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Bucaramanga
Sábado 17 de noviembre de 2018 - 12:00 PM

De la alberca a la lavadora en Bucaramanga

Los avisos publicitarios les recomendaban a los bumangueses invertir la prima salarial en la compra de un electrodoméstico que, a decir verdad, causó sensación en los años 50. La clave era comprar una lavadora

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De la alberca a la lavadora en Bucaramanga

1.851. Ese fue el año en el que aparecieron las lavadoras. Uno de los primeros modelos fue el que patentó James King, un inventor de Estados Unidos.

Y aunque la lavadora tiene una historia que data de casi dos siglos, hay que recordar que la idea de lavar la ropa ‘pulsando un simple botón’ solo apareció en Bucaramanga durante los años 50.

Claro está que el famoso ‘salto de la alberca a la modernidad’ de la lavadora lo dieron primero las familias que tenían suficientes recursos económicos. En otros hogares, en donde no se tenía para pagar tal servicio, las mamás no se liberaron tan fácil de la pesada carga de limpiar la ropa a mano.

Las primeras lavadoras que llegaron a la ciudad estaban hechas de madera. Es más, necesitaban de una persona que las moviera accionando una manivela; nada que ver con las de ahora, que disponen de una gran variedad de dispositivos y de programas para tratar distintos tipos de tejidos y prendas.

Los aparatos más modernos de los años 50 ya se llenaban y vaciaban de agua de forma automática, en vez de con una manguera.



El primer modelo del mercado fue la Lavamat, que el fabricante alemán de electrodomésticos AEG patentó en 1958. A diferencia de sus predecesores, no solo limpiaba la ropa; también la escurría, ahorrándoles esta tarea a las amas de casa de ese entonces.

A finales de los años 50, apareció la primera lavandería oficial de Bucaramanga.



A finales de la década de los años 50, la esposa de Stünkel, Doña Cecilia García Galvis, asumió la administración del negocio.

Una flota de transporte, compuesta por seis carros Ford y un bus, llevaban y traían las prendas de los bumangueses desde la lavandería de la calle 22, entre las carreras 14 y 15, hacia los diferentes hogares. Esos transportes culminaron en 2006, cuando se liquidó la empresa.

Vale citar a otra lavandería del ayer, la famosa Sandel, que gerenció durante varias décadas un gran hombre cívico: Don Marco Badillo. (q.e.p.d.)

Hay que admitir que tras la modernidad y los notorios avances que han tenido los electrodomésticos, la técnica del lavado a domicilio finalmente ‘frenó en seco’ en Bucaramanga.

Míticas lavanderas

Desde las primeras albercas, que fueran las pilas públicas y el acueducto de las ‘Tres B’ (Bobo, Barril y Burro) se tejieron grandes crónicas de los lavados de ropa en el ayer de Bucaramanga. Y es que para el aprovisionamiento del vital líquido era necesario llegar a avanzadas horas de la noche o en la madrugada con canecas, barriles, baldes o cualquier otro recipiente, a sitios como Las Chorreras de Don Juan, en el barrio del mismo nombre; a Los Aposentos, a La Payacuá, a La Guacamaya, a La Rosita, y a Los Escalones.

Para el aseo personal y el lavado de ropa se frecuentaban lugares como Las Piñitas, La Filadelfia y Quinta Cadena, en donde las amas de casa lavaban las prendas del hogar.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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