El trabajo hecho durante los últimos 14 años le dan hoy al programa Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos, BMCV, el prestigio...
¿Cómo será el área metropolitana de Bucaramanga en el 2100?
¿Cómo será el área metropolitana de Bucaramanga en el 2.100? Responder esta pregunta va mucho más allá de enumerar un sin fin de deseos caprichosos que podemos tener como ciudadanos, y es más bien una invitación a pensar nuestro territorio desde sus oportunidades, planearlo teniendo en cuenta sus limitaciones actuales, y actuar en consecuencia con el propósito de convertirlo en un lugar mucho más habitable para todos.
Responder esta pregunta no es entonces un acto de fe, sino un ejercicio consciente de evaluación y planeación, en el que no pretendo dar fórmulas mágicas para resolver los problemas del Área Metropolitana, pero sí espero hacer un buen diagnóstico sobre cinco temas estructurales que mi experiencia me dice que son pilares para la construcción de una región soñada, y por qué no, proponer acciones concretas que nos sirvan para materializarla.
Los cinco ejes temáticos de los que hablo corresponden a la normatividad, movilidad, espacio público efectivo, servicios públicos y economía circular, y vivienda y comercio, pero antes de entrar en los detalles de estas categorías me parece importante decir que para poder diseñar un Área Metropolitana proyectada al 2.100 debemos procurar pronosticar a qué nos vamos a enfrentar como sociedad en los próximos 80 años, revisando primero a lo que nos hemos enfrentado anteriormente.
En temas como la movilidad, desde 1970 se concibieron proyectos viales para atender la demanda actual del Área Metropolitana, que al final no se ejecutaron y hoy estamos pagando las consecuencias. Como efecto de la falta de ejecución de los proyectos tenemos un Área Metropolitana bloqueada por el tráfico, sin servicios públicos, sin suelo habilitado y sin espacio público. Sumado a la falta de ejecución, está la ausencia de planificación en el crecimiento poblacional, relacionado con los procesos migratorios y los efectos post pandemia.
Cuando se habló de los procesos migratorios como resultado de las crisis económicas de otros países, se advirtió que Colombia iba ser un país receptor de migrantes, pero esto no se tuvo en cuenta en las construcciones de los Planes de Ordenamiento Territorial ni en los Planes de Desarrollo de los municipios, lo que devino en cosas como que Bucaramanga hoy tenga casi 100 mil personas más de las que se proyectaron en el 2014 cuando se aprobó el Plan de Ordenamiento Territorial, y si revisamos los demás instrumentos de planificación de los municipios que hacen parte del Área Metropolitana, ninguno prevé esta realidad mundial, lo que inevitablemente genera impactos en la movilidad, seguridad, vivienda, salud y transporte público.
El proceso de diseñar el Área Metropolitana del futuro también trae consigo, como lo dije, entender cómo será la evolución de nuestra sociedad a partir de una realidad global encaminada a salvar el planeta de la crisis climática, actuando en temas como la descarbonización, economía circular y migración climática, al tiempo que exige enfrentar la evidente sustitución de los trabajos manuales por la automatización desde la inteligencia artificial y robótica.
Desde mi perspectiva, el Área Metropolitana del futuro será un atractivo ambiental para vivir, para trabajar y para el turismo. En ese sentido, el sector agropecuario e industrial terminarán migrando a otras regiones con mayor acceso vial y de conectividad, exceptuando algunas áreas logísticas que serán necesarias en las zonas de Chimitá, Río frío y parte del anillo externo metropolitano, logrando ser un operador logístico. En cuanto a las obras de conectividad regionales como trenes de cercanías y vías relacionadas con la relación multimodal entre Venezuela y el río Magdalena, estas estarán en el ámbito de la Ciudad Región, la cual tendrá una relación de proximidad con el Área Metropolitana.
La crisis climática hará del Área Metropolitana un lugar para refugiarse gracias a que los microclimas de los cerros orientales y Ruitoque Alto garantizan una buena sensación térmica; la disponibilidad del recurso hídrico, la calidad del oxígeno y la convergencia con la fauna y flora serán su mayor atractivo. Este activo natural traerá movilizaciones migratorias de otros departamentos, e incluso de muchos países que terminarán escogiendo al Área Metropolitana como un lugar para vivir y trabajar.
Como el trabajo seguirá evolucionando y la automatización de los procesos hará que tengamos más trabajos digitales, tendremos nómadas digitales que querrán escoger al Área Metropolitana como lugar para trabajar remotamente y debido a nuestra diversidad ambiental el turismo será el gran jalonador de la economía local. Este turismo tendrá un perfil diferente al que tenemos actualmente, pues el turista del futuro querrá llegar a nuestra ciudad en búsqueda de calidad de vida.
Es por ello que los instrumentos de planificación deberán concentrarse en proteger las zonas de gran importancia ecosistémica, y aquellas que no lo sean deberán permitir la construcción de edificaciones que convivan con la naturaleza, dado que este será nuestro mayor activo. Un ejemplo son los cerros orientales, que hoy tienen restricciones de edificabilidad que deben replantearse para permitir el desarrollo definiendo un límite máximo de intervención.
El Área Metropolitana se deberá descompactar. Hoy tenemos en el Centro y Cabecera la mayor concentración del comercio, lo que hace que cerca de 500 mil personas se muevan todos los días hacia estos puntos, afectando la movilidad y la calidad de vida.
Una salida para redistribuir la ocupación en ciertas zonas del territorio será promover las centralidades. Los municipios deberán incentivar el traslado y apertura de nuevos usos comerciales en las zonas de la Ciudadela Real de Minas, Provenza, Cañaveral, Río frío, Valle de Mensulí, Ruitoque Bajo y Guatiguará, para lo que será determinante la reubicación de las entidades públicas y descentralizadas en estas zonas.
Igualmente se requerirá habilitar los suelos de expansión urbana y suburbanos en el Valle de Mensulí, Río frío y Valle de Guatiguará, y la construcción de las plantas de tratamiento de aguas residuales que se necesitan para Bucaramanga, Piedecuesta y Girón a partir de la construcción de una gran autopista del agua, con el manejo integrado de los tres acueductos municipales que son el amb, la Piedecuestana y Ruitoque.
Los parques metropolitanos serán muy importantes pues hoy el Área Metropolitana de Bucaramanga, cuenta con un banco de parques que le permitiría cumplir con el parámetro internacional de los 15 mts de espacio público efectivo por habitante, de no ser porque no cuenta con los recursos para construir dichos espacios, y en contraste, hoy contamos con 4.5 mts por habitantes aproximadamente.
El manejo integral y coordinado de las mal llamadas “basuras” deberá manejarse, no como rellenos sanitarios, sino como parques de economía circular, en donde se logre la clasificación y posterior transformación de los residuos a partir de su disposición final.
El Área Metropolitana deberá ofrecer a sus visitantes una experiencia en su estadía, para lo que deberá convertir a sus ciudades en corredores caminables con el peatón como prioridad, y para lograrlo debe replantearse la exigencia de número de parqueaderos para los desarrollos inmobiliarios por espacio público efectivo. Asimismo, la revitalización de los centros históricos es fundamental y los proyectos de renovación urbana deberán ser un gran protagonista, para lo que la figura de las operaciones urbanas estratégicas que tiene Bucaramanga debería replicarse en los demás municipios.
El mejoramiento de la movilidad urbana, deberá revaluarse. Más que proponer una solución de transporte masivo elevado o subterráneo a través de metros debemos comprender que las motos en área son una realidad que no va a parar de crecer, no solo por la facilidad de acceder a una moto, sino por la sensación de libertad que dicho velocípedo genera en los ciudadanos. En cuanto a la solución del transporte masivo en nuestro territorio, no la veo cerca con los medios tradicionales implementados entre ciudades y países, por lo que segregar los autos, las motos y las bicicletas en carriles exclusivos podría ser la estrategia más efectiva teniendo en cuenta que hoy cada familia posee 1.5 motos promedio y el transporte tradicional no resolverá esto.
La reubicación del aeropuerto Palonegro en el municipio de Sabana de Torres, como se había previsto en algún momento, junto con la habilitación de nuevos aeropuertos rurales, será la mejor forma de desplazarse.
La vivienda será un gran protagonista. La vivienda de interés social para cubrir el déficit y la relocalización de los asentamientos humanos con la vivienda de los estratos más altos serán los jalonadores de la economía por la migración climática.
Con relación a la clasificación del suelo, es importante destacar que el Área Metropolitana deberá comprender que su activo natural es su mayor fuente de financiación y economía local, y para ello deberá adaptar los Planes de Ordenamiento Territorial para clasificar sus usos del suelo y convertirse en un verdadero hospedador nacional e internacional.
Cuando hablamos de que el Área Metropolitana será un gran hospedador, la economía local deberá enfocarse en los servicios que requiere esta nueva vocación del territorio; Servicios de entretenimiento, restaurantes, cafés, bares, servicios de salud y estética, gimnasios, diversión, turismo nómada, coworking, salud, entre otros.
Básicamente el área metropolitana deberá potencializar ese atributo de “buen vividero” que por muchos años la ha catalogado, y sobre esta visión adaptar sus Planes de Ordenamiento Territorial.