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Viernes 10 de julio de 2020 - 12:00 PM

Falta de Estado, pobreza o costumbre

Hasta el momento la tragedia que esta semana ocurrió en Tasajera, Magdalena, ha dejado 26 muertos y cerca de 60 heridos. Expertos hablan sobre la costumbre del saqueo, muy común en esta región del país.

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Fotoilustración  / VANGUARDIA
Fotoilustración / VANGUARDIA

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Fotoilustración / VANGUARDIA

“Lo que hoy muchos llaman imprudencia, no es más que la lucha de nuestro pueblo por la supervivencia!”. Con estas palabras el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, describió la tragedia que esta semana se registró en Tasajera, un pueblo de cerca de 33 mil habitantes.

Tasajera es un corregimiento del municipio de Puebloviejo, a orillas de la Ciénaga Grande de Santa Marta, en donde casi la totalidad de la población trabaja en la cadena de producción pesquera artesanal, que en los últimos años ha venido en decadencia por los problemas ambientales que sufre el cuerpo de agua.

La gran mayoría de las familias obtienen su sustento de la carretera y para nadie es un secreto que hacen parte de las cifras de desempleo reveladas recientemente por el Dane, en donde para mayo de 2020 se ubicaron en 21,4% para el total nacional, lo que significó un aumento de 10,9 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado (10.5%).

Sin embargo, diversas opiniones se han escuchado de este hecho que enluta a estas familias de jóvenes, que en la lucha por llevar el sustento a sus casas murieron al explotar un camión lleno de gasolina.

“Encontrarse con algo de repente genera una alteración de los sentidos y de inmediato alguna emoción como miedo o alegría, dependiendo de qué es lo que nos encontremos. Los seres humanos siempre hemos vivido la fantasía de ser ricos pues, de alguna manera, ello está asociado a la felicidad”, explica el sociólogo y experto en cultura ciudadana, Álvaro Vecino.

Por eso, cuando ocurren casos como el de Tasajera, es comprensible que las personas se abalancen en busca de ese algo que les llega de repente y que puede ser beneficioso para ellos.

Es un impulso, una conducta instintiva donde no media la razón, solo la apetencia por conseguir el objeto que aparece de repente ante ellos, precisa el experto.

Lo anterior además se complementa con las condiciones materiales de estas personas, pobreza económica y escasa formación académica, lo que dificulta más un discernimiento de la situación y lleva a una mala interpretación del riesgo que se puede generar, además de la evidencia de la fragilidad de la solidaridad como valor.

En estos casos se impone lo individual sobre lo colectivo sin medir las consecuencias, precisa.

Hay que recordar que, sin medir las consecuencias, cientos de personas con “canecas” en mano llegaron para sacar la gasolina del camión cisterna en Tasajera.

Para Fabián Sanabria, doctor en sociología y docente de la Universidad Nacional, “el punto es que no se le puede pedir a gente que no tiene el mínimo vital que cuando le llegue una oportunidad no salga a buscarla”.

Para Sanabria, “es precaria la reacción que este país se indigne porque la gente iba detrás del camión a ver qué podía llevar y no lo haga porque el presidente despilfarre miles de millones en mejorar su imagen, cuando esa plata, que es de nuestros impuestos, los puede destinar a estas comunidades donde el Estado jamás ha llegado”.

“Lo que sucedió es pura supervivencia, es la necesidad más primaria que está mostrando en qué circunstancias está la población. Y eso demuestra cómo la geometría variable se distribuye el presupuesto y se lo roban”. Entonces, donde el Estado no da lo mínimo, donde no hay empleo, si me cae un camión del cielo, corro a ver qué consigo, así me queme, concluye el docente de la Nacional.

No es cultura es delito

Horas más tarde de ocurrir la tragedia en Tasajera, llegando a Barranquilla se accidentó un camión que transportaba cervezas. Allí también llegó la gente a “saquear” antes que ayudar al conductor.

Para Carlos Eduardo Kronfly, director del Programa de Derecho de la Fundación Universitaria San Martín, este tipo de conducta en derecho es conocida como “hurto atenuado por la necesidad”.

Para este experto, no es solo una cultura sino un comportamiento de una sociedad ‘enfermiza’ que no es atenta a los valores, sino todo lo contrario, en donde prima el egoísmo con atenuantes de necesidad.

En ese caso, explica, no recurrimos en favor de otros, sino que esas personas realmente lo que buscan es un beneficio, aunque sea pequeño, pero inmediato.

De acuerdo con Kronfly, sí es cierto que el Estado no ha llegado a muchos lugares, pero esa no puede ser la excusa para que las comunidades se conviertan en una sociedad ‘enfermiza’ y con falta de honradez, es decir, en una sociedad que roba.

“La conciencia del hurto esta metida de manera equívoca en una seudoformación de la sociedad y ha hecho un daño grave... no hay mayor enfermedad a lo que se llama “malicia indígena”, ha ido deprimiendo como cultura y sociedad y se ha ido convirtiendo en un modelo de alta aceptación”, concluye el directivo universitario.

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Publicado por Nelly Vecino Pico

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