¿Dudas? ¡Pregunte!

El proceso es el siguiente: uno asume que algo está pasando y su mente, cual si fuera un cineasta, empieza a armar toda una historia alrededor de una situación o una persona.

Las preguntas locas comienzan: ¿y si fue esto? ¿O si fue aquello? ¿Y si me pasa esto? ¿O si me pasa lo otro?

Lo peor es que, con frecuencia, tener la valentía de hacer una pregunta respetuosa y honesta nos ahorraría muchas películas que a veces nos armamos en la cabeza y que, a la larga, no terminan siendo más que eso: historias que nos hacen sentir tristes, ansiosos, iracundos y amargados antes de si quiera saber si vale la pena todo esto.

“Los supuestos son reflejos de la forma en que nos vemos a nosotros mismos: si asumimos que alguien no quiere hablar con nosotros, o alguien quiere algo de nosotros, en realidad, es realmente una forma de rechazarnos a nosotros mismos. Si asumimos que la razón por la que alguien actuó de una manera particular fue porque querían lastimarnos, o querían atacarnos, o querían tener algún tipo de control sobre nosotros, en realidad refleja cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos. Necesitamos mirarnos honestamente y preguntar a la otra persona sus motivaciones. No hay que temer: uno sabe cuándo le están mintiendo, entonces sí que tendrá razones para pensar en tomar una decisión. Pero puede que no nos mientan y así tendremos una forma de resolver aquello que nos preocupa”, explica el coach Fernando Meneses.

Además, si aprendemos a no hacer suposiciones, aprendemos a entender mejor a los demás y les permitimos ser quienes son. Aprendemos que no se trata de cambiarlos, que si cambiamos nuestra reacción hacia ellos, con el tiempo es posible que no tengamos los mismos problemas o sentimientos incómodos que podemos sentir el uno con el otro.

Expertos explican cómo preguntar acertadamente y cómo manejar esas dudas y pensamientos negativos.