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Espiritualidad
Miércoles 16 de febrero de 2022 - 12:00 PM

Enfrentemos las circunstancias

Si bien no resulta sencillo afrontar esos momentos en donde surgen la inestabilidad, la incertidumbre y el miedo, sí podemos vencerlos con unas gotas de esperanza.

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Los cambios que hemos vivido durante los últimos dos años nos han sumido en situaciones complicados y se podría decir que no estábamos preparados para ellos. Sentimos ansiedad, incertidumbre, miedo, desazón, en fin...

Comprender estas emociones, en cierta medida, no ha sido una tarea fácil. No obstante saber lidiar con ellas es fundamental, no solo para sobrellevar estos instantes con la mayor serenidad posible, sino también para que no nos desesperemos más.

Y es que en los problemas ocurre lo mismo que con las famosas crisis: pueden convertirse en fuentes de autoconocimiento o conducirnos directamente hacia el abismo.

Claro está que enfrentar cada circunstancia difícil que nos ocurre no es un proceso sencillo, ni se solucionan en un abrir y cerrar de ojos. Todos necesitamos transitar por esos senderos en donde el dolor es inevitable.

Pese a esa gran verdad, los problemas nos permiten fortalecer, nutrir y pulir nuestro carácter. Por fortuna, cada situación difícil nos vuelve más resilientes y, lo mejor, es que la mente se nos va volviendo flexible y receptiva.

Tarde o temprano no solo hallaremos el alivio, sino que también transitaremos por nuevos caminos; unos más prometedores y esperanzadores.

Dicho de otra forma, está en nuestras propias manos aprender de los problemas, antes que echarnos a morir.

Siempre será clave identificar las conexiones que hay entre los contratiempos por los que estamos atravesando, asumir la parte de responsabilidad que tenemos en ellos y enmendar las cosas equivocadas que hemos hecho, para poder hacer un diagnóstico acertado y buscarles una solución efectiva.

También cabe preguntarnos hasta qué punto todas las situaciones que padecemos son problemas o cuáles son solo situaciones ‘cotidianas’.

Ahora bien, no solo aprendemos con la lógica, sino también a través de la aplicación de la intuición y del corazón. Más allá de que las preocupaciones que hoy nos asaltan nos hayan llegado de manera sorpresiva, debemos llenarnos de serenidad y fortaleza para enfrentarlas.

Nuestra cordura y la capacidad de análisis nos permitirán ver más claras las circunstancias y, lo que es más importante, nos ofrecerán las más oportunas líneas de acción.

Vivamos a plenitud disfrutando intensamente cada minuto y cada detalle. Pongamos atención a cada momento y llenémonos de pensamientos positivos, pues ellos son los mejores antídotos para los ‘dolores de cabeza’.

¡Apostémosle a la serenidad! Confiemos en nuestra buena estrella y pidámosle al Espíritu Santo que nos obsequie sabiduría para elegir los caminos correctos.

Tengamos la certeza de que existe un orden universal, diseñado por la Divina Providencia, que nos protegerá y guiará nuestros pasos; y que existe también una fuerza que habita dentro de nosotros que siempre estará pronta a visualizar el trayecto en el sentido de su conveniencia y a garantizarnos las bendiciones que tanto necesitamos. Amén.

BREVES REFLEXIONES

* Aunque ahora no lo entienda, agradézcale al Creador por las pruebas por las que esté pasando. Más allá de la cruz que usted cargue en la actualidad, debe prepararse para ver las bendiciones que le están por llegar. Aprenda a esperar en el tiempo de Dios y recuerde que Él va junto a usted.

* Mantenga sus sueños vivos y latentes. Comprenda que para lograr cualquier cosa en la vida requiere fe y necesita creer en sus capacidades. Sea visionario, póngase manos a la obra, tenga determinación y dedíquese en cuerpo y mente. Todo le será posible si de entrada usted cree.

* Cada ser humano nos brinda la oportunidad de enriquecernos, ya sea porque nos enseña directamente algo de lo que sabe o por lo que nosotros podemos observar. Deje que cada persona que se relacione con usted sea su maestra. No existe nadie en esta vida que no tenga algo que enseñarle.

* ¡Jamás dude de su gran valor como persona! No permita que nadie lo menosprecie o ponga en duda su buen nombre, su virtud o su fe. El que no lo sepa apreciar, amar y respetar no debe tener un lugar en su vida. Ojo: ser humilde no significa que se deje humillar.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página de Espiritualidad. Cuéntele su caso a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “Le diría que no me pasa nada, pero eso sería mentirle. Es que con la pandemia me he llenado de temores, -no sé si injustificados- por lo que pueda pasar con mi futuro. Pienso sobre ello y me estreso. ¿Qué debo hacer si me siento ansioso y con toda esta zozobra que carcome mi espíritu? Le agradezco que me ofrezca alguno de sus sabios consejos”.

Respuesta: En los tiempos actuales, tras la ‘ola de incertidumbre’ que nos ha llegado con la emergencia sanitaria, casi todos nos sentimos convulsionados e intranquilos. Así las cosas, es relativamente ‘normal’ que sienta inseguridad por lo que pueda pasar. Pese a ello, no tiene por qué vivir todo el tiempo así. Ese estilo de vida no puede prevalecer en su cotidianidad. Considero que la mejor estrategia es afrontar la crisis, verla frente a frente, reflexionar sobre ella y no dejarse amilanar. Es preciso que detecte y corte aquellos pensamientos poco ajustados a la realidad, que lo pueden estar llevando a interpretar su realidad de una forma distorsionada.

Defina muy bien qué es lo que siente: ¿Se llama miedo, falta de motivación o baja autoestima? Conocer su emoción es el primer paso para poder buscarle una solución.

Muchas actitudes negativas derivan de lo que usted se está diciendo, y no de lo que está pasando realmente. Trate, en la medida de lo posible, de serenarse, pues si sigue estresado no verá mayor claridad. Pídale a Dios sabiduría y serenidad para actuar.

Debo aclararle que si a pesar de que se lo proponga no logra salir de ese estado, puede ser prudente buscar ayuda profesional. Un especialista, un sicólogo u otro tipo de profesional le planteará un tratamiento médico, acorde con lo que usted esté padeciendo.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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