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Lunes 19 de abril de 2021 - 12:00 PM

Tarde o temprano, las cosas de la vida encajan

Tal y como ocurre con el rompecabezas, la vida se va construyendo pieza a pieza y con mucha paciencia hasta que se pueda encajar todo. Es ahí cuando alcanzamos la satisfacción de haber logrado nuestros propósitos.

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Con cierta frecuencia el camino se ve tortuoso y el horizonte parece bastante desarticulado. Los problemas diarios se encargan de hacernos trastabillar.

Por eso, superar los obstáculos siempre requerirá de unas buenas dosis de paciencia, persistencia y concentración.

En la construcción de lo que podría ser el ‘rompecabezas’ de nuestra vida, de alguna forma nos encontramos con piezas en desorden que no logramos visualizar.

Sin embargo, con dedicación y con el paso del tiempo, las cosas se empiezan a ver más nítidas. Luego nuestra vida se transforma para bien y muchas cosas, que antes no entendíamos, cobran sentido.

Es preciso saber manejar nuestros propios espacios y, de manera especial, mantener el equilibrio emocional para hacer más llevadera cualquier situación.

Lo menciono porque, tarde o temprano, las cosas de nuestra vida irán encajando, siempre y cuando nos mantengamos firmes.

Por muy difícil que sea el panorama, sin que sepamos muy bien cómo, de pronto el universo entero conspira para bendecirnos con cosas halagüeñas.

¡Esa ley de la vida nunca falla!

Aquello que esperamos, eso por lo que hemos trabajado y que sin duda alguna nos merecemos, se nos da en lo que se considera como el momento de Dios.

Por más que nuestra propia fe se haya visto extraviada o debilitada, los acontecimientos finalmente suceden tal y como el Creador los dispone.

Si hoy pasamos por situaciones adversas, no perdamos el entusiasmo y sigamos ‘remando’ hacia nuestros objetivos. Es obvio que para avanzar, nos corresponde dejar atrás los pensamientos negativos y evitar que el diario vivir nos inunde con malas vibraciones.

Hay que desterrar todo el caos mental y disciplinar nuestros pensamientos con la certeza de que seremos capaces de lograr todo lo que nos propongamos realizar; incluso si en el trayecto surgen barreras que se vean infranqueables.

Soltemos las cargas inoficiosas, no nos preocupemos antes de tiempo y adaptémonos a las circunstancias, sin que esto último implique resignarnos a sufrir. Solo así podremos ir despejando el camino.

Si acabamos con los afanes y las angustias y, sobre todo, si dejamos de pensar que las vicisitudes son tragedias, podremos hacer más llevadera la agenda.

Esta es una invitación a despojarnos de las emociones dañinas y a entender que lo que ha de ser será.

Además, hay mucha energía disponible y solo es cuestión de canalizarla en cada momento.

Además, no estaremos solos en estas jornadas; contamos con la asistencia de ángeles y de maestros que la vida nos va colocando a toda hora para conducirnos hacia donde debamos ir.

Aprendamos a ordenar la mente y comencemos a desechar lo que no nos resulte útil; mejor cultivemos pensamientos propositivos y libres de cargas inoficiosas.

¡CUÉNTENOS SU CASO!

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo, sobre todo en esta época. Pero con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Cuéntele su caso a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el tema de hoy:

Testimonio: “Quisiera ser feliz todo el tiempo, pero no lo logro. Me encantaría no tener problemas para disfrutar mi vida. A veces duro un prolongado tiempo en busca de un rayo de alegría, pero él solo me irradia durante un corto tiempo. Cuando por fin alcanzo la felicidad, la vida misma me da un golpe y me vuelve a donde estaba. Vivo decepcionado por eso y siento que algo estoy haciendo mal. ¿Por qué será que lo que me propongo se me escapa como el agua entre las manos? ¿Cuál consejo me podría dar?”.

Respuesta: Tenga presente que la felicidad existe pero, al mismo tiempo, recuerde que de usted depende que la disfrute o no. Las personas, las circunstancias y los objetos que le acompañan vienen y van; eso es lo natural en este mundo y aún así no tiene por qué ver este hecho como algo ‘malo’.

Lo que sucede es que usted está empecinado en hacer perdurar aquello que es mutable en esencia.

Creo que nadie en el mundo ha logrado ser feliz todo el tiempo, sin que esto implique estar resignado a sufrir más de la cuenta. La felicidad se compone de pequeños instantes que, de alguna, le van dando sentido a todo lo que hacemos.

Existe una mezcla de instantes de alegría y de tristeza que hacen parte del diario vivir.

De igual forma, ser feliz no es estar sin problemas ni mucho menos se trata de anclarse con su barco en un puerto específico.

La felicidad, de manera desafortunada, se ha vuelto equivalente a lo que solemos denominar como: “Tener una buena vida”. Es decir, se cree que la clave es disponer de dinero y comodidades, viajar y no pensar en nada más que en gozar. Creo que es errado tener el concepto de felicidad así de calcado y, peor aún, pretender que nada altere el entorno.

Me atrevería a decir que los momentos felices casi siempre pasan desapercibidos y en más de una ocasión solo nos percatamos de ellos cuando ya forman parte del pasado.

Por algo se ha vuelto tan popular la frase que dice así: “Éramos felices y no lo sabíamos”.

La felicidad no se trata de llegar a un destino específico, sino de disfrutar el trayecto hacia esa meta.

Tal vez usted no quiere darse cuenta de que cuando planea conseguir algo, en realidad está poniendo a trabajar toda una maquinaria formada por sus pensamientos pesimistas que, según leo en su carta, siempre le apuntan a que “dure poco”.

La sugiero que no se predisponga a sentirse triste y deje de estar potenciando la intensidad de los momentos tristes.

¡Hágame caso, no se estrese y procure ser feliz!

CORTAS REFLEXIONES

* Cuando uno no se conecta con su propia esencia, se ve como un barco a la deriva.

* Si tenemos miedo a abrirnos a los demás, sufriremos las consecuencias de la soledad.

* El pensamiento negativo nos conduce a un camino que solo trae malestar. Así las cosas, es mejor ser optimista.

* La felicidad no está fuera, ni se encuentra en destinos exóticos; si quiere ser feliz, consulte dentro de usted mismo.

* Nunca es demasiado tarde para corregirse; porque después de nacer, lo más importante es aprender a ser humano.

* Haga que la felicidad sea su mejor hábito. Cuando lo logre, todas las bendiciones irradiarán su humanidad.

* ¡Así como vibra, atrae! Enamórese de usted mismo y de la vida, después atraerá a las personas correctas que deberán estar a su alrededor.

* Bueno o malo, todo lo que usted haga siempre se le devolverá y tendrá que asumirlo.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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