El regreso a la presencialidad en las aulas, en el inicio del año lectivo 2022, ha evidenciado los problemas que asfixian a los alumnos de Bucaramanga, tales como: el microtráfico, la inseguridad, el matoneo, los niños armados y el abuso sexual.
Al reabrirse las escuelas y los colegios en Bucaramanga todas las medidas de precaución, tanto dentro de las aulas como fuera de ellas, se centraron para evitar la propagación del coronavirus; no obstante, se desconocieron otros peligros que amenazan a la población estudiantil y que, en solo unas cuantas semanas de regreso a la presencialidad, han pasado sus cuentas de cobro.
Nada más en Bucaramanga, la ruta de prevención y de seguimiento a la educación dejó en claro el recrudecimiento de asuntos neurálgicos tales como: el matoneo, el microtráfico que merodea los alrededores de los planteles, los casos de abusos sexuales a estudiantes, la presencia de jóvenes armados dentro de las aulas e incluso la inseguridad que se ‘disparó’ en los entornos de las instituciones educativas y que, de manera lamentable, ya dejó a una estudiante vilmente asesinada.
Para Gonzalo Ordóñez, catedrático de la Universidad Industrial de Santander, UIS, “al parecer las autoridades no han evaluado el nivel de desarrollo social con el que regresaron los estudiantes; es decir, no midieron temas como la salud mental y las relaciones con las normas de las convivencia, con la autoridad y con los mismos compañeros”.
Agregó que en asuntos como el microtráfico y la inseguridad, “a todas luces es claro que no se contemplaron líneas de acción que le pusieran un cerco a la delincuencia que merodean a tales planteles”.
Para Yani León, investigadora y experta en educación, “los incrementos en las cifras de hurto y en general de la violencia en los alrededores de los planteles están asociadas a la falta de autoridad y de medidas de prevención”.
“En cuanto al consumo de sustancias alucinógenas el tema no es nuevo; yo diría que se está incrementando el consumo interno, especialmente en los jóvenes que son infiltrados por las redes de microtráfico en los colegios y las universidades”.
Por otro lado, según la experta, “si bien la Policía viene realizando esfuerzos para desarticular las redes de distribución de drogas en la ciudad, ello es insuficiente si los esfuerzos no se dirigen también a prevenir el consumo en los jóvenes, especialmente en los espacios educativos”.
“Y esto no solo se logra ahuyentando a los jíbaros de los colegios. Se requiere enfrentar el problema, realizar diagnósticos públicos que permitan hablar sin tapujos del tema y evaluar si las estrategias empleadas para su prevención están funcionando al interior de los colegios o se requiere hacer ajustes”, puntualizó.
Esta es la radiografía de las cinco amenazas que hoy afrontan los estudiantes de los colegios de Bucaramanga, tras el regreso a la presencialidad en un 100%. Veamos:
1. EL MICROTRÁFICO
Los jíbaros, esos que venden drogas alucinógenas en inmediaciones de los colegios, se han multiplicado. De hecho, las acciones operativas desplegadas por la Policía en zonas como la Calle de los Estudiantes, el Norte, Morrorrico y demás escenarios públicos, dejan resultados contundentes frente a ese delito. Nada más durante la primera semana de marzo se produjeron 143 capturas; es decir, un promedio de 20 al día. En estas acciones se ha logrado la incautación de 85 gramos de cocaína, 141 gramos de base de coca, 83 gramos de bazuco, un kilo de marihuana y 148 pastillas de drogas sintéticas.
2. INSEGURIDAD EN LOS ENTORNOS ESCOLARES
Tanto a la entrada como a la salida de los diferentes planteles educativos, los jóvenes quedan de manera literal a la deriva, pues no hay cordones de vigilancia y las vías de evacuación e ingreso quedan a merced de los hampones.
De acuerdo con las cifras oficiales, en lo que va corrido del año, 123 alumnos han sido víctimas de asaltos por parte de delincuentes que rondan tales establecimientos educativos. En cuanto a la seguridad de los entornos escolares, la fuerza pública viene aplicando medidas en las entradas y salidas de las instituciones en donde hay mayor presencia de estudiantes.
3. NIÑOS Y JÓVENES ARMADOS
Al retornar a las clases presenciales, reaparecieron los riesgos que corren los estudiantes de Bucaramanga por cuenta de algunos alumnos que ingresan diferentes armas blancas y elementos cortopunzantes a los centros educativos, generando temor entre la comunidad estudiantil.
En un reciente caso, una discusión entre dos alumnos de la Normal Superior dio paso para que uno de ellos sacara una navaja de su bolso y amedrentara a la víctima, demostrándole que la atacaría en el abdomen si continuaba con las intimidaciones de las que era objeto. El caso está en fase de investigación.
4. CASOS DE MATONEO
Pese a las actividades preventivas contra el matoneo, en los colegios de Bucaramanga resurgieron situaciones de alumnos golpeados, amenazados, aislados de manera deliberada o ‘presos’ de diferentes formas de maltrato sicológico, verbal, físico o a través de medios electrónicos procedentes de sus propios compañeros. En este regreso a la presencialidad, se ‘disparó’ en 20% los casos reportados por los padres de familia y los propios jóvenes. Las cifras preocupan a las autoridades, sobre todo si se tiene en cuenta que no todos los casos se denuncian.
5. ABUSO SEXUAL
El abuso sexual en las aulas continúa. Esta semana la propia Alcaldía de Bucaramanga interpuso una denuncia ante la Fiscalía por presunto abuso sexual a un estudiante por parte de un docente, el cual fue apartado de su cargo. Tras la situación presentada y con el interés de proteger los derechos de los niños y adolescentes, se activó la ruta de atención integral para la convivencia escolar. Además, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, como entidad responsable del tema, dio apertura al proceso de restablecimiento de derechos del menor.
