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Espiritualidad
Domingo 14 de mayo de 2017 - 12:00 PM

Debemos aprovechar nuestras capacidades

A veces requerimos de un remezón existencial que nos permita creer que podemos cristalizar nuestros sueños y nos saque de la rutina. Sacudámonos para darnos la posibilidad de seguir nuevos e interesantes caminos. Debemos escudriñar dentro de nosotros mismos para encontrar las enormes potencialidades que poseemos.

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Muchos no cumplen sus sueños por una sola razón: no toman de manera valiente las decisiones que definirán sus destinos o los verdaderos rumbos de sus vidas.

En ese orden de ideas hay muchos que se ‘autosabotean’ y no son capaces de dejar de lado las dudas que siembran en sus mentes.

También están los que les dan ‘demasiado poder’ a las dificultades económicas por las que atraviesan y, ante la falta de plata, desisten de cualquier proyecto.

Otros asumen el rol de ‘víctimas’, sin darse cuenta de que con esa actitud lo único que despiertan es la lástima de los demás.

Ni hablar de los que asumen sus situaciones como batallas campales y a todo le ponen problemas, sin contar que siempre actúan a la defensiva.

Siempre es preciso tomar las cosas con calma y asumir de una vez por todas que sí es posible hacer realidad los sueños.

¿Para qué insistir en seguir alimentando esas ‘paranoias personales’? Con ellas lo único que vamos a conseguir es amargarnos y rodear nuestro entorno de fantasmas y angustias.

Me gustan las personas que tienen empuje, que se arriesgan y que a pesar de las adversidades logran sobreponerse. Las admiro porque rompen esquemas, no estigmatizan a las situaciones y de una manera osada se liberan de esas inseguridades que suelen estar cimentadas en las rutinas o en las cobardías.

Aunque los días se vean grises, esas personas no permiten que su optimismo decaiga en ningún momento de sus vidas. Además, aprenden a procesar y a ver las dificultades como las oportunidades liberadoras que son, y tienen claro que todos los obstáculos que se les aparezcan en el camino se van a remover con voluntad, firmeza, dedicación y una buena dosis de perseverancia.

¿A qué viene todo esto?

A que tal vez debemos aceptar nuestra verdad y prepararnos para que los cambios no nos tomen por sorpresa.

No podemos permitir que nuestros problemas se conviertan en factores de desorden o de caos, ni mucho menos hay que dejar que nuestro estado de ánimo descienda a los niveles peligrosos del estrés.

Empecemos por aceptar que la vida está llena de altibajos y que todos los paisajes tienen luces y sombras.

Por muy difíciles que parezcan las cosas de nuestra vida, siempre pueden mejorarse, y además todos los problemas tendrán soluciones.

Tampoco dudemos de nuestras capacidades porque esa confianza en nosotros mismos es la que nos permitirá enfrentarnos con gallardía a las vicisitudes que se nos presenten, sin dejarnos derrotar por ellas, logrando además que las experiencias que vivamos sean verdaderas enseñanzas para seguir adelante.

Es importante que en todo este camino propositivo ser cuidadosos y prudentes con nuestros actos, pero sobre todo con nuestros pensamientos y nuestras palabras.

Mejor dicho: no llenemos nuestras cabezas de cucarachas, no hablemos cosas que nos quiten el poder de actuar y asumamos que para obtener todo lo que nos propongamos necesitamos perseverancia, carácter y decisión.

Lo verdaderamente importante es que no nos llenemos de miedos ante las dificultades que la vida diaria nos ponga al frente y que jamás nos rindamos.

Debemos ser muy cuidadosos con lo que invoquemos o deseemos. Siempre tendremos la capacidad de tomar las energías flotantes del ambiente para convertir en realidad nuestros propósitos y nuestros sueños.

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Publicado por EUCLIDES KILÔ ARDILA

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