Los efectos de la pandemia y las medidas de aislamiento preventivo obligatorio implementadas por el Gobierno Nacional tuvieron indudablemente un efecto en la economía regional. Mientras en el segundo trimestre (abril- junio 2020) la economía colombiana decreció 15,5%, en la región Nororiente se contrajo 14,9%, según el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imae) elaborado por el Banco de la República.
De acuerdo con el informe, el impacto más fuerte generado por el COVID-19 ocurrió en abril (-20,8%); y desde mayo se empezó a observar un relativo dinamismo, aunque aún con tasas negativas de crecimiento (-14,7%), que continuaron en junio (-9,2%).
“Luego de un importante crecimiento en la actividad económica regional durante el primer bimestre del año, la emergencia sanitaria iniciada en marzo por la pandemia del COVID-19 generó un gran impacto negativo sobre la demanda y oferta agregada”, destacó el Imae.
En el análisis también se destaca que, a partir de mayo, se empezó a observar un mayor dinamismo, aunque con tasas negativas de crecimiento anual, ante la reapertura de la industria manufacturera, el comercio y la construcción; lo que permite pensar que el impacto más fuerte de las medidas implementadas para contener el avance de la pandemia se habría dado en abril.
Oferta y demanda
Entre abril y junio, en la región Nororiente se presentó una contracción generalizada la demanda, especialmente en el consumo, reflejado por las caídas en las ventas del comercio minorista (excepto alimentos y bebidas), las matrículas de vehículos, la confianza del consumidor y la venta de vivienda nueva.
Por el lado de la oferta, la industria tuvo una notable caída en la región ante la menor demanda de productos industriales a raíz de la cuarentena y parálisis de otros sectores.
Comportamiento en Santander
La pandemia ‘golpeó’ la dinámica empresarial de Santander. Hoy, aunque la economía se sigue reactivando, diversos sectores sufren las secuelas que generó esta crisis.
La producción agropecuaria registró un resultado heterogéneo, debido que la oferta agrícola continuó creciendo dado que la cadena de abastecimiento de alimentos fue exceptuada de las medidas de aislamiento. En el segundo trimestre del año, tuvo un resultado desigual, por un lado, se registró un repunte del 11,4% en la oferta de alimentos en Bucaramanga, mientras que el pecuario, según las estadísticas de Fenavi, mostraron un escenario disímil en la producción avícola, donde tuvo un retroceso de 12,6%. Sin embargo, la producción de huevo creció 11,3%.
La producción manufacturera registró una variación negativa en su producción y ventas reales, según la Encuesta mensual manufacturera con enfoque territorial (EMMET).
Dada su participación departamental, las disminuciones en alimentos y bebidas influyeron notablemente en el resultado total, afectadas por la menor demanda de establecimientos como restaurantes, bares, hoteles y la extensión de la cuarentena nacional. En igual medida, afectó la reducción presentada en el rubro resto de la industria, que incluye refinación de productos de petróleo, que tuvo una variación anual negativa de 39,4%, donde la producción se vio mermada por la menor demanda nacional de combustibles a causa de las restricciones al transporte (terrestre y aéreo).
Otras caídas significativas se presentaron en calzado y textiles, con 25,7%, directamente afectados por el cese de actividades y la poca demanda dado el cierre de los canales comerciales tradicionales, como almacenes y centros comerciales.
El comercio interno en Santander, incluyendo la venta de vehículos nuevos, tuvo un fuerte retroceso en el segundo trimestre del año, con 58,1%, reflejó el Imae.
“El resultado es reflejo de una fuerte contracción de las ventas de muchos establecimientos que tuvieron que cerrar parcial o totalmente durante la fase más estricta del confinamiento nacional”, mostró el informe.
De otra parte, el buen desempeño presentado en el sector hotelero del país durante la última década, que continuó en los dos primeros meses de 2020, hicieron pensar que el sector obtendría cifras récord para finales de la vigencia actual; sin embargo, los efectos de la crisis mundial generada por la pandemia del COVID-19 comenzaron a sentirse en marzo, cuando el turismo tuvo que cerrar sus puertas al público.
Las disposiciones del Gobierno Nacional como el cierre de los aeropuertos, el aislamiento obligatorio, los periodos de cuarentena, y otras medidas tomadas para tratar de controlar la propagación del virus, afectaron a la gran mayoría de los sectores económicos, y el hotelero no fue la excepción. Es así como en los Santanderes el registro de ocupación en junio 2020 fue de 12,6%, 31 pp por debajo del observado en igual mes de 2019, de acuerdo con las cifras del DANE en su Encuesta Mensual de Alojamiento (EMA).
El principal motivo de viaje de los huéspedes en el segundo trimestre de 2020 obedeció a viajes de trabajo y negocios, y salud y atención médica. Por su parte, los ingresos reales de los hoteles en los Santanderes cayeron 88,2% en junio de 2020, menor a la reducción nacional que fue de 93,1%, comparados con igual periodo de 2019.