miércoles 20 de octubre de 2021 - 11:15 AM

Recuerdos del icónico tobogán que alegró la infancia de centenares de santandereanos

Años atrás, en una región en crecimiento y sin el desarrollo tecnológico de la actualidad, lanzarse de un inmenso tobogán era uno de los mejores planes para hacer en el área metropolitana de Bucaramanga. Vanguardia recuerda cómo se vivía esta aventura.

Se trata del tobogán de la sede recreativa Campoalegre de la caja de compensación Cajasán, ubicada a un costado de la autopista a Piedecuesta. Para muchos, es uno de los escenarios que la memoria se niega a olvidar, pues para toda una generación fue el lugar especial donde se departía con familiares y amigos. ¡Cuánta felicidad!

Allí todos querían ir. Desde la autopista que conduce a Piedecuesta se divisa la enorme estructura azul que desde lo alto serpentea hasta desembocar en una piscina. Solo los más osados de los años 80 y 90 se atrevían a deslizarse por ahí.

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- ¡Papi, mami! ¡Yo quiero venir! ¡Miren el tobogán! - Les gritaba emocionado Juan Manuel Morales a sus papás cada vez que pasaban por la vía nacional.

"Siempre anhelaba que me llevaran allá, de camino a Piedecuesta siempre lo veía. Ir a piscina y además con tobogán era una atracción innovadora. Como uno estaba más 'pelao' lo veía mucho más grande", recuerda a sus 30 años de edad.

Para aquella época en el área metropolitana no había tantos conjuntos como ahora, y eran muy pocos los que tenían piscina. La sede recreativa era algo extraordinario. Subirse al tobogán era un reto que solo los valientes aceptaban.

"Era una osadía lanzarse. Tenía varias curvas y uno sentía que se podía salir, era una atracción cargada de adrenalina, lo que lo hacía muy interesante", describió Morales.

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Aunque Juan Manuel ha disfrutado de Campoalegre desde sus ocho años, asegura que solo hasta sus 12 años tuvo la edad y las agallas suficientes para sumergirse en esta aventura."Se necesitaba coraje. Al subir a la parte más alta, donde finalizaba la escalera, se alcanzaba a ver toda la autopista, arborización y parte de la sede. Esto le imprimía un toque más alto de adrenalina, a tal punto que muchos retrocedían, ante semejante panorama decían 'yo no me le mido'. Otros que se animaban a lanzarse, preferían no repetir...".

Aquella atracción era tan particular que incluso se debía ingresar por una taquilla específica, en la que se verificaba el cumplimiento de los requisitos, pues solo lo podían usar mayores de ocho años y estaba prohibido para mujeres embarazadas. Se debía esperar una hora después de haber ingerido alimentos para hacer uso del tobogán.

"No se podían subir niños pequeños, porque al ser tan livianos se podrían salir por el impulso que podrían tomar en el descenso", señaló Morales.

Entre los reglamentos se especifica que los lanzamientos se deben realizar de a una persona con intervalos de al menos 10 segundos. Se debe permanecer boca arriba sentado o acostado, con los pies adelante, sin intentar girar o levantarse. Al caer a la piscina, la persona debe retirarse de inmediato de la zona de llegada para dar espacio al siguiente turno.

Atracción estrella

Visitar la sede recreativa era la oportunidad para unir a toda la familia, la excusa era ir a piscina. Igualmente, se podía disfrutar de las zonas verdes, juegos para niños, áreas de camping y escenarios deportivos como las canchas de fútbol, minitejo, bolos, tenis... Pero el tobogán era la estrella del lugar.

"La sede es muy amplia, recuerdo el voladero de cometas. Todo era muy bonito, pero realmente se reunía toda la familia en torno al tobogán. Era el impulso de los niños y jóvenes lo que terminaban arrastrando a toda la familia, todo por ir detrás de esta atracción", resaltó Morales.

En Bucaramanga eran pocas los espacios similares. Desde entonces Campoalegre ha sido muy concurrido, porque además de su novedad, su tarifa es muy asequible al tener precios cómodos para los afiliados de las diferentes categorías.

Historia

El arquitecto Eduardo Giraldo Bermúdez fue quien formuló el proyecto que dio vida a este tobogán. Recuerda que para la época estaba de gerente de Cajasan el ingeniero Emiro García, quien entró a liderar la caja de compensación en medio de una crisis económica. "En ese momento la Superintendencia de Sociedades intervino a Cajasan porque estaba en quiebra. Emiro se hizo cargo y me llamó a mí para ver qué podíamos hacer con esta finca".

Ante esta petición, Giraldo Bermúdez le respondió que la única forma de darle vida a la finca era ponerle elementos de atracción para que la gente se apropiara del lugar. "García fue el promotor de la iniciativa. Yo hice el proyecto, formulé los pliegos y una licitación privada. La junta directiva de ese momento lo aprobó y se la ganó arquitecto contratista Christian Melo McCormick, mientras que yo hice la interventoría de la construcción".

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La idea era que, aparte del supermercado, Cajasan fuera reconocido por esta sede recreacional. "El tobogán fue fabricado en Bogotá, luego se instaló y se puso al servicio. Fue algo muy novedoso y sirvió para que la compañía se destacara al ampliar los diferentes servicios en la finca para que la gente se animara a ir los fines de semana", relató Giraldo.

El arquitecto destacó que para Cajasan fue toda una odisea financiar dicha obra por las condiciones tan difíciles en que estaba la empresa. "Era una empresa fallida, en ese instante realmente estaba al borde de la quiebra. Emiro García tuvo que trabajar con la Superintendencia”.

Actualmente, este togobán sigue en funcionamiento.

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