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Lunes 23 de enero de 2023 - 12:00 PM

A 40 años del estreno de Los Magníficos: las peleas del elenco y el éxito fugaz

La serie es un boom en la televisión con una fórmula que se repetía pero fascinaba a las familias, tuvo un final abrupto pero previsible. Las internas que complicaron las grabaciones.

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El elenco principal estaba integrado por George Peppard, quien interpretaba al coronel John “Hannibal Smith”; Dwight Schultz, era el Loco Murdock; Dirk Benedict como el teniente Templeton Peck y Mr. T como Mario Baracus. Internet / VANGUARDIA
El elenco principal estaba integrado por George Peppard, quien interpretaba al coronel John “Hannibal Smith”; Dwight Schultz, era el Loco Murdock; Dirk Benedict como el teniente Templeton Peck y Mr. T como Mario Baracus. Internet / VANGUARDIA

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El elenco principal estaba integrado por George Peppard, quien interpretaba al coronel John “Hannibal Smith”; Dwight Schultz, era el Loco Murdock; Dirk Benedict como el teniente Templeton Peck y Mr. T como Mario Baracus. Internet / VANGUARDIA

Brigada A no figura en ninguna lista de las mejores series de la historia, ni siquiera en las de la década del 80. Es razonable. Sus guiones eran simples y repetían la misma fórmula, las actuaciones poco convincentes, los efectos especiales anticuados.

Tampoco es de esos programas que se transformaron de culto o que soportan que se sigan emitiendo sin parar a más de 35 años de su estreno. Es evidente que envejeció.

Sin embargo, es un ícono de su tiempo. “Los Magníficos” define, tal vez involuntariamente, buena parte de los años 80. Y permanece muy viva en la memoria de sus espectadores, esos que semana a semana se sentaban frente a la televisión para seguir con una sonrisa permanente las aventuras de estos cuatro desclasados. Ese recuerdo alegre, esos momentos familiares compartidos, esa gratitud es la que sobrevive. Y, claro, no es poco.

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“Hace 10 años un tribunal militar envío a prisión a un grupo de comandos por un crimen que no cometieron. Estos hombres lograron escaparse del penal militar e instalarse clandestinamente en Los Ángeles. Hoy, aunque son buscados por el gobierno, luchan por la justicia.

Si alguien tiene un problema, necesita un problema y logra contactarlos, tal vez pueda contratar a la Brigada A”. Con alguna variación en el texto según el doblaje de la zona correspondiente (de hecho en muchos lugares de habla hispana se llamó Los Magníficos), con este parlamento empezaba cada semana la serie de acción que dominó gran parte de los años 80.

Después venía la música del programa. Inconfundible. Unos redoblantes, marcha militar que se transformaba en himno épico e inspiracional, a lo Rocky. Brigada A, en épocas de pocos canales, en tiempos en que se esperaba el comienzo puntual de los programas, batió récords de público. Pero el suyo fue un éxito, algo fugaz, de no muchos años.

El equipo especial estaba integrado por cuatro hombres. El líder era John Hannibal Smith interpretado por George Peppard. El apodo de Smith venía del general cartaginés. Se le reconocía su inteligencia y su capacidad táctica. Era un maestro en el arte del disfraz. Siempre estaba con sus guantes de cuero negro y un cigarro entre sus labios. Smith está inspirado por Bo Gritz, un comando norteamericano que encabezó misiones al sudeste asiático para liberar a compañeros que según él todavía estaban detenidos desde la guerra. Gritz ostenta una especie de récord; además de este personaje inspiró al Rambo de la segunda y tercera parte de la saga de Stallone.

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Templeton Peck, Faz por estas tierras, era el galán del grupo; cometía pequeños fraudes y engaños para conseguir lo que el comando necesitara. El actor que lo encarnó fue Dirk Benedict. En el piloto ese papel lo hizo otro pero los productores encontraron dos problemas: era demasiado joven para ser veterano de Vietnam y era muy alto, lo que le quitaba poder al siguiente personaje.

El forzudo del equipo, Mario Baracus. De mal carácter y extremo poderío físico, Baracus era el chofer del grupo. Su punto vulnerable: el miedo inmanejable a volar, lo que proporcionaba buenos gags cada vez que la Brigada A debía subirse a un avión. Porque el equipo era tan completo que tenía su propio piloto de avión: el loco Murdock que vivía en una institución para pacientes psiquiátricos y era rescatado por sus compañeros cada vez que lo necesitaban.

Ese personaje iba a ser erradicado de la serie pero luego de que en los testeos previos al estreno los espectadores lo elogiaran, Murdock se quedó. El tono despreocupado con que el tema de la enfermedad mental era tratado sería imposible hoy en día en el que la corrección política impondría solemnidad. El estrés postraumático de Murdock tras Vietnam era motivo de enojo para Baracus y daba pie a chistes permanentes.

Y ese fue uno de los elementos secundarios que atrajo al público, elementos que tenían en común varios series exitosas de los 80s. Un auto llamativo, una buena cortina musical, cameos de celebridades y varias frases características que se repetían en cada capítulo y se convertían en una de las señas de identidad de los personajes.

Estos cuatro comandos, como explica la introducción, eran injustos prófugos pero intentaban hacer el bien, recomponer la justicia en el mundo. Sus métodos eran singulares. Vietnam sobrevolaba como una sombra su historia. En esa guerra las fuerzas norteamericanas tenían comandos llamados Brigada A (A-Team). Las misiones en la serie se renovaban capítulo a capítulo pero siempre se parecían a sí mismas. Y todos terminaban de la misma manera: los buenos ganaban (o al menos los nuestros, por los que nosotros hacíamos fuerza) y los malos terminaban esposados y enviados a prisión.

Quien de inmediato se convirtió en ídolo de los más chicos fue Mr. T, un personaje improbable. Musculoso, rebosante de cadenas de oro, anillos y pulseras. Con un particular corte de pelo que según él adoptó al hojear un número de la National Geographic en la que dedicaban un informe fotográfico a la tribu africana de los Mandinka (aunque tal vez haya tenido una inspiración más local en los Mohawks o Mohicanos, con los costados de la cabeza rapados y la cresta en el medio).

Laurence Turead (ese era su nombre real) tenía un limitadísimo registro actoral. Venía de ser el antagonista de Sylvester Stallone en Rocky III. Antes de eso su actividad principal era la de guardaespaldas. Su inicio en la actuación fue casual. Se puede afirmar que la culpa la tuvo Joe Frazier, el excampeón mundial de boxeo. Stallone quería que a su rival en la película lo interpretara un boxeador de verdad (ya había intentado en la primera de la saga con Ken Norton en el papel de Apollo Creed pero éste no aceptó la oferta). Buscaba un realismo que sólo lo podía aportar alguien que hubiera vivido y sufrido en el ring.

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A Stallone se le ocurrió invitarlo a Frazier a hacer guantes para ir conociéndose, para ver cómo se movían juntos. “Fue una idea estúpida. Fue como entrar a la jaula de los leones embadurnado de salsa. Mi idea era moverme y evitar los golpes. El plan me funcionó sólo dos segundos -contó Stallone hace unos años-. Un gancho al cuerpo y después un directo a mi ceja. Seis puntos de sutura. El mundo comenzó a darme vueltas. Me pareció que ya era suficiente y di por terminado el día de trabajo”.

Luego de esta experiencia, Sly buscó otro actor para Clubber Lang. Lo descubrió en un programa matutino de deportes. Uno de los segmentos era una competencia de forzudos. Las pruebas eran varias e insólitas. Lanzaban un hombre a través de una puerta, levantaban ruedas de camión y para determinar el ganador los dos finalistas se enfrentaban en un ring. Mr T se llevó esa competencia dos años seguidos. Allí lo conoció Stallone y lo convocó.

Una revelación impactante, casi una desilusión: su personaje en Brigada A no se llamaba Mario. El nombre original era B.A. (iniciales de Bad Attitude, mala actitud) Baracus -en un capítulo se dice que nombre de pila es Bosco-.

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Publicado por Infobae.Com

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