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Espiritualidad
Miércoles 15 de mayo de 2019 - 12:00 PM

Trabajemos, pero no nos olvidemos de vivir

Esa obsesión por dedicarle todo el tiempo al trabajo hace que abandonemos otros aspectos esenciales de nuestra vida, tales como la familia, los sueños e incluso nuestras relaciones de pareja.

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Decimos que el tiempo no nos alcanza y, en ese orden de ideas, queremos aprovechar al máximo el día. Lo malo es que, tras fallidos intentos, terminamos enclaustrados en la oficina y alejados de la familia y de nuestros asuntos personales.

Si bien obtenemos resultados positivos en el trabajo, ellos lo logramos a un precio demasiado alto; de hecho, nuestra vida y nuestro hogar son los grandes sacrificados.

A los periodistas nos ocurre eso con frecuencia; incluso muchos no hemos logrado entender que necesitamos tiempo para nosotros.

¡Claro está que este no es solo un asunto de los comunicadores!

Lo más probable es que usted mismo trabaje más de doce horas diarias, a duras penas dormirá y de seguro almuerza en un santiamén.

O digámoslo mejor, usted no hace nada en paz porque siempre tiene algo qué hacer en la oficina.

Usted sueña, respira y ama su actividad productiva, no solo porque vive de ella sino porque aprendió a a apegarse a un puesto. Vive de una manera intensa, pero se está olvidando de disfrutar las pequeñas cosas que lo rodean.

Yo sé que usted, tal vez obligado por el aspecto económico, no alcanza a ver la cantidad de posibilidades que tiene y en esa ceguera está dejando pasar lo mejor de sus años.

Es cierto: vivir ‘cuesta trabajo’. Usted gana dinero, pero pierde grandes momentos.

¿Se imagina el precio del aire si se lo trajeran otros proveedores distintos a Dios y a la misma naturaleza?

No le estoy aconsejando que mañana llegue a la oficina y escriba su carta de renuncia. ¡Ni más faltaba!

Yo sé que su trabajo es valioso. Sin embargo un año de su vida, por muchos millones que le consignen en su cuenta en la empresa, no se puede resumir a 365 días atados a una oficina.

Insisto, la idea no es que deje tirado su puesto; solo quiero plantear que se dedique el tiempo suficiente, sin olvidar a sus dos más grandes tesoros: su vida y su familia.

El manejo adecuado del tiempo busca llegar a esa efectividad que permita el equilibrio perfecto del ‘día a día’, el cual se traduce en la ecuación 8/8/8.

La formula se traduce de la siguiente forma: 8 horas para el trabajo, 8 horas para el descanso y 8 horas para su vida personal. Es obvio que esta ecuación implica disfrutar las 24 horas del día de su descanso semanal.

Todos, tanto usted como yo, tenemos la misma cantidad de horas en un día. Da igual dónde viva, en lo que trabaje, la edad que tenga o sus cuentas bancarias.

Es cuestión de fijar metas realistas y aplicar una serie de herramientas y consejos para convertirlas en realidad.

Enfoque el viaje de su vida no como un pasajero de la misma, sino como su conductor. Así se puede lograr el equilibrio entre las diferentes dimensiones de su existencia: la profesional, la familiar, la sentimental y la social.

Dicho de otra manera, se puede lograr que el tiempo alcance para todo; por ejemplo, para vivir.

Dedicarse las horas necesarias para hacer lo que realmente desea tiene mucho que ver con estar a gusto con lo que vive en el momento.

Si no disfruta el aquí y el ahora, y solo está preocupado por terminar las cosas que debe hacer, llegará un momento en el que termine desperdiciando su vida.

Recuerde que la textura y los colores, entrelazados, arman un bello tejido. La clave está en unir valores, anhelos, sentimientos sanos y buenos propósitos en una sola composición llamada vida.

Si llegó a esta parte del texto, respóndase el siguiente cuestionamiento: ¿El trabajo que hoy tiene lo conduce a su familia o lo aleja de ella y de paso de su vida?

EL CASO DE HOY

Las inquietudes del alma asaltan nuestro estado de ánimo con más frecuencia de lo normal. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para aplicar en la cotidianidad. ¿Cuáles son esos temores que lo asfixian? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíeme su testimonio al siguiente correo: eardila@vanguardia.com En esta misma columna, yo mismo le responderé. Veamos el caso de este jueves:

Testimonio:

Estoy exasperado con la vida. A veces quisiera tirar la toalla. En medio de mi tristeza y los afanes quisiera salir corriendo o abandonarlo todo. La gente me saca la chispa y me enfrasco en peleas absurdas. Espero sus consejos”.

Respuesta:

Aprenda a tomar las cosas con una gota de serenidad. Las decisiones tomadas con la cabeza caliente, el ir a prisa y, sobre todo, dejarse retar con peleas innecesarias hacen que su vida se sumerja en esos ‘agujeros negros’ que no lo llevan a ninguna parte.

Antes de actuar, espere a que pase la tormenta. Aguántese las ganas de salir corriendo. Después, cuando esté en calma, sí piense en lo que más le conviene hacer en esas específicas circunstancias por las que atraviesa.

No permita que el estrés lo lleve a cometer errores. Procure asumir una actitud más abierta y comprensiva.

Le reitero que debe mantener la tranquilidad, ya que de esta manera le será más fácil superar las actuales dificultades.

Detrás de esas angustias puede encontrarse un gran temor personal a transformar su propia realidad. Procure reafirmar su fe en usted mismo, porque de esta manera podrá ver el futuro con mayor positivismo y claridad.

Si lo hace así, podrá aprovechar una a una las posibilidades que le presentará generosamente la vida y además le pondrá fin a esa exasperación en la que anda. Espero que mis palabras le ayuden a sentirse más tranquilo. ¡Dios lo bendiga!

REFLEXIONES SUELTAS

Adiós al ‘qué dirán’

Deje de temerles tanto a las críticas y al odioso ‘qué dirán’. No permita que el ruido de las opiniones ajenas silencie su voz interior. El único objetivo de su vida es ser usted mismo. Libérese poco a poco de las cadenas que han representado para usted sus temores a no ser aceptado totalmente por los demás. La amistad con usted es importante, porque sin ella no podrá salir a devorarse el mundo.

Sea más intuitivo

Tenga el coraje de hacer lo que le dicten su corazón y su intuición. De algún modo, usted ya sabe aquello en lo que realmente quiere convertirse. Al actuar, deje su orgullo y decídase a actuar de una vez por todas.

Consejo

No se deje agobiar por el peso de sus responsabilidades; mejor adquiera la disciplina necesaria para responder bien en cada tarea. Y si se siente más agobiado de lo normal, búsquele una solución y un remedio a cada uno de los problemas de su vida diaria.

Un poco de tolerancia

Aprenda a ser más tolerante con las limitaciones y las fallas de los demás, especialmente cuando las cosas no salgan como las había planeado. Si alguien en el que haya depositado su confianza lo defrauda, sepa perdonar.

¡Es posible hacerlo!

No busque razones para explicar por qué no hace lo que quiere; usted solo necesita una razón para atreverse a hacerlo. Reflexione sobre ello y recuerde que usted tiene el valor necesario para lograr todo lo que se proponga; deje atrás sus miedos y vaya por lo suyo.

Fortaleza

Levántese, sonría y siga su camino; no es tiempo de llorar, es tiempo de ir hacia delante y ser feliz. Hágales saber a todos que hoy es más fuerte que ayer y, sobre todo, que puede llegar lejos.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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