El optimismo y la fortaleza, claves para sobreponernos

A veces nos cuesta demasiado trabajo asumir los problemas que la cotidianidad nos plantea. Nos llenamos de temores absurdos y de paso complicamos más las cosas. Este proceder tan desalentador que asumimos, de alguna forma, equivale al rechazo de la vida misma y a escoger el camino del desaliento, el cual se multiplica con nuestras ideas negativas. ¿Por qué nos pasa eso? Tal vez nos negamos a contemplar la adversidad como parte de la existencia; incluso no nos damos un tiempo para aceptar las reglas del juego que siempre nos dicta el entorno. La verdad es que, desde pequeños, nos enseñaron a ver los imprevistos como amarguras. No estamos exentos de pasar por temporadas grises y, en cierta medida, no somos ajenos al sufrimiento. Sin embargo, no ganamos nada con discutir o con lamentarnos por la ‘forma injusta’ como nos trata la vida. Es mejor subir el termómetro de nuestras esperanzas, ser optimistas, redoblar la fe y enfrentar lo que venga. Usted dirá que se lee fácil, pero que es difícil que podamos lograr tales propósitos. Puede que sea así, pero siempre podremos sobreponernos. No estoy diciendo que hay que tener una ‘cara de ponqué’ para todo, ni que debamos resignarnos a sufrir. No obstante, sí podemos hacer que las cosas ‘en contra’ se vuelvan ‘a favor’, para convertir el sufrimiento en un buen aprendizaje. Lo aquí expuesto es solo un sencillo consejo para adoptar cierta flexibilidad en aquellas situaciones que nos dejan al límite, superarlas y salir fortalecidos. Darles la cara a los momentos duros por los que atravesamos es fundamental para crecer. En ese orden de ideas, a usted, a mí y en general a todos nos corresponde tener el suficiente valor para no dejarnos derrumbar. Por encima de que nos sintamos desanimados o indefensos, tengamos presente que Dios nos ha dotado con suficientes reservas de energía para resurgir. Además, hay ocasiones en las que ser fuertes es la mejor y la única opción. Ojo: siempre hay hechos positivos y negativos. Lo que pasa es que tenemos una facilidad innata en concentrarnos en lo que nos falta y no en lo que tenemos. Cambiar esa fea actitud es la mejor estrategia para continuar creciendo y para entender que, mientras haya salud, todo en la vida es ganancia. Así que nuestra tarea consiste en disfrutar al máximo lo que tenemos. Y una vez tengamos total certeza y apropiación de ello, debemos ir en busca de lo que más necesitamos. Demos gracias por cada cosa que nos pase durante la cotidianidad y sin deprimirnos. Por más duro que sea el asunto, debemos ver cada circunstancia con unos ojos más propositivos y alentadores. De esta forma el optimismo se irá apropiando de nosotros y esa sensación de tristeza se desvanecerá poco a poco. Durante los momentos más oscuros, centrémonos en ver la luz. No preguntemos tanto por qué nos pasan las cosas; es mejor actuar e ir hacia adelante. La acción delinea y define nuestro destino y, sobre todo, nos lleva justo a donde queremos ir. Recordemos que la felicidad no es algo que ya esté hecho, ella procede de nuestras acciones. ¡Alcanzar la plenitud es nuestra decisión! También es bueno orar y pedirle al Creador sabiduría para saber actuar. Hagamos lo que esté a nuestro alcance y dejemos lo que no podamos en sus misericordiosas manos, pues Él nos despeja el camino. REFLEXIONES CORTAS * El primer paso para salir de una crisis o de una situación difícil es orar. Si le pide a Dios con fe, mediante la plegaria, Él lo bendecirá y le dará lo mejor. * Usted debe ser una persona amable y dispuesta a ayudar a los demás. Hágalo y el mundo tendrá la certeza de su grandeza. ¡Sea alguien bonito para el alma! * Encontrarse con usted mismo, comprender a los demás y sobre todo dar y recibir amor le ayudarán a crecer como persona. Y así podrá ser un hombre feliz. * Las personas necesitan sanos consejos, una mano que los ayude a sostenerse, una voz de aliento y una buena dosis de resiliencia para superar adversidades. * Así otros se regresen, usted puede seguir avanzando en la dirección que indique su intuición. ¡Jamás se detenga! Mire hacia el frente y vaya por lo suyo. * Si su pareja lo traicionó, solo vuelva a entregar su corazón por alguien cuando esté preparado para ello. Mientras tanto, relájese y enamórese de usted mismo. ¡CUÉNTENOS SU CASO! Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy: Testimonio: “Paso por problemas, propios de esta temporada de crisis, y no he sabido cómo enfrentarlos. No me ha resultado fácil asumir las angustias que asaltan mi mundo. Yo hago como si nada pasara y trato de distraerme, pero le confieso que me siento desanimado. Estoy dejando que todo pase y pienso que eso me aliviará las cosas. De todas formas, siento que el mundo se me vino encima. ¿Qué me aconseja?”. Respuesta: Es bueno que se distraiga, pero no tanto. Los pañitos de agua tibia y los placebos no tendrán ningún efecto favorable y solo lograrán anestesiarlo temporalmente. Se lo digo porque, tarde o temprano, tendrá que despertar a la cruda realidad para ponerse al frente de todo. Si bien es bueno que trate de serenarse, no puede escapar de su situación ‘como si nada pasara’. ¡Póngale el pecho a la brisa! Aunque no me dice qué es lo que lo angustia, mire las posibilidades de reestructurar su vida. Recurra su fe y despliegue la energía que le permita salir de este ‘bache anímico’. El tiempo actual, de alguna forma, le está avisando que tiene la misión de timonear su mundo con fuerza de voluntad. Recuerde que Dios le dio toda la capacidad para enfrentarse a situaciones de conflicto y de dificultad, sin dejarse derrotar ni permitir que sienta que ‘el cielo se le vino encima’, tal y como lo dice en su carta. Los obstáculos no son pérdidas ni frustraciones, sino retos que la vida le pone para que pueda aprender y fortificarse. ¡Ánimo, sé que podrá recuperarse!