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Colombia
Jueves 25 de septiembre de 2014 - 12:00 PM

Colombia avanza lento en el manejo de residuos electrónicos

La pendiente de crecimiento de consumo de tecnología está cada vez más empinada en Colombia

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Colombia avanza lento en el manejo de residuos electrónicos (Foto: Archivo/VANGUARDIA LIBERAL)
Colombia avanza lento en el manejo de residuos electrónicos (Foto: Archivo/VANGUARDIA LIBERAL)

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Colombia avanza lento en el manejo de residuos electrónicos (Foto: Archivo/VANGUARDIA LIBERAL)

Un estudio de la consultora Flurry Mobile ubicó al país en el primer lugar en tendencia de crecimiento de uso de teléfonos inteligentes en el mundo. Y así como la flecha que indica cuántos colombianos cuentan con una línea de telefonía móvil o están conectados a internet tiende a subir, la flecha que muestra la cantidad de basura electrónica generada por los aparatos con los que logramos la comunicación ágil característica de estos tiempos, también va en la misma dirección.

Con los computadores y tabletas sucede algo similar. De los primeros, en el mercado se encuentran los computadores de escritorio o desktop, los all in one y los portátiles o laptop que pueden ser notebook, ultrabook o convertible. Las tabletas vienen en varios tamaños y su variación está ligada más a la capacidad de disco y al sistema operativo, que al hecho de tener diferentes diseños exteriores. En todo caso hay tecnología para todos los gustos.

A este catálogo de numerosas opciones para “engallarse” con la mejor tecnología, se suman otras particularidades: la rapidez con la que se mueve el mercado para traer la última tecnología disponible, los precios que son cada vez más asequibles, un Gobierno que quiere destacarse por tener ciudadanos digitales y va a zonas apartadas del país entregando dispositivos, la llegada de la tecnología 4G y unos aparatos que se vuelven obsoletos cada vez más rápido o un buen día dejan de funcionar. Lo cierto es que a pesar de la felicidad que brinda tener un nuevo gadget en casa, los que van quedando en el rincón del olvido se vuelven, uno tras otro, en una amenaza ambiental para el planeta.

Además de la oferta diversa de prototipos, otros factores han coincidido para que los colombianos asistan a una especie de fiesta donde se reparten aparatos tecnológicos en bandejas de plata. La desindustrialización ha hecho de Colombia un importador neto de tecnología en todas las escalas. Más que producir, al país llegan toda suerte de aparatos provenientes de distintos países, desde los celulares, tabletas y computadores más apetecidos hasta sus imitaciones “made in China”. Las compras por Internet, la digitalización de servicios y las nuevas dinámicas de acceso a la información son unas cuantas prácticas que promueven el uso de estos aparatos que se han convertido en el control remoto de las actividades diarias. Basta oprimir una tecla para hacer una gran transacción financiera, una compra al otro lado del continente o ver la repetición de la jugada del partido Colombia-Brasil en Fortaleza y corroborar que sí fue gol de Yepes.

De acuerdo con estudios del Instituto Federal Suizo de Investigación y Prueba de Materiales y Tecnologías (EMPA) en Colombia entre 2000 y 2007 se generaron aproximadamente 45.000 toneladas de residuos de computadores y periféricos. El mismo estudio estimó que, solo durante el año 2007, se generaron entre 6.000 y 9.000 toneladas de residuos de computadores, monitores y periféricos, lo que corresponde entre 0,1 y 0,15 kg por persona.

Las proyecciones de EMPA indican que al año 2013 en Colombia se podrían haber generado entre 80.000 y 140.000 toneladas de estos mismos residuos, proyectando que no se hubiera avanza significativamente en su recolección y disposición final ambientalmente adecuada. Este cálculo prendió las alarmas para empezar a hacer lo correcto con la basura electrónica, disminuyendo la posibilidad de que termine en rellenos sanitarios, vertederos o lugares donde representen un peligro para el medio ambiente y la salud.

Si los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) se desecharan de manera adecuada, además de evitar la contaminación del medio ambiente, se aprovecharían mejor ya que por la variedad de materias primas que componen estos aparatos, son una fuente de recursos. Muestra de esto es que, de acuerdo con EMPA, “45.000 toneladas de computadores que hay acumuladas en Colombia a 2007 contienen alrededor de 3.000 toneladas de cobre lo que equivale a un valor de más de 25 millones de USD (según precios de cobre del inicio de 2008)”.

En julio de 2013 fue sancionada la Ley 1672 sobre gestión integral de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, que complementa las resoluciones que ya había dictado el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) sobre la disposición final de los llamados residuos posconsumo bajo el principio de la responsabilidad extendida del productor, un concepto introducido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como un principio político bajo el cual - palabras más, palabra menos- se amplía la responsabilidad de los fabricantes con sus productos de forma que no solo se preocupen por la producción sino también por el bueno uso y la correcta retoma, reciclaje y disposición final de los residuos que quedan.

UN RIESGO PARA LA SALUD

Como su nombre lo indica, los residuos posconsumo son desechos que quedan una vez se ha consumido el producto o se ha utilizado. Los celulares, tabletas y computadores generan residuos posconsumo al ser aparatos tecnológicos que una vez han sido utilizados no se deben botar a la caneca, como ocurre con la basura convencional, sino que se apartan con el fin de devolverse y recibir tratamientos especiales de disposición final.

Sin embargo, los colombianos no suelen hacer esta diferenciación entre los desechos y la tendencia ha sido que quienes tienen celulares, computadores y otros equipos de comunicación que ya no funcionan o no se utilizan, los guardan en la mesa de noche, en las cajas donde venían cuando fueron comprados, debajo de los equipos nuevos o en un depósito. Así como por diversas razones se cambian los aparatos cada cierto tiempo, son varios los motivos que tienen las familias y las personas para no querer desprenderse de estos aparatos manteniéndolos en casa así no estén en uso.

Con el paso de los años acumular basura electrónica en casas o bodegas puede representar un peligro para la salud de las personas y del ambiente. Todos los equipos electrónicos contienen materiales potencialmente peligrosos y son fuente de materias primas que al ser reciclados o sometidos a procesos especiales de disposición final, podrían permitir un mejor aprovechamiento de los recursos del planeta Tierra.

“La gente debe tener conciencia de que el aparato no genera ningún riesgo durante su uso, pero es muy importante asegurarse que cuando ya no se utilice más, quede en manos de quienes sepan hacer una correcta disposición final” afirma Erika Suárez, Subgerente de Servicios Ambientales de la compañía colombiana Lito S.A. que se dedica a la gestión de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, RAEE.

¿Cuáles son estos componentes peligrosos? Celulares, computadores, tabletas y todos sus parientes electrónicos, tienen “vida” gracias a una mezcla de componentes químicos como plomo, que se encuentra en las pantallas grandes que usaron los computadores de escritorio hasta hace unos años; litio, material del que están hechas las baterías; cobre, mercurio, níquel, y metales preciosos como oro, plata y paladio, son solo algunos de los principales elementos de una larga lista. Cuando un aparato viejo que ya no se usa se tira a la caneca de la basura o se entrega a quienes no pueden asumir procesos adecuados de disposición final de estos aparatos, se corre el riesgo grave de que todos esos componentes peligrosos y tóxicos que tienen, sean liberados al ambiente, en vertederos o rellenos sanitarios.

Al respecto, la Universidad de Queensland realizó una revisión sistemática de las investigaciones realizadas acerca de los riesgos para la salud relacionados con la exposición a la basura electrónica que deriva en el contacto directo con materiales nocivos como el plomo, el cadmio, el cromo, retardantes de llama bromados o bifenilos policlorados (PCB), de la inhalación de vapores tóxicos, así como de la acumulación de sustancias químicas en el suelo, el agua y los alimentos provenientes de aparatos como celulares, tabletas y computadores. En países africanos, indica el estudio, la exposición a estos desechos ha causado abortos entre las mujeres en estado de embarazo, partos prematuros y nacimientos de bebés con bajo peso o estatura que lo normal. Se trata de lugares en donde se ha depositado en el pasado basura electrónica proveniente de otros países o donde es usual el reciclaje informal de estos materiales, con técnicas como quemar los cables para obtener cobre, una práctica altamente tóxica para el cuerpo humano.

EL RETO INMEDIATO

Además de las definiciones regulatorias, el principal reto es habituar a los colombianos a entregar los residuos. “El país tiene un gran reto porque en Colombia generamos más de 100 mil toneladas de residuos posconsumo y pareciera que la gestión se queda perdida frente a la magnitud por una falta de cultura. La gente no tiene idea: la ley está, las empresas están y los mecanismos están, pero la gente no sabe”, indica al respecto Magda Sánchez, coordinadora del programa de residuos posconsumo de la Universidad Nacional de Colombia.

Aunque la responsabilidad de que los aparatos finalicen su vida respetando el ambiente es de los fabricantes, los consumidores juegan un papel crucial en el flujo exitoso del ciclo. Revisar qué aparatos hay en casa que ya no se utilizan es altamente recomendable, no solo para llevarlos a un punto de recolección o llamar para que sean recogidos, sino para verificar su estado y si otras personas podrían darle un uso antes de desecharlo.

La palabra clave es aprovechamiento, mientras más jugo se le pueda sacar a los aparatos, mucho mejor. Si definitivamente ya han cumplido su ciclo, entregarlo para disposición final es el siguiente paso. Así las cosas, los consumidores tienen unas responsabilidades frente a la disposición final de los residuos, como entregarlas a fabricantes o sistemas avalados por las autoridades ambientales y no poner en riesgo la salud y al medio ambiente dando un uso inadecuado a los desechos.

* Fragmento del reportaje presentado como trabajo de grado en el programa de Periodismo y Opinión Pública de la Universidad del Rosario (Bogotá).

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Publicado por COLPRENSA

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