Nairo Quintana sonríe de nuevo

Su figura diminuta cubierta por el maillot rojo del Arkea, danza en el pelotón de los favoritos, un día tras otro, como hacía años que no se veía en el Tour de Francia. Nairo Quintana ha vuelto por la puerta grande y ha superado una primera semana que estaba cargada de obstáculos para él.
Tras dos años en los que ha estado lejos de los mejores en la ronda francesa, Quintana siente que puede volver a pelear por algo grande, con la mente puesta en los tres podios que ha firmado, los dos segundos puestos (2013 y 2015) y el tercero de 2016.
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A falta de que llegue su terreno más favorable, el de Boyacá aguanta entre los mejores, es décimo de la general a 2.13 del esloveno Tadej Pogacar, pero a menos de un minuto del tercer puesto.

Es el único colombiano que sigue entre los mejores, después de que Rigoberto Urán se dejara más de 7 minutos en la etapa de este domingo y Daniel Martínez perdiera más de 16.
La criba de la primera semana pudo con ellos, pero no con Quintana, que mira con optimismo lo que ha pasado y lo que queda por delante.
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Regresar al cajón de París era su objetivo declarado antes del inicio de la prueba en Copenhague, pero la ambición se ha reforzado con el paso de los días, a medida que Quintana ha ido superando las zancadillas que le pone la carretera.
El de Arkea se pone “buena nota” en su prestación hasta ahora, aunque reconoce que en La Plance des Belles Filles, primer final en alto de la edición, perdió “nos segundos interesantes”.
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“Nos defendimos en el viento, en las etapas llanas con el equipo, y sobre todo pasamos bien la etapa que nos quitaba el sueño, el ‘pavé’, que superamos con buena nota, con buen sabor de boca”, declaró.
Escenarios en los que, en el pasado, el colombiano se había acostumbrado a perder tiempo que le descalificaban en la pelea por los primeros puestos.
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Quintana ha ganado en experiencia y en serenidad. A sus 32 años afronta su noveno asalto al Tour y lo hace con una cara totalmente diferente, como si el tiempo le hubiera enseñado a relativizar la carrera que ha marcado su vida de ciclista.
Habitualmente taciturno, Quintana se muestra ahora más abierto y dicharachero, reparte bromas entre los periodistas y se le ve más integrado en el equipo Arkea, donde llegó hace dos años cuando salió rebotado del Movistar.
Incluso se atreve a responder en francés, a pinchar a los reporteros y a sonreir de nuevo, liberado.