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Colombia
Miércoles 06 de junio de 2018 - 12:00 PM

Las vueltas de alias Popeye con la Oficina

Dios lo bendiga, mi capitán, dijo Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, antes de darse la bendición, con las manos esposadas.

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En contra del exconvicto, capturado el pasado 25 de mayo, hay dos procesos penales en la actualidad. (Foto: Colprensa /VANGUARDIA LIBERAL)
En contra del exconvicto, capturado el pasado 25 de mayo, hay dos procesos penales en la actualidad. (Foto: Colprensa /VANGUARDIA LIBERAL)

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En contra del exconvicto, capturado el pasado 25 de mayo, hay dos procesos penales en la actualidad. (Foto: Colprensa /VANGUARDIA LIBERAL)

Luego se encendió el motor de la avioneta de la Policía, en la mañana del lunes 28 de mayo, y partió con el exsicario de Pablo Escobar desde el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín hacia la ciudad de Valledupar, donde de nuevo una cárcel se convirtió en su lugar de acogida.

En contra del exconvicto, capturado el pasado 25 de mayo, hay dos procesos penales en la actualidad. El primero, por cargos de extorsión agravada y concierto para delinquir agravado, se relaciona con el cobro de deudas del narcotráfico, en los cuales “Popeye” estaría involucrado.

Según la Fiscalía, este hombre y algunos compinches venían haciendo los cobros desde 2016, en particular a una familia de Medellín, a la cual le exigían 55.000 dólares. En la audiencia de control de garantías, el ente acusador informó que debido a la presión ejercida, una de las víctimas les alcanzó a entregar un automóvil Chevrolet Aveo tasado en 33’500.000 pesos.

El expediente precisa que Velásquez tendría negocios con dos miembros de la banda “la Terraza”: alias “Taborda”, hermano del cabecilla encarcelado Juan Pablo Taborda (“Yordi”); y “Chuta”, quien coordina el tráfico de marihuana en Aranjuez. Con esos personajes, entre otros, percibiría rentas ilegales adquiridas en los barrios Enciso, Buenos Aires, El Salvador y Belén.

El otro proceso penal se deriva de unas amenazas que profirió desde su cuenta de Twitter, el pasado 20 de mayo, en contra del candidato presidencial Gustavo Petro y sus seguidores. Por este caso, le imputaron cargos por hostigamiento agravado, amenazas, instigación a delinquir agravada y destrucción de elementos probatorios (por haber borrado el mensaje de su red social).

“Popeye” se declaró inocente en las dos audiencias. Le dictaron medida de aseguramiento y lo enviaron a la cárcel de Valledupar, donde esperará la citación al juicio.

Las mismas malas amistades

Cuando “Popeye” estuvo en la cárcel de Cómbita (Boyacá), se forjó una amistad con Ericson Vargas Cardona, alias “Sebastián”, quien hasta 2013 fue el máximo jefe de la organización mafiosa “la Oficina”.

Según se ha ventilado en procesos judiciales, Velásquez lo “conquistó” con varios actos de lambonería: asegurarle comodidades en la celda, gestionarle la protección en la penitenciaría y ayudarle a conservar su estatus de capo entre los demás presos.

Como recompensa, antes de ser extraditado en 2013, “Sebastián” ordenó a las bandas bajo el mando de “la Oficina” que le respetaran la vida a Velásquez, quien regresó a la libertad condicional al año siguiente.

“Popeye” estuvo 23 años y tres meses tras las reglas, por las atrocidades cometidas cuando perteneció al cartel de Medellín. Al volver a la calle, encontró una sociedad en la que la mitad lo rechazaba y la mitad lo aclamaba. En pleno auge de las narconovelas, el personaje logró capitalizar su imagen, en especial entre los jóvenes que no padecieron los horrores del narcoterrorismo de los 80 y los 90.

Se autodenominó “el General de la Mafia” y se aprovechó de las redes sociales para despotricar a diestra y siniestra y enriquecerse con el mito de Pablo Escobar. Creó la Popetienda para vender por internet prendas, libros y afiches, y la cuerda le alcanzó para autoproclamarse “defensor de derechos humanos”.

Por insólita que parezca la ironía, los seguidores en youtube, twitter e instagram lo graduaron de “divo” y llegó a participar en dos películas de sicarios y mafiosos.

Y por muy execrable que fuera la situación, el punto es que, a diferencia de otras personas que salen de las cárceles, “Popeye” tuvo una segunda oportunidad sobre la tierra. El destino le ofreció el chance de dedicarse a otras cosas, distintas de halar el gatillo y conspirar para el terrorismo.

A pesar de esto, no abandonó sus antiguas mañas. Los investigadores que le seguían la pista a Juan Carlos Mesa Vallejo (“Tom”), el sucesor de “Sebastián” en “la Oficina”, empezaron a enterarse de reuniones entre él y el esbirro de Escobar.

La relación entre ambos quedó confirmada el 9 de diciembre de 2017, cuando “Popeye” estaba presente en la fiesta de cumpleaños de “Tom”, en el momento en que la Policía allanó la cabaña y lo capturó en el municipio de El Peñol.

La Fiscalía cree que “Popeye” tenía montada una oficina de cobros sicariales en compañía de miembros de “la Oficina”. Las víctimas eran antiguos testaferros y narcos del Cartel de Medellín, a los que Velásquez conocía desde los 90 y a quienes les exigía el dinero de su patrón Escobar con intereses.

Una de la familias intimidadas fue la del narcotraficante Jairo Mejía, alias “JM”, quien perteneció al cartel y lo mataron en 1991, en Cartagena. Uno de sus hijos fue asesinado en 2015 en el municipio de La Estrella, situación que es materia de investigación.

“Popeye” duró 44 meses en libertad condicional. De acuerdo con las pesquisas judiciales, pudo más el peso de su pasado criminal, que la intención de forjarse un nuevo camino en la farándula. Su caso es el ejemplo de que la política de resocialización carcelaria en Colombia es un fracaso.

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Publicado por COLPRENSA

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