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Cultura
Lunes 20 de septiembre de 2021 - 12:00 PM

Librería Nacional: 80 años de un símbolo de la cultura colombiana

La Librería Nacional celebra 80 años siendo el bastión de libro y la cultura en Colombia. A continuación, un recorrido por sus más grandes hitos.

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Editorial Planeta/VANGUARDIA
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Cuando Felipe Ossa salió de Bogotá tras el estallido de la violencia partidista de 1948, siendo todavía un niño, se sabía ya amante de los libros.

Pero, como nos pasa con frecuencia, poco podía presentir que sería el librero más importante del país y que, de la mano de la Librería Nacional, estaría en la “cresta de ola”, como él mismo reconoce, tras 80 años de abrir sus puertas.

Fue, precisamente, el santandereano Jesús María Ordóñez Salazar quien al regresar de Cuba decidió fundar en Barranquilla la que hoy es la librería más longeva del país, la que única que se deleitó con los años maravillosos (los 60) y resistió los embates de la violencia del narcotráfico y la incertidumbre de la pandemia.

El padre de Ossa se instaló en el Valle del Cauca. Vendió su librería en Bogotá, pero con su amplia biblioteca abrió una librería.

La pasión por los libros, sin embargo, cruzó los caminos de Ordoñez y de Ossa y juntos hicieron de la Librería Nacional, que abrió el 6 de septiembre de 1941, la cuna de la intelectualidad colombiana: García Márquez y los integrantes del boom se reunían allí para debatir sus ideas, para atiborrarse de inspiración.

Fue precisamente la Librería Nacional la que en 1967 compró 600 ejemplares de Cien años de Soledad, en una jugada visionaria que catapultó a la librería: al día siguiente de traerlos se vendieron todos.

“Había un fervor cultural, intelectual, de rebeldía, de querer conocer, de conocimiento y naturalmente Cien Años de soledad marcó una pauta en cuanto a esos libros de una venta fenomenal como lo he contado el señor Ordóñez pidió 600 ejemplares que para venderse en una ciudad, era una cosa de una visión hacia futuro muy grande y el libro llegó y un día se vendió”, explica Ossa.

Pero si se tratara solo de negocios, la vida del librero no tendría sentido: la Librería Nacional apoyó en los años que siguieron al movimiento nadaísta, precedido de las grandes revoluciones que marcaron esa época.

“Gonzalo Arango fue habitual y daba conferencias en la librería el gran Jota Mario Arbelaez fue nuestro jefe de relaciones públicas por un tiempo”, cuenta Ossa.

La Librería Nacional fue pionera: fueron los primeros en abrir su pasillos al público, pues, como relató el escritor Mario Mendoza, quien presentó a Ossa en la rueda de prensa, en aquella época se solía pedir los libros como si se tratara de una medicina: como si se estuviera en una botica.

“Demuestra la gran visión como humanista, librero, y una visión de negocios, comercial del fundador de la librería, el señor Jesús Ordoñez”, cuenta Ossa en la rueda de prensa que ofreció sobre los ochenta años de la librería, dice Ossa y explica que Ordoñez creo unos muebles especiales que facilitaban la lectura todo el tiempo de deseado. Los lectores se podían quedar horas enteras en la librería.

Y por supuesto, allí estaba Ossa para guiar a quienes se perdían entre tanta oferta.

“Mi padre era un lector especialmente de literatura francesa y literatura inglesa clásica, pero cuando llegué a la librería me encontré con un mundo que no conocía, yo si me quiero formar más como librero porque me daba vergüenza que yo no pudiera explicarle ese libro”.

Sin embargo, al adentrarse el país en la dura época de los años 80, marcados por la violencia del narcotráfico, la librería tuvo que afrontar una de sus más duras pruebas.

“La librería ha sido y es un bastión, un castillo, una fortaleza contra la barbarie, contra la violencia, contra la ignorancia. Nos afectó el terrorismo del narcotráfico porque los centros comerciales tenían amenaza de bombas, entonces la gente se inhibía de ir y las librerías se quedaban vacías”, dice Ossa.

Y recuerda un episodio particular, una escena que lo dice todo sobre la importancia que los colombianos han dado siempre a los libros.

“Cuando mataron a Gacha, era un diciembre y la librería había estado muy sola en todos esos días por todo el terror y cuando se dio la noticia, al otro día la gente no cabía en la librería. Se volcaron de nuevo porque pensaban que tenían un poco de seguridad. La librería ha resistido todos estos embates y es un símbolo de lo que es la cultura y el libro, que es el alimento del espíritu”, narra.

¡Y llegó el nuevo milenio! La tecnología amenazaba con acabar con el libro físico y, sin duda, las librerías serían sus dolientes.

Pero, la Librería Nacional no enfrentó el libro físico con el electrónico sino que aprovechó la circunstancia.

“Nosotros dijimos vamos a entrar a la tecnología y montamos nuestra página web para vender tanto libro físico como electrónico, pero el libro electrónico tuvo un auge y luego se ha estancado, mientras que el libro físico sigue creciendo”, explica Ossa.

Lo mismo ocurrió durante la pandemia: “Nos llenamos de valor y de coraje y nos unimos a la editoriales y dijimos vamos a hacer un frente común para que el libro resista. Nos volcamos sobre la página online”, dice Ossa.

Durante este duro momento, libros como “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl, “Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida”, de Dale Carnegie y “La insoportable levedad del ser”, de Milan Kundera levantaron las ventas: el ser humano no puede vivir sin los libros.

Según Ossa, “el invento perfecto”.

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Publicado por Redacción Vanguardia

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