En el campus Rafael Ardila Duarte de la Unab está abierta la exposición Postales Bumanguesas, una serie de 28 fotos de la Bucaramanga antigua que nos revela los momentos históricos que la convirtieron en la ciudad que es hoy.
Las hojas amarillas del Búcaro se extienden por las aceras cuando caen cualquier día de octubre: el mito dice que Bucaramanga se llama así en honor a este maravilloso árbol. “Manga” significa algo como “tierra”, “casa”, “potrero” y habían tantos en este territorio que no quedaba más remedio que llamar a la ciudad de esta forma.
Es posible que hagan falta muchos años más o que nunca se sepa a ciencia cierta el origen de la palabra Bucaramanga: el famoso Búcaro ni siquiera estaba aquí cuando la ciudad fue nombrada, fue traído después, en el siglo XVIII.
Esta es una de las revelaciones que hace Pastor Virviescas, curador de la exposición “Postales Bumanguesas”, que se expone hasta diciembre en la Casona de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab, y de la cual hacen parte veintiocho fotografías antiguas de la ciudad.
El fotógrafo Saúl Meza, heredero del oficio de su padre, fue resguardando estas fotografías a lo largo de cuarenta años: un documento visual que revela la transformación de la ciudad a través de los momentos que marcaron su historia.
“En realidad”, explica Pastor Virviescas moviendo sus manos para enfatizar, “Bucaramanga era el nombre de un cacique Guane llamado ‘Cacique Bucaramanga’, según cuenta Armando Martínez”. Dice que como nadie se dio a la tarea de hacer un diccionario en español de la lengua Guane, “jamás sabremos, insisto en el jamás, jamás sabremos qué significa Bucaramanga”.
Armando Martínez Garnica fue uno de los historiadores consultados por Pastor Vivirescas y Saúl Meza para dar un contexto a las fotos. La más antigua data de 1891: el día que se inauguró el alumbrado público, a las siete y treinta de la noche, el 30 de agosto.
Saúl Meza dice que, en los años ochenta, uno de sus amigos cercanos en la Universidad Industrial de Santander, le regaló un paquete de fotografías antiguas de la ciudad. Iban desde el periodo de 1800 hasta comienzos del siglo veinte.
“Eso me impactó porque esa Bucaramanga no la conocía. Bucaramanga era un pueblito muy pequeño, que asemejaba más a Girón. Yo me crié en el centro y empecé a darme cuenta de que en las fotos se veían edificios que aún existen. Es impresionante”, cuenta Meza.
La mayoría de las fotos son de Quintilio Gavasa, pero también hay varias de otros fotógrafos, nacionales y extranjeros, que retrataron los cambios de la ciudad.
Saúl Meza relata que teniendo ya varias fotografías antiguas tomadas en su momento por Quintilio Gavasa, se acercó para conversar con Edmundo Gavasa, heredero del archivo de la familia y a partir de entonces se dieron a la tarea de recopilar las fotografías existentes. No había tantas, para empezar.
En los comienzos de la fotografía, ésta se hacía en las casas pues era la costumbre que la familia llamara a un fotógrafo para hacer un retrato de sus integrantes. No se acostumbraba a tomar fotos a la ciudad.
“Duramos un año yendo casa por casa. Yo llevaba una mesita para reproducir con dos lámparas y con un lente macro”, cuenta Meza. Y agrega que en determinado momento se encontró con algo especial, las “señoritas Carrizosa tenían una serie de veinte fotos tamaño carta con una calidad extrema”. Y ese fue un gran descubrimiento.
Al hacer la selección de las fotografías, Saúl Meza y Pastor Virviescas explican que hay varias revelaciones sobre Bucaramanga a través de este paseo histórico por la ciudad .
“Hubo ciertos momentos históricos, por ejemplo, los Juegos Nacionales, que cambiaron por completo la ciudad”, explica Pastor Virviescas. Los V Juegos Atléticos Nacionales de Colombia se realizaron en la ciudad de Bucaramanga, entre el 12 de diciembre y enero de 1942 promovieron la construcción del Hotel Bucarica, por ejemplo.
Virviescas concluye que esta exposición es una forma, también, de reconocernos como bumangueses: “no nacimos como la gran urbe. Somos un pueblo de indios, lavadores de arenas auríferas, como dice Armando Martínez Garnica, que fue creciendo y se fue extendiendo desde la quebrada La Rosita hacia el oriente y hacia el sur”.
A la salida, el espectador se lleva un souvenir: una colección de postales con las fotos de la exposición.