, también quedó el registro del grupo mexicano Maná.
Esta época que le daba el paso al nuevo milenio se vio marcada por un artista que revolucionó las fiestas en Latinoamérica. Bucaramanga lo vivió e incluso perduró durante los primeros años de la década de los 2000.
Pero, ¿quién era ese artista? Este músico fue El Chombo, quien en 1999 lanzó su álbum Cuentos de la Cripta III, llevando a las discotecas a disfrutar de la champeta, el dancehall y lo que luego sería el inicio del reggaetón.
Discotecas como Génesis, ubicada en el kilómetro 4 de la vía a Girón hicieron parte de esos salones de baile del nuevo milenio.

Sol Quemao también fue una discoteca importante en lo que es conocido como el sector de Cañaveral.

Discoteca Yesca fue también un sitio que durante 1992 fue el sitio in en Bucaramanga. Abrió sus puertas la semana del 3 de julio de 1992.

Otras discotecas
Barbarella, Bonaparte, Candelaria, Ritmo Campestre, Auditoruim, Ripley, Calisón.