Según el Dane, el recibo de la luz se encareció un 22 % en el 2022. Esto llevó a que el presidente Petro tomara la decisión de querer intervenir el mercado para regular los precios.
Que el recibo de la energía llega más caro cada mes, es una queja frecuente de los usuarios en Colombia.
No solo ocurre en la Costa, que históricamente ha cargado con el lastre de un mal servicio a precios exhorbitantes, también pasa en Bogotá, Medellín, Cali, Santander y en el resto del país.
De hecho, el Dane ha reportado un incremento en los precios de los servicios públicos, especialmente de la energía, elevando así el costo de vida. Solo este rubro ha aumentado en un 22,40 %.
Entonces surgen dudas acerca de dicho incremento porque el nivel de los embalses ha estado alto y al presidente, Gustavo Petro, le parece que hay gato encerrado, tanto que decidió fungir directamente la autoridad regulatoria en cuanto a servicios públicos, apoyado en la Constitución y la Ley.
Pero, ¿qué hay detrás de las tarifas de energía y por qué han estado subiendo?
Alfredo Trespalacios, experto en eficiencia energética, asegura que es esencialmente porque han subido en general los precios de los productos y servicios en Colombia, porque el dólar está caro, así como el petróleo, el carbón y el gas, que son el soporte contingente del sistema eléctrico.
“La fórmula de las tarifas de energía están indexadas con el Índice general de Precios al Productor, y desde octubre a la inflación. Así que cuando todo aumenta, la energía también lo hace, aunque dichos incrementos no tengan que ver directamente con los costos propios de la cadena de generación, distribución y comercialización en Colombia”, dijo.
Por su parte, desde el gremio de los generadores de energía (Acolgen), explicaron que la electricidad que se consume en Colombia se negocia de dos maneras: el 80 % en contratos de largo plazo, que son negociaciones bilaterales, dentro de un libre mercado, y cuyo cumplimiento se ejecuta en varios años; y el 20 % restante en bolsa.
Es decir, la mayoría de la energía que se está consumiendo hoy fue negociada hace años. Asimismo, explican que la reserva de energía para atender a los usuarios solo alcanza para tres días si deja de llover, “esto quiere decir que no es tanto como se cree y que el agua no le sobra al sistema”.
Los embalses
Y es que, según XM, solamente uno de los embalses en Colombia se demoraría un año en secarse si deja de llover, mientras que la mitad se secarían en menos de dos meses. En el caso de Antioquia, por ejemplo, mientras la represa de El Peñol se secaría en 303 días, la de Porce III solo daría para 7 días. Aquí no hay que olvidar que, según el Ideam, en junio iniciará el fenómeno de El Niño.
A lo que hay que agregar que A medida que ha pasado el tiempo, la demanda de energía ha aumentado y la generación de energía hidroeléctrica ya no es suficiente.
Se necesitan otras fuentes de energía que hagan confiable al sistema, como las termoeléctricas, que con el precio del dólar, del carbón y del gas, generan a un precio más alto.
Alejandro Castañeda, presidente de Andeg, el gremio de la termoeléctricas, explicó que el precio del carbón se ha triplicado y en el sector gas todo se negocia en dólares que se han encarecido 18 %.
Al consultar con los distintos gremios del sector, la utilidad de las empresas del sistema eléctrico no superó el 12 %, una cifra inferior a la inflación. Situación a la que se suma que han sido responsables de $7 billones en impuestos y de grandes inversiones en infraestructura para mantener el sistema confiable.
Sin embargo, frente a toda esa escalada de precios, que puede ser muy lógica en el papel, Trespalacios formula una pregunta: “¿cuánto es capaz de pagar el usuario sin sacrificar calidad de vida o productividad?” y sobre ella seguirán dándose las discusiones.
