viernes 27 de enero de 2023 - 12:00 AM

Turismo | Zapatoca, un destino que se impone entre los viajeros

Santander tiene todo para ser una potencia turística del país. Tenemos historia, arte, cultura, sabor, deportes extremos y ahora, un municipio que toma cada vez más fuerza como destino ideal: Zapatoca.

Carga con la riqueza de 279 años de historia, está rodeado de montañas imponentes y vistas privilegiadas que se pueden disfrutar desde lo más alto de sus empinadas calles, y además, sabe como a un peculiar ‘delicioso’, el dulce que preparan a la perfección sus habitantes. Así es el destino del clima de seda. Está ubicado a solo 68 kilómetros de la capital santandereana y durante años ha sido protagonista de las historias de aventura de los hijos de esta tierra, y de sus visitantes. Pero la travesía por este pueblo santandereano empieza 22 kilómetros antes de llegar al parque principal.

Trepado sobre una roca, y coronando las montañas que bordean la carretera que conduce al municipio, posa imponentemente un Renault 4 amarillo, que aun con su propia historia, ha cobrado más sentido gracias a las postales de quienes se toman el tiempo para bajarse y posar al lado de este monumento.

Paula Blanco / VANGUARDIA
Paula Blanco / VANGUARDIA

Ahí, justo al frente del atractivo carro amarillo, y como si se tratara de un pesebre, dos imponentes montañas abren paso al río Sogamoso. Y a unos kilómetros, esas mismas montañas, esconden el Cañón de las Iguanas. Desde allí Zapatoca empieza a sorprender.

En ese momento, quienes han leído de este destino, sobre sus atardeceres, su gastronomía, y sus rincones mágicos, coinciden en que no le hacen justicia.

Al llegar a la cabecera municipal y escuchar las historias que tienen por contar los zapatocas, comienza la verdadera aventura.

Una comunidad hecha a pulso
Paula Blanco / VANGUARDIA
Paula Blanco / VANGUARDIA

Llegar al barrio San Vicentico y escuchar a Piedad Carreño, líder comunitaria, es sentir que aquel viejo refrán que define a los zapatocas como tacaños, no es más que un insulto.

“Este barrio fue fundado al servicio de la comunidad. Cada una de las casitas que tenemos fueron terrenos que los mismos zapatocas donaron para poder fundar este barrio con el fin de llevarle un servicio a la comunidad. Hoy en día es manejado por una fundación, San Vicente de Paúl, y de allí su nombre”, explica Piedad. Esta sociedad se consolidó en Zapatoca en 1904. Y aún conserva un pilar fundamental: servir a la comunidad.

Este pintoresco barrio es “para aquellas personas que necesitan dar un paso para mejorar”, señala. Cada casa de tapia pisada es cedida bajo un reglamento a la familia que llega a buscar refugio en Zapatoca. Durante un tiempo, y por un bajo costo, pueden vivir allí. El único compromiso es vivir en comunidad.

Son un barrio que aún mantienen encendidos los altavoces que están adheridos a los postes en cada esquina. Trabajan minuciosamente en el cuidado de sus jardines, en cada una de las esbeltas flores que adornan las fachadas. En la detallada pintura de sus contadores de luz.

“Tenemos un barrio muy completo”, agrega. Un barrio que frente a los turistas brinda una valiosa experiencia.

La Cueva del Nitro

Entrar a la Cueva del Nitro es, en definitiva, un ejercicio de confianza, a ciegas. Desde la entrada de la cueva, hasta el Salón del Nitro, el recorrido básico que ofrece Colombia trails, operador turístico, dura una hora y es de un kilómetro, ida y vuelta. Pero esto no lo hace menos retador.

Paula Blanco / VANGUARDIA
Paula Blanco / VANGUARDIA

“Esta cueva tiene entre 130 y 150 millones de años de haberse formado, gracias a las corrientes de agua. Incluso, el agua sigue creando formaciones rocosas como los espeleotemas. En ella habitan arañas, ciempiés, cucarachas, grillos, murciélagos y peces, que incluso requieren un especial cuidado para preservar la especie”, explica la guía de este operador turístico, María Carreño.

Colombia Trails (Cueva del Nitro) / VANGUARDIA
Colombia Trails (Cueva del Nitro) / VANGUARDIA

Hasta ahí podría no sonar tan aventurero. Pero la verdadera experiencia empieza en el primer escalón del salón principal, donde en cuestión de segundos permite experimentar un cambio de temperatura.

Colombia Trails (Cueva del Nitro) / VANGUARDIA
Colombia Trails (Cueva del Nitro) / VANGUARDIA

Al llegar al Salón de la Eterna Juventud, el recorrido empieza a ponerse retador. En el Paso de la Monja ya hay que activar el espíritu aventurero y ser muy cuidadosos. Y en la Garganta del Dragón se agudizan los sentidos. Allí, solo bajo supervisión de los guías, y para quienes quieren vivir algo diferente, el siguiente paso será apagar las linternas. Será unos minutos de total y hasta desesperante oscuridad.

Colombia Trails (Cueva del Nitro) / VANGUARDIA
Colombia Trails (Cueva del Nitro) / VANGUARDIA

Pero la Cueva del Nitro permite ir más allá. También hay un recorrido de seis horas, para almas mucho más arriesgadas. Allí tendrán que vivir una experiencia con arrastre, e incluso bajo el agua.

En lo más alto de sus miradores y 50 metros bajo tierra, Zapatoca no deja de sorprender.

Miradores privilegiados

Quizá no tanto como San Gil, pero Zapatoca también tiene calles empinadas y escaleras que al final cuentan varias historias. Como las escaleras en las que los turistas no dejan pasar una foto, y que antes eran la Calle del Lamento.

“El primer cementerio estaba ubicado en la Iglesia De San Joaquín, pero luego vieron la necesidad de hacer otro. Con donativos empezaron a construir el camposanto, que está al frente de las escaleras más altas del pueblo, que antes eran la Calle de los Lamentos”, indica Alejandra Bautista Díaz, guía de ‘De Ruta con Aleja’.

“Este cementerio sirvió durante casi 40 años. Tiempo después reunieron todos los restos, más de 16.000, y los depositaron a mis espaldas debajo del Santo Cristo”, explica. Allí, a pocos pasos también reposan los restos del tan nombrado Geo Von Lengerke, “quien vio en Zapatoca muy buenas tierras para empezar a importar y exportar productos, pero también la necesidad de crear caminos”, que hoy son otras de las rutas turísticas favoritas de Santander.

Pero ahí no acaban las historias, al menos no en las alturas del pueblo. A unos metros de este camposanto, está uno de los envidiables miradores de Santander, en el que se puede observar la Serranía de los Yariguíes. Y kilómetros más arriba, está el Mirador Guane. Ambos, un espectáculo.

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Fernanda Sandoval

Periodista egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Miembro de Vanguardia desde 2020. Actualmente soy reportera de las secciones de Tecnología, Entretenimiento y Cultura, y apoyo en la elaboración de contenido digitales e impresos. Lidero el proyecto Vanguardia Kids, una plataforma multicanal en la que los niños de 8 a 14 años son los encargados de contar historias.

@fernandasans

msandoval@vanguardia.com

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