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Espiritualidad
Viernes 25 de enero de 2019 - 12:00 PM

Las cosas son como son

pRespetemos nuestros propios ritmos y estimulemos el incremento del poder personal, ese que yace en nuestros corazones. La vida es para gozarla, no para padecerla.ppp

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Siempre podremos renacer, más allá de los problemas que nos traiga el día a día.
Siempre podremos renacer, más allá de los problemas que nos traiga el día a día.

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Siempre podremos renacer, más allá de los problemas que nos traiga el día a día.

Debemos gozarnos la vida tal y como ella se nos presente, sin ponerle condiciones ni limitantes a nuestra felicidad.

Hay que aceptar los retos que el ‘día a día’ nos traiga, en lugar de esquivarlos o manejarlos de manera caprichosa.

Dicho de una forma más directa: ¡Las cosas son como son y no siempre se dan como las imaginábamos!

¿Qué sacamos con encajar cada acontecimiento que nos ocurra a ideas pesimistas?

Si vemos la realidad tal cual ella es, descubriremos que el mundo definitivamente es algo maravilloso que se nos ha brindado, de manera precisa, como un regalo de Dios.

Si bien hay cosas que no nos resultan, también es claro que existen muchas bendiciones a nuestro alcance. ¡Sería imperdonable no recibirlas!

Nos corresponde descubrir que ser felices no es un asunto de ir al cielo. La felicidad terrenal es posible, siempre y cuando aprendamos a vivir sin prevenciones.

Por alguna razón nos empecinamos en idealizar un mundo que solo existe en los cuentos de hadas o en las famosas telenovelas rosas. Tal vez por eso pretendemos forzar lo que nos ocurre o incluso aparentamos una imagen que no tiene nada que ver con lo que somos.

¡Es como que querer cambiar las cosas a nuestro antojo!

Hay situaciones que se salen de nuestras manos. Por más que ‘roguemos’ o ‘lloremos’, jamás podremos nadar contra la corriente. Mejor dicho: hay cosas que no dependen de nosotros y punto.

Por no entender eso es que emprendemos acciones que están martirizadas por constantes ansiedades, frustraciones y dolores.

Este texto no es una invitación a resignarnos, ni mucho menos. Es solo una sana recomendación para buscar el mejor ángulo de la vida y gozarnos cada instante de la mejor manera posible.

Es obvio que hay que hacerles frente decididamente a nuestras vicisitudes, pero en esta tarea será clave tomarnos los tiempos prudenciales para analizar de forma serena qué tantas responsabilidades tenemos que asumir.

Es decir, siempre tendremos la posibilidad de ser plenamente felices, más allá de las angustias o de las circunstancias que nos atosiguen.

Hay que desplegar la dignidad suficiente para sobrellevar los dolores y las penas que, entre otras cosas, hacen parte del ‘paisaje’ y en general siempre han acompañado a la existencia humana.

Todo esto lo menciono porque no podemos seguir autoengañándonos con la idea de una vida perfecta, porque ella suele ser algo utópico.

Aquí, en nuestro entorno, suceden cosas brillantes, otras no tan claras; pero siempre primarán una sana actitud y la oportunidad de respirar en un ambiente de tranquilidad, paz y amor.

Tomemos las cosas con calma y sigamos adelante con esperanza, fe y, sobre todo, con la certeza de que sabremos actuar en cada momento de la mejor manera posible.

¡Dios nos bendiga!

Redacción: Euclides Kilô Ardila

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