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  • Así se marcó el desarrollo de los servicios públicos en Santander
El auge por el desarrollo de sistemas de servicios públicos se dio en un lapso de 30 años, al finalizar el siglo XIX y a comienzos del siglo XX, propiciado por el crecimiento poblacional. A partir de 1975 comenzaron las grandes transformaciones generadas por el desarrollo tecnológico que llevó a las empresas locales a ser parte de grandes compañías nacionales y multinacionales.

En una comarca de 10.000 habitantes, en 1888, antes de que llegara el agua o la luz a Santander, 35 personas tuvieron los primeros teléfonos gracias a don Eliseo Camacho, quien tuvo la exclusividad de manejar por 30 años la primera planta de telefonía local.

La energía eléctrica llegó tres años después. Santander fue la segunda región en tenerla después de Bogotá, gracias a Julio Jones y Rinaldo Göelkel, quienes instalaron en Chitota la primera planta que producía 300 caballos de fuerza.

La luz trajo cambios y despertó el espíritu migratorio hacia la región, lo que generó la apertura de las primeras industrias impulsadas por el auge de la energía eléctrica, claro que solo se permitían bombillos de 16 vatios, con tarifas de 50 centavos que fueron escandalosas para la época.

Empezando el siglo XX, Bucaramanga contaba con un rudimentario suministro de agua conocido jocosamente como el Acueducto de las Tres Bes: Bobo, Burro y Barril. Y es que ante la necesidad de traer el líquido de zonas distantes, se encargaba la tarea al ‘bobo’, para que fuera en ‘burro’ y cargara los ‘barriles’ con el agua para quienes tenían con qué pagar, claro que, relata la historia, también había ‘aguadores’ profesionales que traían el líquido de Las Chorreras de Don Juan, Los Aposentos, La Payacuá, La Guacamaya, La Rosita, Envigado y Los Escalones.

Al párroco de la Sagrada Familia, Monseñor José de Jesús Trillos, se le atribuye la creación, con 600 pesos, de la Compañía Anónima del Acueducto de Bucaramanga, para construir y explotar el suministro de agua por 50 años; era 1916.

Su gerente, Víctor Manuel Ogliastri, concretó el proyecto para transportar agua por canal desde la Quebrada El Hoyo hasta la planta Morrorrico. Entre los años 20 y 30 y gracias a empresarios privados, se instaló una planta generadora de energía, cuya potencia alcanzaba para dar servicio a 27 de los 73 municipios que había en Santander. La planta Zaragoza se surtía de las aguas del río Suratá. La provincia santandereana se fue iluminando de a poquitos con las centrales de Güepsa y La Cascada, en San Gil, y la línea de transmisión Barrancabermeja – Puerto Wilches y Termobarranca, las plantas de García Rovira, Hilebrija zona sur, la hidroeléctrica La Cómoda y la Empresa de Energía Eléctrica del Socorro.

La central hidroeléctrica del Río Lebrija se convirtió en un hito por ser la primera construida en alianza público privada: Nación, municipio y sector privado. Se le reconoce como su gran artífice a Benjamín García Cadena.

En el 50 todas las empresas de servicios estaban bien posicionadas y comenzaron a dar grandes pasos hacia el desarrollo tecnológico. En telefonía, por ejemplo, comenzó el servicio de larga distancia y se cristalizaron las Empresas Públicas de Bucaramanga, que tuvo la administración del matadero municipal, la plaza de ferias, los mercados públicos, el barrido de calles y la recolección de basuras. Estos servicios, salvo el de teléfonos, tuvieron nuevos administradores, debido a que el municipio de Bucaramanga vendió una parte de las acciones de la compañía antes del 2000.

En los 70, los teléfonos públicos eran protagonistas en los barrios, a un peso los tres minutos al aire, mientras la empresa se ingeniaba cómo tener la información de los contadores para controlar el servicio y fue Eduardo Gómez Ortiz, profesor del Inem, fotógrafo y camarógrafo, quien se inventó un sistema que, aunque rudimentario, era eficiente.

“Cada mes debía instalar una estructura de madera que me inventé, para tomar fotografías de cada contador de la telefonía y entregar ese material debidamente marcado a las digitadoras para que hicieran los recibos para cobrar el servicio”, recuerda.

Nueva empresa y transformaciones

En 1977 se constituyó la empresa Gases de Bucaramanga Ltda. para masificar el uso del gas natural y facilitar la calidad de vida de quienes cocinaban con leña, luz, petróleo o carbón, o que tenían que hacer interminables colas para comprar el cilindro de 20 o de 40 de gas propano, recuerda Luz Nayibe Carillo, gerente de la empresa hace 17 años y 29 vinculada a esta.

“Cuando comenzó a llegar el gas a las casas, la gente estaba muy asustada, sentía temor del transporte del gas por tuberías y nos tocó puerta por puerta ir enseñando los beneficios”, recuerda la Gerente.

En 1986, Gases de Bucaramanga Ltda. le dio paso a Gasoriente Ltda., en 2009 pasa a ser socio mayoritario de Gasnacer S.A. ESP y en 2011 inició una nueva etapa al integrar la marca comercial al nuevo grupo Gas Natural Fenosa, producto de la fusión de Gas Natural (al cual originalmente pertenece) y Unión Fenosa. En 2018 se hizo la presentación de la nueva marca ante los colombianos, Vanti, continuando así su proceso de transformación.

En telefonía la gran revolución la causó la llegada de los celulares que cambiaron la cultura aún parroquial de Bucaramanga, al punto que para 1994 hubo quienes pagaron hasta $600.000 por un equipo de estos. Para entonces apenas se empezaba a consolidar el uso de internet en el país, gracias a las redes entre universidades públicas y privadas que generaron las necesidades y los espacios para su uso.

Con la venta del 56% de las acciones del municipio en Telebucaramanga, esta empresa pasó a Telecom, y en 2006, vendido el 44% de las restantes acciones, la empresa tuvo el dominio absoluto de la española Telefónica, que dio inicio a la comercialización de internet y televisión satelital.

El sistema de acueducto no se había quedado atrás. Miguel Ángel Barajas Uribe, actual director de Planeación y Proyectos del amb, ha sido testigo del desarrollo de la empresa en los últimos 30 años y desde esa posición ha visto cambios significativos, por ejemplo, en el monitoreo de los tanques y el control de desperdicio.

“Hace 30 años controlábamos el llenado desde un carro, en el que recorríamos todos los tanques calculando cuál se iba a llenar primero y si no alcanzábamos a llegar se rebosaba el agua”, recuerda el funcionario, quien asegura que cada vez los sistemas de control están más especializados.

De acuerdo con el vocero del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga, también la tecnología está en el tratamiento del líquido que garantiza la distribución de la mejor agua del país, con el más bajo índice de desperdicio y en cantidad suficiente.

En 1930, alrededor de 450 litros de agua por segundo recibían los pobladores de unas 200 viviendas que accedían al preciado líquido, época en la que el sistema tomó el nombre de Compañía del Acueducto de Bucaramanga.

Otro de los grandes logros de la empresa se da en el tema ambiental. Para asegurar los abastecimientos, la compañía emprendió hace 30 años una siembra masiva de árboles en las zonas de protección de las cuencas, proyecto del que hace parte desde sus inicios el tecnólogo forestal Jesús Emilio Santana Quintero. “Antes la empresa contaba con guardabosques en cada finca, ahora nos encargamos nosotros directamente y hemos logrado una siembra a hoy de unos dos millones y medio de árboles que cubren 12.276 hectáreas de protección”, explica.

ESSA también ha enfrentado grandes retos, uno de ellos fue el apoyo al desarrollo de la hidroeléctrica del río Sogamoso, que pasó a manos de Isagen. En 2009 la Nación vende sus acciones sobre la Electrificadora a las Empresas Públicas de Medellín, hoy al frente de la compañía santandereana.