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“Solo siento una molestia mínima en el brazo”: Bumangués que recibió vacuna contra Covid-19 en Estados Unidos
- EFE / VANGUARDIA
La vacuna contra el Coronavirus llegó a la vida de Carlos Hernán González antes de lo esperado. Este bumangués de 38 años, radicado hace 11 en Nuevo México, Estados Unidos tenía claro que iba a recibir la inmunización contra el virus, pero no imaginaba que sería tan pronto.
Una llamada de la empresa donde trabaja como ingeniero le abrió la posibilidad de recibir la vacuna, pese a que en las primeras fases la prioridad es el personal médico y los adultos mayores.
“Me llamaron de recursos humanos y me preguntaron ¿quieres la vacuna?, aunque previamente ya nos habían interrogado y yo había manifestado que si podía ser el primero en la línea lo quería hacer. Mi familia también vive aquí y ellos están dudosos. Yo siempre tuve claro que apenas tuviera la oportunidad de vacunarme lo iba a hacer”, relata Carlos Hernán.
Esta oportunidad pudo tomarla debido a que cuando no hay el flujo esperado de personas para vacunar, empiezan a llamar a otras para que reciban la inyección, en lugar de arriesgarse a perder el medicamento una vez esté fuera de su ambiente. Así las cosas, González recibió la primera dosis de la vacuna el jueves 7 de enero a las 4:00 p.m.
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“Recibí la llamada y me indicaron a qué lugar debía dirigirme. Fui al parqueadero donde acostumbran a hacer las ferias. Allí tienen toda la logística. Me guiaron hasta el lugar donde debía estacionar y todo fue desde mi carro. Se me acercó una enfermera, me pidió mi licencia y mi tarjeta de seguro médico, me registraron y a los 10 minutos volvió con la inyección y el certificado de vacunación”, dijo.
Una vez aplicado el fármaco, Carlos Hernán tuvo que esperar 20 minutos en su vehículo por si registraba alguna reacción adversa. Pasado ese tiempo recibió la visita de un médico, quien después de algunas preguntas lo dejó volver a su casa. En tres semanas deberá volver por la segunda dosis.

“Te entregan una hoja donde te dicen los síntomas que puedes sentir y las recomendaciones de cuidado durante las siguientes tres semanas para evitar algún contagio. Realmente solo siento una molestia mínima en el brazo, no he tenido fiebre o alguna otra reacción. Todo ha transcurrido bien”, refirió.
“Hay que documentarse”
Para este ingeniero electrónico, egresado de la Universidad Pontificia Bolivariana, vacunarse siempre fue una opción, por eso ocupó tiempo averiguando con fuentes cercanas los pormenores del proceso.
“En Colombia tenía una amiga de la UIS que ahora vive en Boston y trabaja en Harvard en el campo de la investigación, la llamé y le pregunté por la vacuna. La última vez que hablamos me dijo que se la iba a aplicar y desde ese momento me dio la confianza para hacerlo”, contó.
Para este bumangués lo más importante es informarse, pero de manera segura con las fuentes adecuadas. “El error en el que hemos caído todos es creer en cadenas de información de gente que no sabe nada y que lo único que causan es miedo colectivo. Les recomiendo que si van a creerle a alguien tenga conocimiento científico”.

Además de contar su experiencia, Carlos Hernán busca que con su testimonio sus familiares, amigos y personas cercanas le pierdan el miedo a la vacunación.
“Siempre me ha dado risa y me ha molestado al mismo tiempo el pensamiento de muchas personas de esperar si a otros les dan efectos secundarios para tomar la decisión. Si tenemos esa mentalidad nunca vamos a saber si va a servir o no y no vamos a conseguir que haya una vacunación colectiva”, argumentó.
A pesar de la vacuna, manifestó que seguirá siendo muy cuidadoso pues su esposa y sus dos hijos aún no reciben el biológico, lo que significa seguir manteniendo las medidas de autocuidado que han practicado hasta ahora.