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Espiritualidad
Viernes 15 de noviembre de 2019 - 12:00 PM

Ánimo, aún hay mucho por vivir

Dicen que nuestra sociedad está baja de nota. Tal vez está cansada emocionalmente. La gente vive desanimada y se deja vencer por ese desgano. Por eso se toman malas decisiones y se respira un terrible ambiente de frustración. No se puede seguir así

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Estamos inmersos en una comunidad agobiada por los problemas, las preocupaciones, las crisis económicas, el desempleo, los desamores, en fin...

Así las cosas, no es de extrañar que muchos se vean abrumados por la tristeza, la frustración, el desgano e incluso la falta de autoestima.

El desánimo es una especie de ‘epidemia’ en estos tiempos. A nuestro alrededor nos encontramos con mujeres y hombres que siempre ven sobre ellos una nube negra: se la pasan ‘bajos de nota’ y de manera constante andan cabizbajos o amargados.

Se vuelven apáticos a su vida social, no disfrutan absolutamente de nada y convierten sus ‘proyectos’ en auténticos bostezos.

Pensar, comportarse y asumir la realidad de una manera optimista no les resulta fácil.

Asumen el entorno con tensión y desazón. En general, en ellos cunde la fea costumbre de enfrentar cualquier hecho desde la óptica pesimista.

Y aunque en opinión de los expertos este comportamiento es menos grave que la depresión, sí afecta notablemente a los seres humanos; incluso muchos suelen perder el interés por las cosas.

En el lenguaje cotidiano predominan, a manera de muletillas, frases tales como: “Pero es que...”, “No puedo...”, “Eso no es posible...”, “Soy un bruto y no sirvo para nada...”

Reacciones de este tipo, en donde la constante es la desconfianza de sí mismo, generan sin duda un gran desgaste psicológico y obviamente repercute en el día a día.

Muchas veces se desaniman por algo fuerte que están viviendo y tal vez les sobren argumentos para sentirse así.

Pero si están desanimados es porque están distraídos; y también es claro que pasó a segundo plano la misión que los motivaba a vivir.

Dicho de otra forma: este desenfoque básico del estado de ánimo perjudica todos los aspectos de la vida y, lo que es peor, eso afecta las decisiones que se tomen.

Otros de los síntomas que acompañan el habitual negativismo son la ansiedad, el insomnio, la constante falta de energía y la dificultad para concentrarse, la fatiga, el tedio, la ‘quejadera’, el interés por aplazar situaciones y el sentirse poco interesantes e inútiles.

Aunque es claro que sí existe el desánimo y él los puede estar atosigando, les planteo estos interrogantes:

¿Cuánto tiempo piensan pasar desanimados? ¿Acaso van a vivir así de aburridos por el resto de sus vidas?

Entonces, ¿Qué aconsejarles a los que se sienten así?

De entrada podría decirles que deben saber que el futuro no es tan oscuro como lo visualizan. Aunque estén achantados, también es una realidad que en la medida en que acepten y pongan su empeño y disposición para superar ese estado, podrán sacudirse de esa ‘modorra anímica’.

‘Sí o sí’ deben asumir el compromiso y la responsabilidad de ver sus vidas con más esperanza. Aun encontrándose en las peores circunstancias, pueden ser optimistas.

Dense cuenta de que son personas que sienten y que son vulnerables, pero al mismo tiempo tienen derecho a recomponerse.

Pueden ser y hacer muchas cosas, siempre y cuando descubran que la felicidad está dentro de ustedes mismos y en sus corazones.

Es preciso reencontrarse con los propósitos de sus vidas y trabajar de manera ardua para no bajar la guardia en dichas metas.

También es conveniente, en estos casos, acercarse más a Dios y cultivar una auténtica amistad con Él.

Sea lo que sea aquello que les inquieta, siempre podrán pedirle al Creador ayuda a través de la oración.

¿Saben algo? Si aprenden a desahogarse de rodillas ante Dios, Él les dará una gran paz interior.

¡Ánimo! Enfoquen sus miradas a la vida misma, dejen de mirar a sus alrededores con pesares y dejen de aniquilarse con las circunstancias negativas. Es mejor ser propositivos y entender que aún hay mucho por disfrutar.

LA CONSULTA DE HOY

Testimonio: “Vivo decepcionado porque no me llegan la cosas que tanto espero. Me empeño en lograr el éxito y trabajo con disciplina; no obstante, siento que Dios jamás me premia. Y no es que sienta envidia por las personas, pero no entiendo por qué a algunos de mis compañeros, sin hacer mayor cosa, sí obtienen mejores resultados que yo. ¿Qué puede estar pasándome?”.

Respuesta: Un profesor del Colegio Salesiano siempre me repetía lo siguiente:

“Deje de esperar cosas en la vida y, cuando menos piense, ellas empezarán a sucederle”.

Al leer su inquietud me viene a la mente esta sabia frase y siento que ahí está la respuesta a lo que me pregunta.

Me parece oportuno hacer eco de esa vieja recomendación, entre otras cosas, porque ella resume el mejor consejo.

No esperar nada, además de aliviarle esa ansiedad que padece le permitirá actuar con equilibrio, tener apertura y gozar de paz interior.

No le estoy sugiriendo que se quede con los brazos cruzados. ¡Ni más faltaba!

Sólo pretendo decirle que si tiene serenidad y mantiene su fe viva, las cosas se le darán; tal vez no el tiempo suyo, pero sí en el de Dios.

Desactive sus miedos, aleje de su cotidianidad esos pensamientos grises que lo acompañan y deje que la vida fluya. Si mantiene una actitud abierta, las bendiciones lo arroparán cuando usted menos lo imagine.

Le sugiero que le haga una ‘reingeniería’ a la actitud aburridora que hoy experimenta.

No dude que Dios lo premiará en el momento que Él determine como conveniente. Tenga en cuenta que lo que ha de ser, será. Mientras usted tenga claro cuál es su prioridad, las cosas irán sucediéndose tal y como deben ser.

Lo que usted tanto anhela, siendo propositivo, empezará a alinearse de manera perfecta y lo llevará al lugar que quiera llegar. Conclusión: No espere nada, si es para usted le guardarán.

Una última recomendación: Entienda que la vida no siempre resulta a su antojo y no siempre lo que piensa que es bueno para usted lo es.

Dicen por ahí que “no hay mal que por bien no venga”.

A veces hay cosas que salen mal y otras salen bien, pero lo importante es que se enfoque en una idea a la vez para que no dé vueltas sin sentido.

Deje que la vida lo sorprenda, pues ella está llena de cosas inesperadas.

Por último, quiero decirle que el Creador premia al que persevera. Le planteo que le pida a Él que lo ilumine en las decisiones. ¡Mil bendiciones!

SABIOS CONSEJOS

Reflexión: El puente más difícil de cruzar es el que separa las palabras de los actos.

Sencillez: Los momentos más ‘pequeños’ son en realidad los más bonitos. De ahora en adelante disfrute la sencillez de la vida.

¡Atrévase! Intente lo que se le pase por la cabeza. Al final se arrepentirá más de lo que no ha hecho que de sus errores.

Sepa lidiar: Las personas felices también tienen problemas, la diferencia es que saben lidiar con ellos.

Libertad: Paz interior y libertad van unidas de la mano, ya que para sentirse a gusto con usted mismo necesita ser libre.

¡Escúchelo! El corazón es la única parte del cuerpo que actúa con esperanza; así que escuche sus mensajes.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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