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Cultura
Lunes 12 de septiembre de 2022 - 12:00 PM

Aura García-Junco: Las relaciones amorosas van a cambiar

La autora de El día que aprendí que no sé amar, Aura María- Junco, explica que su libro, que explora las relaciones abiertas, ha sido recibido con cariño y algo de polémica, pero su investigación le dejó claro que las relaciones amorosas están cambiando.

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Foto tomada de Instagram/VANGUARDIA
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La autora mexicana Aura María-Junco tiene la valentía de hablar de sus propias experiencias románticas en el transcurso de una investigación juiciosa sobre la forma de relacionarnos amorosamente diferente a la monogamia.

Las relaciones abiertas no son nuevas, desde hace mucho los diarios han recopilado experiencias de amores “divergentes” que no se ajustan al modelo monógamo y exclusivo que hasta el momento ha imperado.

Pero los tiempos van cambiando: la forma de relacionarnos románticamente, también.

Sin embargo, la autora asegura que sus planteamientos van más allá de ser o no monógamo, o de involucrarse o no en una relación abierta,y están mucho más enfocados en la honestidad, en establecer acuerdos y en desbaratar de una vez por todas al amor romántico.

Este es un libro muy honesto sobre su experiencia con las relaciones, ¿cómo lo pensó originalmente?

Lo pensé como un conjunto, no como un libro especialmente experiencial. Quería era hacer una investigación sobre el amor en nuestros tiempos, que es muy amplio, y lo quise acotar a ciertos espacios, cierta clase social y me pareció que para que fuera un libro honesto, tenía que haber cosas que me hubieran tocado a mí.

Cuando empecé a escribir este libro justo me tocaban un montón en muchos lugares muy profundos, entonces fue natural que decidiera incluirme dentro del libro, no solamente como una investigadora, que es lo primero que soy, también como ‘víctima’ primaria de los temas del libro”.

¿Cómo ha sido el recibimiento del público ante un tema que aún genera polémica?

“Ha sido muy variado. En general, la vasta mayoría de los lectores y lectoras han sido muy generosos y han compartido mucha cercanía con el libro. Puede haber cosas con las que no estén de acuerdo, como es natural en cualquier libro, pero creo que ha propiciado debates e historias muy bonitas.

He estado en varios círculos de lectura, me encantan los círculos de lectura, y las reflexiones que me comparten son profundas, otras son curativas.

Por ejemplo, una chica (me encanta repetir esa anécdota porque me parece increíble) me dijo que su novio había muerto meses antes de empezar a leer el libro y le ayudó mucho a sosegar el dolor porque ella, en el fondo, lo que sentía es que nunca iba a poder volver a amar.

El hecho de tener esa respuesta tan profunda compensa toda la respuesta, también, negativa y visceral e incluso grosera.

Sabía que esto iba a pasar, no había manera de que este libro no tuviera una respuesta fuerte, porque toca muchas fibras sensibles”.

Dentro de su investigación qué encontró: ¿el amor se vive o se puede elegir cómo relacionarnos, es decir, vivimos instintivamente la monogamia o la elegimos?

“Es un poco y un poco: hay gente que desea mucho la monogamia y está bien. Sí hay una parte que es muy electiva y hay gente que desea mucho no tener monogamia y a veces le sale y a veces no: no creo que esté dado.

Al final, toda nuestra educación es monogámica y la monogamia es un sistema, el mundo está articulado alrededor de la monogamia, al menos el occidental.

Entonces, salirse tiene sus complicaciones, pero no solo la monogamia las tiene, solamente que en la monogamia las ocultamos debajo de la alfombra. Pero las relaciones diferentes a la monogamia tienen sus complicaciones sociales porque si tienes una relación monógama nadie te va a decir: ‘lo estás haciendo mal en la vida’, sería muy raro que eso pasara, mientras que si tienes una relación no monógama siempre habrá alguien que se acerque a decirte que sí, que lo estás haciendo mal en la vida.

Para mí es más que nada la apertura a intentarlo desde un lugar muy honesto y desde las propias limitaciones, con mucha generosidad para ti misma y para el resto de las personas, porque las personas se equivocan y se equivocan un montón y muchas veces estos errores no derivan de una falta de deseo hacer las cosas bien, sino de una educación con heridas.

Para mí el libro es una invitación a esa apertura y a tratar de acercarnos a esa complejidad que no es fácil de aceptar en una relación”.

¿Cómo llevar las relaciones abiertas si las personas no quieren sentirse excluidas?

“Hay algo a lo que le llaman el ‘privilegio monógamo’, que tiene que ver con nuestra forma de vivir las relaciones, que siempre ha sido monógama. Estamos acostumbradas a una serie de cosas que tienen que ver con el amor romántico y no con la monogamia en sí misma.

En el amor romántico se dice que nuestra pareja es absolutamente central y hay personas que incluso desde la monogamia no lo viven así, eso también hay que decirlo.

Pero, en general, sí es muy difícil de romper el patrón cuando se empieza a abrir las relaciones. Te das cuenta de que el mundo no eres tú para tu pareja y a mí en lo personal no me gustaría ser el mundo para mi pareja y no me gustaría que mi pareja fuera el mundo para mí. Pero es un golpe darse cuenta, como cuando eres este una niña y notas que tus papás no existen solo para ti, para tu existencia, sino que existen como seres independientes y que son parte de una comunidad y además existen como parte de tu vida.

Es un poco ese mismo descubrimiento, pero en una edad adulta en la que no sabes exactamente cómo tomarlo”.

Entonces, ¿qué se debería esperar del amor?

“Se pregona que se debe desear todo lo que tiene que ver con el amor romántico, que es monogamia para siempre, pero que acaba siendo un fracaso.

En el catolicismo hay una idea muy ligada a la devoción casi religiosa a tu pareja y avanzando un poco con esta investigación me daba cuenta que esa clase de presión se vuelve sofocante para una relación.

Me quedo siempre con esta frase de Esther Perel que dice que ahora le exigimos a una pareja lo que antes le exigíamos a una aldea entera: queremos que nuestra pareja cumpla las funciones que antes cumplía una comunidad porque al estar tan fragmentadas las comunidades, especialmente dentro de las ciudades, todo el peso que antes se repartía entre varias personas se va hacia una sola y acaba siendo sumamente perjudicial para todas las partes porque se exige muchísimo y la relación se doblega ante tanto peso.

Y eso me parece poco sano, inverosímil.

Y luego, por otro lado, también hay que buscar relaciones más realistas y menos basadas en la fantasía del amor romántico: la otra persona se vuelve tu imaginario de deseos y de ideas de cómo tiene que ser una pareja, pero una persona tiene sus propias necesidades, traumas y formas de expresar el amor. No todas las personas expresan el amor igual y si exigimos a la otra persona que exprese el amor de la misma manera también estamos incurriendo en una fuente insaciable de frustración.

Por otro lado está el machismo, que también hace que las relaciones sean muy desiguales y estén volcadas hacia las necesidades de los hombres, en el caso de las relaciones heterosexuales”.

¿Cuáles deberían ser las bases de una relación abierta o poliamor que funcione para todas las personas involucradas?

“Voy a decir generalidades porque esto tiene mucho de individual y de decisiones conjuntas: hay quienes deciden no decirse nada y ocultarlo debajo de la alfombra y no voy a decir si está bien o mal, pero a mí se me hace más deseable que ambas partes cedan en cosas y las cosas se tienen que hablar.

Se pueden externar aquellas cosas que hieren y se puede hablar de por qué hieren. No siempre es culpa de la otra persona que algo te hiera y otras veces sí. Es importante definir esas cosas antes: si vamos a un lugar público y cada quien quiere ver a otra personas, entonces, ¿se puede, no se puede? ¿O mejor no lo hacemos cuando estemos juntos? ¿O yo prefiero conocer a la persona con la que te estás relacionando o prefiero no conocerla?

Tiene que ser un proceso amoroso y muy introspectivo porque a veces las cosas vienen desde un lugar de control y es difícil saber cuándo vienen desde ese lugar porque el control tiene formas muy mañosas de camuflajearse y de parecer, amor.

Y el miedo, además, es un sentimiento muy natural de preservación que viene con nuestra propia historia vital. La gente que tiene una herida de abandono muy grande, por ejemplo, se le activa el miedo con muchas cosas, entonces, es un proceso conjunto.

Entrar a una relación abierta y hacerlo bien implica mucho crecimiento personal. Sea que salga bien o mal, implica crecimiento personal porque te obliga a revisar cosas que no quieres revisar, cosas dolorosas, difíciles que te detonan miedos, dolores.

¿Considera que el futuro del amor son las relaciones abiertas?

“Hay algo que es innegable y es que a lo largo de la historia de la humanidad las cosas nunca han dejado de cambiar, las relaciones no han dejado de cambiar y la forma en que nos relacionamos está muy ligada también al sistema económico en el que existimos”.

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Publicado por Paola Esteban

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