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Cultura
La Manada o por qué algunos jóvenes se juntan para hacer daño
- /VANGUARDIA
“24 de junio de 2004. Periódico El Observador. Crimen de adolescente en manos de estudiantes de otro colegio conmociona a la sociedad.
“Apenas unas semanas han pasado desde la muerte de Juan Enrique Salas Borda, un adolescente de diecisiete años del Liceo Saint Martin’s, quien fue brutalmente golpeado por muchachos del Colegio San José en una riña después de un partido de fútbol. El Observador se pregunta por las responsabilidades de ambas instituciones y por el futuro de los adolescentes del país”.
María del Mar Ramón (@DelMarR_V), autora de La Manada y del párrafo anterior, que hace parte de libro, se pregunta por las razones de los hombres jóvenes para unirse y cometer actos “despreciables”.
Y así consideró por mucho tiempo a sus personajes hasta que, en medio del encierro por la pandemia y del silencio de la noche mientras escribía, llegó a sentir lástima por ellos.
En La Manada, Ramón se adentra en su mundo, camina con su protagonista en medio de la presión de su grupo de amigos por encajar en el modelo agresivo de masculinidad tan impuesto en la adolescencia.
De esa presión para juntarse y hacer daño en grupo. Eso sí, sin creer realmente que están haciéndolo.
“El libro nació por una obsesión personal. Hay todo el tiempo noticias al respecto, es un tema que nunca deja de suceder, los ataques en manada, las violaciones en manada. Esta es una de las brutalidades de las masculinidades tradicionales. Pero a mí me obsesiono mucho en todos estos casos una pregunta que no estaba del todo respondida: qué pasa por la mente de estos muchachos en los minutos en los que toman esas decisiones”.
María del Mar Ramón, además, analiza en La Manada el contexto familiar de cada uno de los chicos que, en su novela, se juntan para cometer un crimen y da una vuelta, además, por la distinción de clases sociales, que juega un rol fundamental en la forma en la que estos jóvenes son juzgados ante la ley.
Quería, además, “que la frontera ética y moral todo el tiempo estuviera como muy difusa entre ellos”.
La novela explora, entonces, el universo privado masculino, del cual la autora no sabe mucho, pero se atreve a imaginar, tal como en el pasado lo hicieran los hombres con el mundo íntimo de las mujeres.
“A mí me daba mucha bronca de la literatura universal que los hombres siempre pueden escribir sobre la vida de las mujeres y nadie les ha cuestionado cuánta precisión tuvieron para describir las situaciones de las mujeres. No sé por qué si me trancó esa idea. Yo también quiero poder escribir las emociones de los hombres”.
Pero, ¿por qué abordar ese otro lado y enfocarse en esos motivos masculinos para hacer daño y no ponerse del lado de la víctima?
María del Mar Ramón responde que ese ejercicio, el de escribir del lado de quien sufre, ya lo hizo. Y ahora deseaba imaginar las razones de ese otro lado, de los hombres, para lastimar.
“Tengo entendido por los comentarios de los hombres que se acerca (a la verdad del universo íntimo masculino) y eso me da mucha risa también. Escribí este libro para pensar y recrear un poco lo que pasaba del otro lado, aunque no es exactamente el otro lado. No sé si eso le haya pasado a los chicos que me lastimaron cuando yo era dolescente. Y ni siquiera era un adolescente en ese año, 2004.
“Yo fui adolescente mucho después, como que estaba muy chiquita. Pero había algo de la estética de la historia que a mí me llamaba mucho la atención y que me gustaba como historia. Además de tener, obviamente, curiosidad sobre cómo piensa una otredad que son justamente los varones. Nunca intenté justificarlos porque, además, no puedo hacerlo. No son conocidos míos, son personajes, pero sí quería profundizar en ese aspecto. Ser un hombre tampoco está tan bueno”.

¿Por qué?
“Ellos todo el tiempo la están pasando mal y la presión es un montón. Ser mujer es mucho peor, ser mujer en el sistema patriarcal es horrible, pero sí quería tratar de ver, imaginar y construir un poco esa relación que tienen ellos con ellos, que es algo que a mí me ha sido totalmente negado. El universo privado de los hombres para mí es totalmente misterioso. Los hombres no hablan tanto de eso tampoco”, señala María del Mar Ramón.
Ramón dice que su proceso creativo fue muy interesante porque tuvo que escribir de noche cuando en realidad no tenía esa costumbre. Ramón señala que necesitaba mucho silencio porque este libro, sus personajes, debían ser escritos con todo el cuerpo.
¿Cuándo llega a comprender los actos de sus personajes?
“Hay un quiebre y es cuando yo los dejo de odiar. Hay un punto en el que me dejan de parecer despreciables y, además, empiezo a sentir un poco de lástima por todos ellos, que no era mi intención inicial. ¿Qué es lo que pasa? Pues con la ficción hay un momento en que uno conoce también a sus personajes, sobre todo cuando el proceso es tan intenso.
“Yo me imagino que cada escritura es distinta, hay procesos que son más largos, en los que se deja reposar un poco más, pero esto era como que yo tenía muy clara la historia. Hay un quiebre cuando uno se va, no sé si encariñando, pero les va entendiendo a estos personajes. Y eso y todas sus emociones, me empezaron a parecer reales.
“Llega ese momento en el que ellos dejan de parecerme enemigos, también son mis creaciones, son mis muchachos. Es interesante sobre todo para mí humanamente”.
La autora dice que le interesaba desdibujar la línea entre buenos y malos.

¿Qué conversación espera que se dé alrededor de La Manada?
“Me interesa mucho lo que tienen los hombres para opinar y eso es algo que nunca me interesó y tal vez esta sea la única vez que me interese. Me interesa generar una conversación sobre la crudeza e impunidad de la clase social y de la impunidad de esas masculinidades y de sus hombres que son quienes están en las líneas del gobierno, en los lugares importantes del país. Son quienes tienen el poder.
“No creo que esto sirva para que reflexionen, pero quizás sí para que se sientan avergonzados. Y descubiertos Y si yo logro que eso también los haga reflexionar sobre sus propias vivencias, me parece genial.
“Hace un rato me preguntaban cómo pueden hacer los padres para evitar esta clase de situaciones. No lo sé, pero sí creo que la promoción de ambientes mixtos es súper importante, que los chicos se relacionen siempre con chicas y las amistades sean mixtas y convivan entre más diversidad.
“Que haya cada vez más juventudes trans y juventudes no binarias. Ser adolescente gay o lesbiana es un poquito menos difícil hoy, no deja de ser muy difícil, pero hoy es un poquito menos. Creo que eso es necesario, que si pueda ir marcando un futuro un poco menos opresivo, y por supuesto se enseñe una educación sexual integral que comprenda que los estereotipos de género reproducen un montón de violencia.
“Quiero generar un proceso más reflexivo y más intimista que vea lo doloroso en los hombres, su identidad sobre sí mismos y la conversación de clase, que a mí me interesa un montón”.

Comunicadora social - periodista egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Desde 2005 hace parte del equipo de Vanguardia, trabajando en crónicas y reportajes premium, los cuales se enfocan en temáticas culturales, población Lgbt, y mujer y género.
Ganadora de un premio Luis Enrique Figueroa en 2007 con ‘Aquí estamos pintados’ y un premio CPB con ‘Diario de una bulimica’ en 2008.
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