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Espiritualidad
Viernes 18 de junio de 2021 - 12:00 PM

Mantener el equilibrio

La serenidad es clave para mantener el equilibrio y aceptar lo que no está en nuestras manos cambiar; además nos ayuda a desarrollar la fuerza suficiente para no dejarnos desmoronar.

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Los caminantes, esos que atraviesan grandes distancias y que se movilizan en grupos, acostumbran a dejar en el camino una singular señal: se trata de una fila de piedras, la cual sirve para indicarles a los que vienen detrás que “van por buen camino”.

Sin embargo, no es fácil mantener en pie una columna de piedras, sobre todo si cada una de ellas es de distinta forma y de diferente tamaño. Para ello hay que lograr un contrapeso tal que no afecte la estabilidad de la columna y, por lo tanto, se requiere de cuidado, de perseverancia y de concentración.

Este ejercicio de las piedras es una sana representación del equilibrio interior que todos debemos asumir en la actualidad; de manera especial en las ráfagas de adversidad.

Podríamos asemejar la citada fila de rocas con la travesía que estamos afrontando, la cual ha llegado cargada de golpes y de tragedias.

La verdad es que nos ha costado mucho mantenernos en pie en medio de tantas tribulaciones.

Los pesos que nos ha tocado llevar sobre nuestros hombros, tras este prolongado tiempo de pandemia, nos tienen al límite.

Algunos se han desmoronado; otros han sido resilientes y han logrado renacer de entre las cenizas; y algunos más han tenido que librar la peor de todas las batallas para vencer las tristezas, los dolores de las partidas de sus seres queridos, las crisis económicas, los cambios inesperados e incluso sus propias frustraciones.

Es claro que el ejercicio espiritual que hoy planteamos en esta página no consiste en tratar de desafiar la gravedad para que todas esas ‘piedras’ no nos desplomen. La idea es no tocar fondo manteniendo la fe, la esperanza y la confianza en nosotros mismos para conservar la mesura y evitar desfallecer.

Tenemos que buscar nuestro propio equilibrio porque, con o sin pandemia, la vida seguirá poniéndonos a prueba.

Así las cosas, tenemos que aprender a vivir con el dulce sabor de los episodios que nos llenan de alegría y de plenitud, pero también hay que asumir que en algunos momentos nos corresponderá pasar por caminos tortuosos.

El dolor es una parte necesaria o al menos inherente a nuestra condición de ser humano. ¡Hay que aceptarlo para no sufrir más!

Se debe lidiar con estas etapas difíciles intentando proteger nuestro equilibrio emocional, de manera que en vez de salir maltrechos de esa experiencia ella nos sirva para crecer.

Lo cierto del caso es que, si nos lo proponemos, podremos salir fortalecidos de estos tiempos, siempre y cuando tengamos la fuerza de voluntad para no irnos al piso.

Si logramos propender por la armonía o por la sana aceptación para saber actuar ante cada momento difícil, podremos ver un mejor horizonte.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíele su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “Con esta pandemia, atravieso por una gran desmotivación. No he podido ajustarme a eso que denominan como ‘nueva normalidad’. Es tan grave mi estado de ánimo que, de alguna forma, se me han escapado las ilusiones y vivo triste; es más, casi no duermo y no logro concentrarme en mis asuntos. Aunque sé que no experimento un cuadro depresivo, sí me faltan las ganas de levantarme y de sonreír. Es como si estuviera prisionero de un embotamiento físico y en una extraña pereza, que ha logrado nublar mis pensamientos. ¿Qué me aconseja? Gracias por atender mi caso”.

Respuesta: Lo que a usted le ocurre les pasa a muchos. La gente en general aún no se adapta a esta nueva forma de vivir ni a los sustanciales cambios que ha generado la actual situación.

La forma abrupta en la que irrumpió esta crisis en nuestra cotidianidad afectó el curso que teníamos previsto y nos ‘bajó de nota’.

Indudablemente la pandemia no solo cambió el ritmo de vida, sino que además les está mermando el estado de ánimo a muchos, entre ellos a usted.

La incertidumbre por lo que vendrá se traduce en un sentimiento de tristeza, en la pérdida de interés y en una falta de concentración, lo que ocasiona alteraciones del estado de ánimo.

Si bien hay que prestarles atención a estos síntomas de desaliento, a la par debe ser optimista y enfrentar la situación de una forma esperanzadora.

Es decir, le corresponde salir de esa desazón que es, en últimas, la que está distorsionando su enfoque y le hace sentir que no puede sonreír.

Dedique un tiempo para reflexionar y para estar a solas con usted mismo. Respire profundo, reconéctese con lo que es y con sus nuevos propósitos.

Es fundamental desarrollar una actitud de comprensión y de aceptación con la emergencia actual.

Piense qué desea alcanzar, cómo quiere vivir y enfile baterías para que, cuando todo esto pase, pueda conducir sus pasos hacia esas metas. Es obvio que debe revisar los proyectos que tenía antes de toda esta crisis y evaluar la conveniencia o no de revivirlos.

Le insisto en que debe asumir una actitud resiliente y debe ser creativo para encontrar formas de solucionar los retos que se le están presentando.

También debe plantearse metas diarias que sean realizables, que le permitan experimentar satisfacción por ser logradas y, de esta manera, recuperar la autoconfianza.

Es clave que entienda que la motivación debe venir del interior de usted, no de afuera. Aunque, en gran medida, hay factores externos que están interfiriendo con sus agendas y que la ‘nueva normalidad’ le alteró ciertos hábitos, no debe permitir que dichos factores lo lleven a la debacle o que le impidan animarse a intentar las cosas que desea lograr.

Reavive su fe y propóngase sanar su mente y su alma. Pídale a Dios fortaleza y sabiduría para saber qué hacer.

Una precisión: aunque usted parece tener claro que no pasa por un cuadro de depresión, no olvide que en donde más pesa la sombra de la apatía es en los aspectos afectivos y emocionales.

Si el desánimo es pasajero, no debería implicar problema; pero si lleva mucho tiempo apesadumbrado y esa fea sensación se prolonga más allá de unas semanas, debería intentar ponerse en manos de un profesional de la sicología. Se lo sugiero solo para descartar algo grave.

REFLEXIONES CORTAS

* Lamentarse por todo atrae más pobreza; en cambio, agradecer hace que le brille el sol de las bendiciones.

* La gente ‘buena’ le da felicidad, la ‘mala’ le da lecciones y la ‘maravillosa’ le deja recuerdos maravillosos.

* La vida siempre nos enseña a disfrutar el tiempo y, así mismo, el tiempo nos enseña a gozar la existencia.

* Atrévase a caminar, así sea descalzo. Si bien el trayecto puede ser tortuoso, Dios siempre aliviará su paso.

* Insista con fe en todas sus metas. Recuerde que ni siquiera un martillo hunde el clavo en el primer intento.

* No gaste energía atrayendo a alguien a la fuerza; la gente adecuada gravitará hacia usted de forma natural.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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