jueves 10 de marzo de 2011 - 12:00 AM

Espiritualidad

La voz de su conciencia, ¡escúchela!

¿Alguna vez ha percibido que está haciendo algo incorrecto y que con ese proceder va en contra de su esencia?

De pronto en algún momento de su vida le ha ocurrido eso.
Nos referimos a esas situaciones en las que usted admite que no se está portando 'bien' y, pese a ello, insiste en seguir por esa vía.
Por fortuna, Dios le dio un dispositivo especial que enciende las alarmas y le hace escuchar una voz singular cada vez que se comporta de una manera caprichosa o errada.
¿De qué se trata?
Es el eco de un sonido que se produce en un lugar recóndito de su cabeza y que, sin necesitar de micrófono alguno, ni ser del todo ruidoso, le taladra su mente.
Es como si tuviera un duendecillo viviendo en su cabeza, que chilla cada vez que se dan 'malos pasos'.
Esa voz que usted oye no es otra cosa más que su conciencia, la cual es una gran aliada. Todos la tenemos, sólo que muy pocos la escuchamos.
Ella es tan poderosa que, sin necesitar de un espejo ni ser una adivina, siempre se refleja y nos advierte que podremos tropezar.
Muchos terminan matando a ese duendecillo. Y aunque puede resultar cómodo hacerlo y asumir el papel de los sordos, al final esa voz vuelve a sonar y sigue dando lata; se convierte en un chillido que nos quita la tranquilidad y hasta el sueño.
¿Por qué no nos deja dormir?
Porque la conciencia orienta, nos hace pensar y nos hace caer en cuenta de muchos errores que cometemos; ya sea por comodidad o por simple desfachatez.
La voz de la conciencia nunca es alcahueta, tampoco se parcializa, nunca dice mentiras y, con relativa frecuencia nos recuerda que somos egoístas.
No todos tienen bien desarrollada sus conciencias. Algunos perciben más que otros.
Dicen que quienes encuentran diálogos espirituales y se acercan más a la honestidad, hacen brillar más su conciencia, se vuelven más abiertos y, al final, terminan confiando en esta forma de percepción.
No es que los otros, los que no son honestos, no sean concientes de lo que hacen. Lo que pasa es que ellos se hacen los de las orejas sordas: escuchan y simplemente dejan que sus voces se confundan con una falsa comodidad.
Por eso, de ahora en adelante, le corresponde escuchar la voz de su conciencia: ella tiene más peso que la opinión de los demás.

Sanos consejos

* Tenga presente que usted siempre puede hacer las cosas de una mejor forma.
* La honestidad, paga... así muchos corruptos digan que no.
* La honradez es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho.
* No viva de prisa, ni siquiera si es corredor de carros.
* La vida debe ser un limpio torneo de noblezas.
* No deje que la vida, que ha de ser siempre una pasión, se convierta en una costumbre.
* La vida no puede ser singular. Ella es más que nuestra vida, es un poco la vida de todos los que nos rodean.
* Uno de los más grandes obstáculos que encuentran los hombres para vivir, es la falta de confianza en sí mismos.
* Cuando no pueda arreglar las cosas, deje que ellas busquen su propio curso. Dios y el tiempo logran arreglar lo que sus afanes no lograrán jamás.
* No son los que brillan e impresionan los que mayor bien hacen, sino los que trabajan de una manera callada, día a día, para ser útiles a los demás.

Singular historia

En una ocasión cenaba un escritor con un cirujano y un abogado. El hombre de leyes quiso probar la admirable capacidad creativa del escritor, y lo retó:
- ¿A que usted no es capaz de inventar un cuento protagonizado por un cirujano y un abogado?
El hombre de las letras aceptó el reto y así escribió su relato:
"Había una vez un cirujano, quien en una intervención quirúrgica, abrió el cuerpo de un enfermo. No le encontró ningún órgano dañado, pero para justificar la operación, le extirpó la conciencia. Así le pudo cobrar sin remordimiento. El enfermo sanó, pagó al cirujano y, ya sin conciencia, se hizo abogado y ganó mucho dinero".

Ejercicio

No confunda la voz de la conciencia con la del pensamiento, porque son muy distintas: la primera enciende alarmas, ya sea para aplaudirlo o para criticarlo; mientras que la segunda es sólo el 'parloteo' interior que todos manejamos.
¿Cómo escuchar a su conciencia?
Debe liberar su mente de la rutina. Luego relájese y simplemente cierre los ojos para meditar sobre su proceder, de una manera serena.
Conviene estar en un lugar tranquilo, sin ruidos; en eso ayudan mucho los buenos sofás, los paisajes e incluso los templos, si así lo prefiere.

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