Las calles de este emblemático sector de Bucaramanga, donde predominaban locales comerciales, restaurantes y bares, han cambiado tras la pandemia. Vanguardia realizó un recorrido por las principales vías de Cabecera y encontró más de 50 establecimiento vacios.
Transitar por Cabecera, antes de la pandemia, era entretenerse con vitrinas, sonidos y olores. Más de 100 días después, el panorama de estas calles cambió por completo. Y es que, aunque todavía no hay cifras de cuántos negocios cerraron en esta zona de Bucaramanga, el drama es evidente.
“Es triste. Salgo casi todos los días a recorrer estas calles desde hace más de 30 años y en los últimos tres meses he notado el cambio. Es como retroceder en el tiempo, cuando la zona era netamente habitacional, pero peor, porque sabes que en el negocio de la esquina trabajaban seis personas, en la panadería de la otra cuadra, cuatro, y así sucesivamente. Todos sin empleo, todo vacío”, comentó a Vanguardia Leonardo Cortés, quien vive en la zona desde hace 30 años.
En el recorrido que realizó Vanguardia, encontró cerca de 10 locales con avisos de arriendo, solo en la carrera 35 entre calles 51 y 53. Lo que antes de marzo de 2020 era una zona ideal para ir a comer o de compras se ha convertido en la materialización de los estragos de la pandemia.
Así lo asegura Claudia Ximena Martínez, administradora del Centro Comercial Quinta Etapa, quien ve con incertidumbre la transformación de esta zona de la ciudad.
“Es desolador, desalentador. Nadie previó este panorama. Como el comerciante no tuvo músculo económico y sin ayuda en arriendos, no hay quien aguante. Pero no nos debemos quedar en la lamentación”, afirmó Martínez.
Para Hernando Durán Gómez, gerente Centro Comercial Cuarta Etapa, el cierre de cerca del 20% de los locales del centro comercial es reflejo del estado económico de la ciudad.
“Hay locales que ya no están porque no tienen la capacidad económica para costear el arriendo, los empleados, los impuestos. Otros han tenido la capacidad económica, pero ante lo inesperado prefieren hacer una pausa y esperar a que la situación se calme”, explicó Durán.
Estos dos centros comerciales han implementado duros protocolos de bioseguridad porque aseguran que lo importante es que el consumidor tenga confianza, esté tranquilo, que no haya temor alguno de contagio.
“La situación del comercio en Bucaramanga ha sido de mucha incertidumbre, entonces lo primordial también es la desinfección de los espacios, para garantizar un espacio apropiado para los clientes. Aunque es claro que entre más tiempo duren las restricciones, menos gente las va a aguantar y habrá más recesión en el comercio”, dijo Durán.
Al respecto, Alejandro Almeyda, director ejecutivo de Fenalco Santander, aseguró que al restringirse la movilidad por la crisis sanitaria era inevitable que se afectaran las ventas, que para la mayoría del gremio son presenciales.
“De esto se deriva que sin el debido ingreso se hacen más difíciles los acuerdos de negociación con locatarios y el cierre de los negocios. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que hay una falta de incentivos y de acceso a financiación que ayude a los comerciantes a sostener sus negocios”, afirmó Almeyda.
Tanto para el líder gremial como para los comerciantes, es necesario que la administración local siga dispuesta a impulsar la economía de la zona que también incluye restaurantes y bares.
“Estamos trabajando para que se pueda abrir nuevamente nuestra plazoleta de comida. Los restaurantes y bares han resultado muy afectados y de ese tipo de comercios estaba lleno cabecera”, dijo Claudia Martínez.
Ante este nuevo aspecto del sector, Mariela Flórez, propietaria de una vivienda cerca al Parque San Pío, aseguró que además de la economía preocupa la inseguridad, pues al no haber el mismo flujo de personas que antes de la pandemia, el sector se siente más solo y vulnerable.
“Uno salía a hacer compras, así fuera de mercado, y se encontraba con un sector vivo, muchas personas, mucha celaduría privada, muchos locales con personas dispuestas a ayudar ante cualquier circunstancia. Si en una calle hay siete comercios, y todos cierran, esa calle se ve desolada y puede ser utilizada para robar”, comentó la mujer.