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Espiritualidad
Miércoles 20 de febrero de 2019 - 12:00 PM

Al bagazo, poco caso

Los chismes siempre serán comentarios malintencionados y solo pretenden indisponer a las personas. No les prestemos atención a las murmuraciones.

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No hablar mal de nadie es la mejor forma de hablar bien de uno mismo.

¡Nada más cierto!

Y también deberíamos prestarle ‘cero importancia’ a lo que digan las otras personas de nuestra vida, sobre todo cuando sean ‘chismosas de profesión’.

Tal filosofía tendría que primar en cada uno de nosotros, entre otras cosas, porque jamás podremos impedir que la gente indiscreta hable a nuestras espaldas.

Hagamos lo que hagamos siempre habrá quien esté presto a criticarnos o a malinterpretar nuestro proceder.

La verdad, no deberíamos preocuparnos tanto por el ‘qué dirán’. Dejemos que hablen. Total: Usted y yo sabemos quiénes somos y qué es lo que realmente pretendemos realizar.

Ellos, quienes se dedican a fisgonear, solo quieren indisponernos. Sé que es bastante difícil no tomarse a modo personal las habladurías, pero siempre será mejor mantener la serenidad y jamás responder de la misma manera.

Los que nos critican de manera destructiva solo sacan a flote la envidia y sus propias frustraciones.

En cada chismoso hay serios indicios de baja autoestima, celos, iras, necedades, debilidades, en fin... hay una cantidad de ‘taras’ que no tienen por qué afectarnos.

Estas personas son negativas e inseguras. La única herramienta que ellas ven de ‘sobresalir’ o de ser escuchadas es a punta de rumores.

Lo peor es que para los murmuradores, la hipocresía es su estrategia. Se trata de un recurso vil en la comunicación, que les sirve para buscar la complicidad de otros.

Y es que el morbo con las estupideces que hablan suele propagarse con facilidad.

Sobre todo en estos tiempos de redes sociales, hay que lidiar con esta realidad y no dejar que los comentarios capciosos hagan mellan en el estado de ánimo.

Existen personas que, ante el poco liderazgo y los escasos ‘likes’ en sus redes sociales, optan por hablar mal de todo el mundo solo con el afán de que los demás se fijen en ellas.

Recuerden que los chismosos saben que hablar mal de los demás llama la atención. Entonces, no les respondamos con nuestra sintonía.

Con la indiferencia les dejamos claro a los ‘expertos en rumores’ que hay más temas enriquecedores para alimentar el espíritu que sus venenos.

¿Por qué sentirnos tristes o rechazados por las estupideces que hablan o comentan los demás?

Si alguien se toma el tiempo de hablar de nuestra vida significa, de entrada, que no tiene nada mejor que hacer.

Cuando la gente se dedique a cotillear o a refunfuñar no hay de otra: debemos ignorarla y seguir nuestra vida en paz.

Jamás les dediquemos ni un minuto a mensajes mal intencionados o a personas que se deleitan en el chisme solo con la intención de demeritar o causarnos daño.

Usted, yo y en general todos tenemos el poder de esquivar los chismes. Si sabemos que ellos crean un clima negativo en nuestros entornos, lo mejor es no abrirles la puerta.

¡Dios lo bendiga!

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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