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Bucaramanga
Sábado 29 de febrero de 2020 - 12:00 PM

Es una satisfacción inmensa poder ayudar a quienes más lo necesitan

Entrar al quirófano con la ilusión de despertar y ver en el espejo el reflejo de una nueva vida, es el anhelo de cada paciente beneficiario de la Misión Médica Milwaukee Wisconsin. En entrevista con Vanguardia. Sonia Dumit, presidenta de esta iniciativa, reveló los detalles de esta titánica labor.

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“El número de pacientes no es tan importante como la calidad de las cirugías que se realizan. Hay pacientes a los que no solo se les hace un procedimiento sino varios. Este proceso es muy enriquecedor. Para nuestros residentes y estudiantes de medicina es una experiencia buenísima”, Carlos Enrique Ramírez. (Foto: Jaime del Río / VANGUARDIA)
“El número de pacientes no es tan importante como la calidad de las cirugías que se realizan. Hay pacientes a los que no solo se les hace un procedimiento sino varios. Este proceso es muy enriquecedor. Para nuestros residentes y estudiantes de medicina es una experiencia buenísima”, Carlos Enrique Ramírez. (Foto: Jaime del Río / VANGUARDIA)

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“El número de pacientes no es tan importante como la calidad de las cirugías que se realizan. Hay pacientes a los que no solo se les hace un procedimiento sino varios. Este proceso es muy enriquecedor. Para nuestros residentes y estudiantes de medicina es una experiencia buenísima”, Carlos Enrique Ramírez. (Foto: Jaime del Río / VANGUARDIA)

Durante 34 años ininterrumpidos, Sonia Dumit-Minkel y Carlos Ramírez han coordinado la Misión Médica ‘Milwaukee Wisconsin’, programa realizado por el Hospital Universitario de Santander, HUS y el equipo del College Medical Of Wisconsin, que beneficia a la población vulnerable del Nororiente Colombiano con malformaciones congénitas, que por cuestiones económicas no pueden acceder a procedimientos quirúrgicos.

Dumit-Minkel es una manizalita apasionada por la salud: fisioterapeuta, enfermera y médica, con una vocación de servicio inigualable. Hace 57 años vive en Estados Unidos, país en donde conoció a su segundo esposo, sin saber que a través de él llegaría a hacer misión en su natal Colombia.

Según relata, hace algún tiempo, la Organización ‘Healthy Children’ que llevaba niños de otras partes del mundo a Estados Unidos para operarlos se vio envuelta en problemas porque los niños que intervenían, que llegaban solos al programa por un tema económico, al regresar a casa no encontraban a sus padres, quedando huérfanos.

Al ver la situación, uno de los médicos de esa iniciativa, que hoy integra la Misión Médica, propuso viajar a los países en lugar de trasladar a los niños a Estados Unidos.

“Diane March, amiga de una enfermera del College Medical Of Wisconsin, que había adoptado una niña en Bucaramanga se enteró de la propuesta de los médicos estadounidenses y se comunicó con el pediatra de su hija en Colombia, que a su vez contactó a Carlos Ramírez y le comentó la idea”, relata Dumit-Minkel.

“Mi esposo, que es anestesiólogo discutió la idea con el médico de ‘Healthy Children’. Días más tarde me contactaron para que les tradujera una carta que habían recibido del HUS en donde aceptaban crear la misión”, agrega.

Según recuerda Carlos Ramírez, a las dos semanas vinieron al Hospital y atendieron cerca de 40 pacientes.

A partir de ese momento, año a año se ha realizado la misión. Un proyecto que ha beneficiado alrededor de cuatro mil personas en Santander y departamentos vecinos.

Este año el 80 % de los pacientes intervenidos serán menores de edad.

Preguntas y Respuestas

- ¿Qué siente al saber que la misión cumple 34 años?

Es una satisfacción muy grande. Uno esperaría que después de tantos años se pierda el interés, pero nosotros nos animamos a seguir y que los profesionales que vienen detrás vean que la misión es importante. Es emocionante ver bien a los pacientes al año siguiente de las cirugías. Ver una labor cumplida nos llena de satisfacción.

- ¿Cómo se preparan para venir cada año a la misión?

Como generalmente en cada visita tenemos los mismos casos, hemos destinado todo un instrumental para las intervenciones. Instrumental que hemos comprado poco a poco, o que nuestros hospitales nos han donado, porque en Wisconsin también saben de la misión. Todo el año pensamos qué necesitamos traer. Desafortunadamente las aerolíneas han cambiado mucho, cuando empezamos nos ayudaban, hoy en día todo es un problema, nos cobran hasta el último centavo por lo que traemos. Muchas veces quisiéramos traer más, pero no podemos porque los costos han ido elevándose.

- ¿Cómo se financia la misión?

Tenemos un fondo, nosotros mismos nos costeamos nuestros pasajes y la estadía, nadie nos paga. En nuestra organización no hay nadie pago, todos somos voluntarios.

- ¿Por qué se enfocaron en intervenir pacientes con malformaciones congénitas?

Desde el punto de vista médico la misión es muy enriquecedora porque nuestros profesionales son cirujanos plásticos reconstructivos. Sin embargo, lo más importante es poder ayudar a aquellas personas que más lo necesitan. Piense por un instante en que su hijo nació con alguna malformación, como mamá lo primero que uno quiere es ayudarlo y hacerlo lo más normal posible. Eso hacemos nosotros, cambiar vidas. No son cirugías cosméticas, son intervenciones reconstructivas que los alejan de posibles complejos psicológicos a futuro.

- ¿Qué ha hecho que la misión se mantenga vigente en Bucaramanga? ¿Han pensado visitar otras ciudades?

Indudablemente el compromiso del Dr. Carlos Ramírez, en esto debe haber una cabeza que se apersone de los pacientes, que tenga interés en sus procesos y en su recuperación. Al principio estuvimos en Manizales y en Cartagena, pero la falta de tiempo y de colaboración de los hospitales nos impidió continuar. En el HUS todas las administraciones, buenas o malas han dicho sí, por eso seguimos aquí. Puede que no hagamos miles de casos pero lo que se hace está bien, además sabemos que el Dr. Ramírez les hace seguimiento, pues no se trata solo de operarlos y decir adiós. Si quisiéramos ir a otros lugares, el problema es ¿Dónde está la cabeza? Necesitamos que alguien se comprometa con los pacientes.

- En tanto tiempo de misión hay mil historias por contar, ¿Hay alguna en especial que la haya marcado?

Hace muchos años llegó un niño, tal vez de ocho o nueve años, con Sindactilia (fusión congénita o accidental de dos o más dedos entre sí) en busca de ayuda. Nos impactó porque llegó solito y desde muy lejos. Sus padres habían oído que estábamos aquí y decidieron que viajara sin compañía porque solo tenían dinero para un pasaje. Lo valoramos, y en dos visitas operamos sus manitas. Le seguimos el rastro y lo encontramos más o menos de 14 años en una clínica muy enfermo. Desafortunadamente se nos desapareció.

- ¿Qué ha sido lo más complicado en tantos años de misión?

Hay cosas que son difíciles, tal vez lo más complicado es definir qué empacamos, lo que más se necesita, lo que el Hospital no tiene. El año pasado nos donaron un aparato de Rayos X muy importante, que no hay aquí y que está en buenas condiciones, pero no pudimos traerlo porque hay una ley del Gobierno que impide traer instrumentos médicos que tengan más de cinco años en uso. El Hospital no lo podrá comprar porque vale miles de dólares... Es absurdo que los pacientes no se puedan beneficiar de algo tan importante, que va a mejorar inmensamente su procedimiento por este tipo de prohibiciones.

- ¿Cómo ve las instalaciones del HUS?

Han mejorado bastante. El Gerente ha hecho una buena labor. A nosotros nos ha tocado el hospital desbaratado completamente y en 34 años nos hemos dado cuenta cómo ha evolucionado, para bien y para mal. Indudablemente esta vez lo veo mejor, lo más importante es que las mejoras sean dirigidas a la atención del paciente.

- ¿Qué piensa del sistema de salud en Colombia?

El problema de salud es mundial. Aquí como en todas partes la salud es un problema. ¿Cómo solucionarlo? Esa es la pregunta del millón, la salud es muy costosa y mientras más avance, el costo será más elevado. Lo mejor es cuidarnos, la prevención es muy importante. Muchas de las enfermedades que tenemos las podemos evitar.

¿Qué siente al regresar a casa una vez terminada la misión?

Siempre me voy triste de dejarlos, pero pensando cómo podemos mejorar. Todos los años, tres semanas después de llegar hacemos una reunión en donde definimos cómo nos fue, qué nos faltó, qué hicimos mal, qué no debemos llevar...

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Publicado por Claudia Isabel Delgado

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