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Lunes 28 de enero de 2019 - 12:00 PM

Dedicado a los quejumbrosos

La estrategia no es quejarse por los problemas; la clave de la vida es la actitud que se asuma para sobreponerse a las adversidades.

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Resulta fastidioso para cualquiera tener a su lado compañeros, amigos, jefes o parientes que se la pasan quejándose ‘de todo y por todo’ durante las veinticuatro horas del día.

Con ese repicar contaminan el ambiente y convierten el día a día en un suplicio.

Estas cantaletas de los amargados suelen evidenciarse en las comunicaciones cotidianas, ya sea en las oficinas de trabajo, en las relaciones de pareja e incluso entre padres e hijos.

Algunos no logran identificar por otra vía, distinta a la de la quejadera, una manera adecuada de expresar aquellos sentimientos o esas situaciones que en un momento dado le desagradan.

Y en un afán desesperado por ‘desahogarse’, las personas piensan que la mejor forma para que las escuchen consiste en insistir todo el tiempo en lo mismo.

¡Lástima, porque lo único que logran con tal actitud es que la gente se aburra!

Ante una dificultad o conflicto estas personas maldicen por la suerte que les toca asumir y en general viven en un desgaste que los hace ver más frustrados.

¿Por qué será que algunos seres se sienten tan insatisfechos?

Quejarse por la vida que llevan, en esencia, deja ver en estas personas el gran vacío que sienten.

Es como si no hubieran encontrado los verdaderos motivos que les dan sabor a sus vidas.

Convertir sus rutinas en ‘discos rayados’ por sus problemas no solo hace que convivir con estas personas sea algo insoportable, sino que además nos atraen malas vibras.

Total: No solo se ven como individuos resentidos sino que además ellos mismos comienzan a lesionar sus autoestimas, se vuelven irascibles y, por supuesto, se llenan de más ansiedades.

Lo anterior sin contar que los demás simplemente optan por alejarse y dar por terminado cualquier vínculo de amistad o de fraternidad.

Es necesario tener presente también que esta falta de asertividad comunicativa no solo permite que las relaciones se tornen tensas; también dejan secuelas en el espíritu y en el ánimo de la gente.

¿Saben algo? ¡Quejarse solo porque sí no es la solución!

No pueden insistir en desempeñar el rol de víctimas, pues eso hará que se queden con las manos cruzadas y por ende estancadas.

Nadie que haya triunfado en la vida ha ‘cantaleteado’ a nadie. Mientras ustedes se quejan, las otras personas a su alrededor, que de pronto tienen las mismas o peores situaciones adversas, han logrado ser propositivas, se recomponen y continúan adelante tras sus metas.

Usted, yo y en general todos atravesamos por situaciones complicadas, pero no andamos por el mundo pregonándolas. Quejarse por doquier no alimenta el espíritu.

Señores quejumbrosos: Deben desarrollar la habilidad de expresarse y llegar a acuerdos en torno a lo que están viviendo.

Tengan claro que además de manifestarle algún un reclamo a la vida, hay que saber decírselo sin aspavientos ni resquemores.

¡Cuéntenos su caso!

Las inquietudes asaltan a nuestro estado de ánimo. Rodean los pensamientos, los atosigan y logran intoxicarnos; tanto que no encontramos respuestas satisfactorias. Pero con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o empleando terapias de saneamiento mental. ¿Cuáles son esos temores que le atacan el alma? Escríbame a través del correo: eardila@vanguardia.com ¡Aquí le responderá! Veamos el caso de hoy:

Testimonio

“¿Cómo puedo recuperar la confianza en mí cuando una experiencia pasada me dejó en el piso? Tengo una nueva oportunidad para emprender algo bueno, pero el recuerdo de mi traspié no me deja dormir y aparece como un fantasma. Siento que todo me va a salir mal y la idea de volver a arruinar mi estabilidad me aterra. Por favor, quiero uno de sus sabio consejos”.

Respuesta

Primero dele gracias a Dios por darle esa nueva oportunidad. No insista en tener presente lo que le ocurrió en el ayer, porque eso lo hace ver vulnerable y le mantiene invadido el pensamiento de ideas derrotistas.

Elimine aquello que lo bloquea para que pueda desplegar sus cualidades y capacidades y, de esa forma, desarrolle mejor esa propuesta que tiene.

Como todo extremo es vicioso y tampoco se trata de lanzarse ‘a la topa tolondra’, le conviene actuar con una gota de serenidad. Procure al máximo tener los pies sobre la tierra, pero sin dejar de soñar en grande. Debe aprender a tomar las cosas con calma porque, por lo que le leo, su sistema nervioso está muy sensible.

¡Téngase confianza! Si asume una sana actitud tendrá una visión positiva. No le estoy diciendo otra cosa distinta a la de creer en sus habilidades. Asuma el control de su vida y siéntase capaz de hacer lo que planea y espera.

Confíe en su buena estrella y en el destino, y pídale al Espíritu Santo que le ilumine el camino para que pueda despejar sus dudas.

Mantenga la certeza de que existe un orden universal, creado por la Divina Providencia, que le protege y guía sus pasos.

Además, también existe una fuerza que habita dentro de usted y que, así a menudo se vista de misterio y procure querer pasar desapercibida, siempre estará pronta a guiar su trayecto.

Acepte mis consejos y entienda que tiene todo para triunfar.

Redacción: Euclides Kilô Ardila

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