Especial 100 años de Vanguardia
así se produce una noticia en Vanguardia - 100 años aquí estamos Vanguardia

Este es el proceso que realizamos día a día en nuestra sala de redacción para mantenerlo informado.

Nuestro equipo periodístico se esmera por entregar contenidos de calidad a nuestros lectores. Este es el paso a paso con el que elaboramos las noticias.

Bomba de Vanguardia - 100 años aquí estamos Vanguardia

En 100 años de historia, Vanguardia ha sido víctima de la censura y de varios atentados contra sus instalaciones y periodistas. Tras cada golpe, el periódico supo levantarse más fuerte.

Nacimos en un mar agitado que dejaba oír los ecos de la primera guerra mundial al otro lado del Continente Americano mientras navegábamos por aguas teñidas de azul y rojo en nuestro territorio. Nunca fue ni ha sido fácil decir verdades...

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100 años de buen periodismo - 100 años de Vanguardia

Especial 100 años de Vanguardia

Han sido muchos los reportajes, crónicas y artículos destacados en un siglo de historia de Vanguardia. A continuación les contamos algunos de ellos desde la voz de sus protagonistas.

Tras cien años de historia, hay muchas anécdotas y cosas por contar. Han sido cientos de miles de artículos los que se han escrito, y en cada reportaje, crónica o foto tomada por los periodistas de Vanguardia hay una historia que muchas veces el lector no termina por conocer.

Por ejemplo, ¿sabía usted que la entrevista con la que Euclides Ardila se ganó el Simón Bolívar se borró antes de ser impresa y que fue publicada con errores de digitación? ¿O que la edición más leída del periódico fue el especial de 12 páginas que Helman Villamizar hizo de Rafael Orozco, un mes después de su muerte?

A continuación, en el marco de esta edición especial de 100 años, Vanguardia les cuenta algunas anécdotas relacionadas con esos artículos destacados que han hecho historia en las páginas del periódico.






100 años de buen periodismo - 100 años de Vanguardia

Especial 100 años de Vanguardia

Tuvieron originales enfoques, impactaron a la opinión pública, les hicieron un ético manejo a las informaciones y, por supuesto, todos los trabajos contaron con el rigor periodístico e investigativo del caso.

Hablamos de los documentos periodísticos que les dieron en su tiempo a Vanguardia y a sus destacados periodistas el máximo galardón del periodismo en Colombia: El Simón Bolívar.

Algunos periodistas lo obtuvieron después de años de experiencia buscando la mejor narración para darles vida a los datos hallados, otros recién ‘desempacados’ de la universidad engrandecieron nuestra casa editorial con una serie de trabajos en los que vertieron la información conseguida a través de sus crónicas, reportajes, entrevistas y registros gráficos.

Especial 100 años de Vanguardia
Alejandro Galvis Galvis

Premio: Vida y obra
Fecha: 23 de julio de 1979





¿Qué significa para usted Vanguardia? - 100 años de Vanguardia

¿Qué significa para usted Vanguardia? Esta pregunta la llevamos a diferentes escenarios y con diversas fuentes. Un recuento de lo que deja el mejor oficio de este mundo.

Durante 100 años se escucharon sus voces. Llegaron en tonalidades diversas. Se colaron inicialmente por la vieja casona donde funcionó el periódico. Se juntaron con ese golpeteo que producen las teclas de las máquinas de escribir por allá en 1919. Ese sonido se transformó con los años. Cambió su tonalidad. Llegaron otras máquinas. Aparecieron computadores, luego teléfonos celulares y todo se juntó con las aplicaciones y las redes sociales. En ocasiones intentaron interrumpir ese sonido. Pero como esos seres que han sobrevivido a las hecatombes, las amenazas, los atentados, la prisión, y las mutaciones de la censura, el sonido sigue, a diario. Aunque ahora es más un clic. Permanece aferrado a los bordes de valores como la verdad, la precisión, la independencia y esa imparcialidad, en una labor que sobrevive a periodistas y traspasa épocas y generaciones...

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Noticias que serían virales hoy - 100 años de Vanguardia

Especial 100 años de Vanguardia

Además de la veracidad con la que ha sido escrita Vanguardia a lo largo de nuestro ejercicio periodístico, algunas ediciones incluyeron simpáticas situaciones que fueron noticia y que incluso alcanzaron a ser ‘virales’, pero en letra de molde. Veamos algunos relatos de ese ayer.

Si hoy día los vídeos se vuelven virales y acumulan miles y miles de reproducciones en Internet, también es válido recordar que a lo largo de nuestros 100 años muchas noticias curiosas han logrado capturar la atención de gran cantidad de lectores...

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Empleados de Vanguardia - 100 años de Vanguardia

Especial 100 años de Vanguardia

El patrimonio más valioso que tiene Vanguardia es el talento de sus trabajadores.

En esta celebración homenajeamos a todos los colaboradores que con dedicación nos impulsan a seguir adelante.

Especial 100 años de Vanguardia
Circulación
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Contabilidad

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Producción

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Redacción

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Tecnología

Caricatura política - 100 años de Vanguardia

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La caricatura ha sido uno de los elementos más utilizados en la prensa regional.

Recopilamos algunos trabajos de nuestros caricaturistas para contar otra parte de Santander, en esta edición especial de los 100 años.

Suscriptores más antiguos - 100 años de Vanguardia

Suscriptores Vanguardia - Especial 100 años de Vanguardia

Nuestros suscriptores más antiguos han sido fieles a Vanguardia. Ellos destacan la labor que el periódico realiza al dejar constancia de los hechos que ocurren día a día en Santander, Colombia y el mundo.

Generaciones de santandereanos han crecido leyendo las páginas de Vanguardia. En los hogares donde este periódico se convirtió en un elemento infaltable, es costumbre dedicarle un buen tiempo a la lectura de las noticias y las historias que con dedicación nos preocupamos por entregar día a día...

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Solidaridad Vanguardia - Especial 100 años de Vanguardia

Construir 120 apartamentos para los fectados por el invierno, modernizar escuelas rurales, aplicar capital semilla para docenas de entidades solidarias e incluso tocar los corazones de muchos para recaudar recursos para distintas obras sociales han sido algunas de las iniciativas de este diario para ayudar a la comunidad.

Vanguardia nació para la comunidad, creció con ella y hoy cumple 100 años al lado de nuestra gente. Lo mejor es que seguirá cumpliendo con la responsabilidad social que siempre ha caracterizado a esta Casa Editorial, tanto en letras de molde como con acciones concretas...

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En 100 años de historia, Vanguardia ha sido víctima de la censura y de varios atentados contra sus instalaciones y periodistas. Tras cada golpe, el periódico supo levantarse más fuerte.

Nacimos en un mar agitado que dejaba oír los ecos de la primera guerra mundial al otro lado del Continente Americano mientras navegábamos por aguas teñidas de azul y rojo en nuestro territorio. Nunca fue ni ha sido fácil decir verdades...

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Han sido muchos los reportajes, crónicas y artículos destacados en un siglo de historia de Vanguardia. A continuación les contamos algunos de ellos desde la voz de sus protagonistas.

Tras cien años de historia, hay muchas anécdotas y cosas por contar. Han sido cientos de miles de artículos los que se han escrito, y en cada reportaje, crónica o foto tomada por los periodistas de Vanguardia hay una historia que muchas veces el lector no termina por conocer.

Por ejemplo, ¿sabía usted que la entrevista con la que Euclides Ardila se ganó el Simón Bolívar se borró antes de ser impresa y que fue publicada con errores de digitación? ¿O que la edición más leída del periódico fue el especial de 12 páginas que Helman Villamizar hizo de Rafael Orozco, un mes después de su muerte?

A continuación, en el marco de esta edición especial de 100 años, Vanguardia les cuenta algunas anécdotas relacionadas con esos artículos destacados que han hecho historia en las páginas del periódico.






100 años de buen periodismo - 100 años de Vanguardia

Especial 100 años de Vanguardia

Tuvieron originales enfoques, impactaron a la opinión pública, les hicieron un ético manejo a las informaciones y, por supuesto, todos los trabajos contaron con el rigor periodístico e investigativo del caso.

Hablamos de los documentos periodísticos que les dieron en su tiempo a Vanguardia y a sus destacados periodistas el máximo galardón del periodismo en Colombia: El Simón Bolívar.

Algunos periodistas lo obtuvieron después de años de experiencia buscando la mejor narración para darles vida a los datos hallados, otros recién ‘desempacados’ de la universidad engrandecieron nuestra casa editorial con una serie de trabajos en los que vertieron la información conseguida a través de sus crónicas, reportajes, entrevistas y registros gráficos.

Especial 100 años de Vanguardia
Alejandro Galvis Galvis

Premio: Vida y obra
Fecha: 23 de julio de 1979





¿Qué significa para usted Vanguardia? - 100 años de Vanguardia

¿Qué significa para usted Vanguardia? Esta pregunta la llevamos a diferentes escenarios y con diversas fuentes. Un recuento de lo que deja el mejor oficio de este mundo.

Durante 100 años se escucharon sus voces. Llegaron en tonalidades diversas. Se colaron inicialmente por la vieja casona donde funcionó el periódico. Se juntaron con ese golpeteo que producen las teclas de las máquinas de escribir por allá en 1919. Ese sonido se transformó con los años. Cambió su tonalidad. Llegaron otras máquinas. Aparecieron computadores, luego teléfonos celulares y todo se juntó con las aplicaciones y las redes sociales. En ocasiones intentaron interrumpir ese sonido. Pero como esos seres que han sobrevivido a las hecatombes, las amenazas, los atentados, la prisión, y las mutaciones de la censura, el sonido sigue, a diario. Aunque ahora es más un clic. Permanece aferrado a los bordes de valores como la verdad, la precisión, la independencia y esa imparcialidad, en una labor que sobrevive a periodistas y traspasa épocas y generaciones...

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Además de la veracidad con la que ha sido escrita Vanguardia a lo largo de nuestro ejercicio periodístico, algunas ediciones incluyeron simpáticas situaciones que fueron noticia y que incluso alcanzaron a ser ‘virales’, pero en letra de molde. Veamos algunos relatos de ese ayer.

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Caricatura política - 100 años de Vanguardia

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La caricatura ha sido uno de los elementos más utilizados en la prensa regional.

Recopilamos algunos trabajos de nuestros caricaturistas para contar otra parte de Santander, en esta edición especial de los 100 años.

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Generaciones de santandereanos han crecido leyendo las páginas de Vanguardia. En los hogares donde este periódico se convirtió en un elemento infaltable, es costumbre dedicarle un buen tiempo a la lectura de las noticias y las historias que con dedicación nos preocupamos por entregar día a día...

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Construir 120 apartamentos para los fectados por el invierno, modernizar escuelas rurales, aplicar capital semilla para docenas de entidades solidarias e incluso tocar los corazones de muchos para recaudar recursos para distintas obras sociales han sido algunas de las iniciativas de este diario para ayudar a la comunidad.

Vanguardia nació para la comunidad, creció con ella y hoy cumple 100 años al lado de nuestra gente. Lo mejor es que seguirá cumpliendo con la responsabilidad social que siempre ha caracterizado a esta Casa Editorial, tanto en letras de molde como con acciones concretas...

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El terror que no nos silenció

En 100 años de historia, Vanguardia ha sido víctima de la censura y de varios atentados contra sus instalaciones y periodistas. Tras cada golpe, el periódico supo levantarse más fuerte.

Nacimos en un mar agitado que dejaba oír los ecos de la primera guerra mundial al otro lado del Continente Americano mientras navegábamos por aguas teñidas de azul y rojo en nuestro territorio. Nunca fue ni ha sido fácil decir verdades...

En 1930 la candidatura de Enrique Olaya Herrera permitía ver en lontananza una marea turbia de ideales que se extremaban.

Era el presagio del retorno liberal al poder, después de cincuenta años de conservatismo y eso se convertía en un desafío, tratar de equilibrar la balanza dándoles participación a los dos partidos.

La Vanguardia Liberal crecía a pasos agigantados llevando sobre sus lomos de papel el estigma que representaba ese ‘liberalismo’ que pregonaba con ideales desde sus trincheras de pensamiento.

En 1953 recibimos con contundencia la primera bofetada de la irracionalidad política, y a pesar de ello las máquinas no se detuvieron, antes por el contrario, la fuerza de la razón se asomó a las calles con un titular que, con dolor, habríamos de repetir.

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La voz de quienes soportaban con denuedo en silencio el embate cruel de las diferencias de pensamiento, se veía en los tipos que golpeaban el papel a diario para abrirnos paso en la jungla de diferencias que no daban cabida a una opinión diferente.

Hasta que casi cuarenta años después, cuando ya creíamos abonado el terreno de la intelectualidad, convencidos de que teníamos un compromiso con la verdad enfilamos el espíritu periodístico a denunciar la forma como el narcotráfico permeaba los estamentos políticos del país.

Claro, comenzaron a llegar con fuerza los rumores, casi con la certeza de mensaje de advertencia de que seríamos blanco de un nuevo ataque. Habría de ser el más feroz de todos.

El país parecía perder el aliento con cada golpe recibido:Jorge Eliécer Gaitán, Enrique Low Murtra, Bernardo Jaramillo, los atentados contra las instituciones, el Palacio de Justicia en llamas, la muerte de Luis Carlos Galán, Guillermo Cano Isaza... el desafío de la mafia al Estado mismo…

Hasta que la irracionalidad nos dio en el alma. Un carro bomba que creíamos imposible estalló frente a las puertas de nuestro rotativo. Fue el epílogo de una sarta de llamadas, mensajes cifrados, advertencias de que nuestro carácter sería blanco del terror.

El 16 de octubre de 1989 sentimos en lo más profundo el resoplido del terror, y aún así, habiendo trabajado durante 24 horas, desde las 6:00 de la mañana de ese día, repetimos un titular que se convirtió en el fiel reflejo de los ideales que sostienen los cimientos del sufrido oficio de informar:

¡Aquí estamos!

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La entrevista que se borró y se ganó un Simón Bolívar

—Dicen que usted se robó plata de la Alcaldía, ¿qué tiene que decir al respecto? —preguntó Euclides Kilô Ardila, que estaba preparado para que el exfuncionario negara el delito y le dijera que no había hecho nada. Contra todo pronóstico, le respondió:
—Sí, yo me robé la plata.
Henry Castellanos Vergara, a su 29 años de edad, aceptaba públicamente, en 1998, haber robado las arcas de Bucaramanga cuando era cajero principal de la Tesorería Municipal. En ese momento, no había sido capturado por la Fiscalía.

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Así logró la entrevista
Unos días antes, nadie sabía dónde estaba Castellanos. Ardila, quien trabajaba para Vanguardia desde 1989, se le ocurrió ir a la Oficina de Recursos Humanos del Centro Administrativo Local y preguntar en un tono casual por los datos de contacto de la mamá del excajero. Un funcionario le dijo que no podía dar esa información, pero tras insistir le enseñó, por unos segundos, un papel: “Calle 37 Nº 7 - 72”, Bucaramanga.

En el lugar, una voz femenina le preguntó desde el interior de la residencia quién era. Él respondió: “Señora, soy periodista y quiero ayudar a su hijo”. La señora le dijo que se fuera y él metió su tarjeta personal por el quicio de la puerta. A la mañana siguiente, recibió una llamada a su oficina en la redacción de Vanguardia.
—¿Usted es Euclides Ardila?
—Sí señor, soy yo.
—Soy Henry Castellanos y quiero contarle todo.
Durante poco más de una hora, Castellanos le explicó cómo robaba sin generar sospecha. Era la entrevista soñada de todo periodista.

Y luego se le borró
A las 9:00 p. m., Kilô ya tenía el artículo listo y revisado por un abogado. Y cuando todo estaba listo para enviarlo a impresión, ocurrió una catástrofe... se le borró… y no había guardado.

Hoy comenta que se debió a una falla técnica en el computador. Tuvo que volver a transcribir y redactar todo corriendo, pues ya eran las 10:30 p. m. y se había pasado la hora de cierre. En el Departamento de Circulación detuvieron el proceso de impresión para esperarlo. Cerca a las 3:00 a. m. pudo entregar el texto.

La entrevista, publicada con el título “Sí, yo me robé la plata” fue galardonada en la edición 24 del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Los jurados destacaron el respeto a la voz del entrevistado.

Especial 100 años de Vanguardia

“Por el afán, yo solo me dediqué a transcribir tal cual y eso hizo que yo no quitara absolutamente nada de lo que se dijo (...) es quizá el único trabajo que ha ganado con errores de digitación”, afirmó el periodista.

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¡De corazón…!: la historia de Rafael Orozco

Escribir una historia diferente a las especulaciones sobre la muerte de Rafael Orozco era el objetivo de Helman Villamizar. Quería mostrar cómo era el cantante vallenato en otra faceta que sus fanáticos poco conocieron.

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“Ole, usted qué es lo que está pensando, llevamos un mes y El Espacio dándonos palo, y usted que es de Valledupar no ha escrito nada del vallenato”. Esas fueron las palabras de Alejandro Galvis Ramírez para Helman, quien aseguró que podía conseguir una buena historia, pero si lo mandaba a Barranquilla. Galvis Ramírez, sin dudarlo, autorizó el viaje.

Helman se contactó con Julio César Galvis, conocido como el emperador vallenato en Bucaramanga, seguidor y amigo personal de los integrantes del Binomio de oro, y esa misma noche se fueron, “íbamos a ciegas porque no habíamos contactado a nadie, dijimos toca hacerlo, pero allá”.

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Al llegar a Barranquilla, Julio llamó a Israel Romero, creador del Binomio de Oro junto con Rafael, y éste les dijo “espérenme donde Fabio Poveda”, uno de los dueños de la emisora Mar Caribe. “Habría que hacer un esfuerzo para ver cómo podemos abordarla, Clara está muy mal, se han dicho muchas cosas, ella está muy dolida”, fueron las palabras Israel al escuchar la propuesta de Helman.

Después de las 2:00 de la tarde, Clara Cabello, la esposa de Rafa, se comunica con ellos y accede a realizar la entrevista. Llegaron a la sala de la casa de Rafael Orozco, una de sus fotografías adornaba el lugar. “Casi al final de la tarde, ella se asoma vestida totalmente de negro”, con la mirada clavada en el suelo, entre lágrimas y silencios.

Les habló sobre su marido, su historia y sus vivencias durante casi tres horas. “Fue la entrevista donde el entrevistador ha hablado menos y yo he escuchado más”.

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La historia de Rafael Orozco reconstruida a través de los relatos de su esposa y amigos como Israel Romero, Julio César Galvis, Fernando Meneses y Fabio Poveda salió publicada en una separata de unas 12 páginas, casi un mes después de la muerte del artista.

Esa edición especial de Vanguardia, que contaba la historia desde las voces de los más allegados a Rafael Orozco, que fue fiel a sus protagonistas y dejó de lado los chismes que circulaban o que publicaban otros medios, ha sido la más vendida en 100 años de historia del periódico.

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Vía libre: la lucha diaria de Silvia Galvis

La directora de Vanguardia, la escritora, la columnista, la periodista que denunciaba sin compasión, la implacable Silvia Galvis.

Esos fueron algunos de los rótulos que la hija de don Alejandro Galvis Galvis recibió en el transcurso de su vida.

Esa mujer que para muchos imponía respeto, se esforzaba por romper esa distancia con naturalidad y humildad.

Ella era la mujer de pantalón, mochila, camisas amplias y cabello churco, “tenía una sonrisa preciosa, explosiva y natural”, recuerda el periodista Carlos Guillermo ‘Gaso’ Martínez, colega y amigo de Silvia Galvis, quien reconstruyó algunos de los momentos que compartieron juntos.

El ahora editor de contenido de Vanguardia la describe como una persona libre en todo aspecto. Y esa era su lucha, la libertad. Quizás por ello su popular columna, por la que ganó el Premio Simón Bolívar, se llamaba ‘Vía Libre’.

Sin temas vetados
Según ‘Gaso’, ella fue “el terror de la ciudad”, porque denunció sin compasión los casos de corrupción que llegaban a los oídos de Vanguardia y entre las víctimas de sus dardos hubo desde funcionarios locales hasta presidentes de la república. También fue de las primeras en poner en evidencia las masacres de los paramilitares o la influencia del narcotráfico en la sociedad. No hubo tema vetado para ella.

Además, no solo denuncias se publicaban en Vía Libre. Según el periodista Euclides Ardila, también fue de las primeras personas en darle voz a los lectores en sus columnas. Siempre priorizó al desvalido y temas como la equidad de género y los derechos humanos fueron temas frecuentes en sus escritos.

Silvia se preocupaba porque sus investigaciones fueran precisas y argumentadas. Que lo que se publicara tuviera la suficiente fuerza, rigor y veracidad. Por eso, cuando se veía corta de tiempo y las ansias la colmaban, guardaba el dedo pulgar entre la palma de las manos y lo apretaba con fuerza. ‘Gaso’ solo decía “todavía hay tiempo, Silvia” y ella respondía serenamente: ¡Ay Gaso!

Ella luchó por el buen periodismo y la libertad de este oficio. Por eso llegó de Bogotá, tras trabajar con Daniel Samper, Gerardo Reyes y Alberto Donadio, para crear en el periódico de su familia el Departamento de Investigaciones, y así romper barreras jurídicas entre los ciudadanos y los funcionarios.

Escondidos en un camión
Durante su estancia en la Unidad Investigativa, ‘Gaso’ recuerda la vez que “tuvimos que salir con Silvia escondidos en uno de los camiones que traían las bobinas de periódicos”.

Esto debido a que habían sido amenazados tras publicar una nota que indicaba que las rutas para transportar bienestarina estaban siendo usadas para transportar drogas ilícitas.

Sobre todo lo que se publicó, Silvia “puso el pecho y la cara para mostrarle a la sociedad quienes eran los corruptos”.

Hoy ‘Gaso’ la recuerda como una periodista aguerrida y con tenacidad, pero sobre todo se ríe con ganas contando las anécdotas que guardan los muros de Vanguardia.

Días con complicaciones, pero siempre con espacios para disfrutar del “humor negro, blanco y rosado”, que solo Silvia sabía el momento preciso para emplear.

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Se busca el premio de Kekar

Con el paso del tiempo, Vanguardia comenzó a darle más prioridad a la parte gráfica. Fue así como a mediados de los 70 la caricatura tomó protagonismo en las páginas del periódico. Con sátira y crítica, Matty, Argón y Diego, entre otros, han sabido mostrar la cotidianidad de Colombia desde otros ojos.

De todos ellos, hay uno para destacar, César Almeida (Kekar), que le dio a Vanguardia el primer Premio de Periodismo Simón Bolívar en 1983.

Él siempre se ha considerado más cronista que caricaturista, pero no se puede negar su talento para tratar con humor y crítica los temas nacionales.

En su caso, hay una anécdota que ya es conocida entre la redacción de Vanguardia.

Kekar cuenta que llevaba su medalla (premio) a todas partes. Tanto así que el periodista y cineasta Humberto Martínez Salcedo escribió en un prólogo que el caricaturista no se despegaba de la medalla ni para ir a la tienda.

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Un día, cuenta Kekar, se la entregó a un ahijado de bautizo para que no se le fuera a perder. Cuando se la pidió de regreso, tiempo después, el ahijado le dijo: “Usted no me ha dado nada, padrino”. Esta es la fecha que no se sabe quién la tiene ni dónde está.

Cesar Augusto recuerda que escribió para una columna jocosa: “Es como si uno anduviera con la estatuilla que le robaron a Zsa Zsa Gabor. Es un premio intransferible. El que la tiene ¿para qué la tiene”. Si posee información sobre el paradero de la medalla de Kekar, por favor comuniquese con este diario.

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El cubrimiento del asesinato de Carlos Toledo Plata

“Baje y hable con el ‘Gato’”, fue la frase que le dijo Silvia Galvis al periodista Carlos Guillermo Martínez, ‘Gaso’, cuando llegó de la Clínica Bucaramanga, después de haberse confirmado la muerte del líder político de izquierda Carlos Toledo Plata.

El periodista vivía cerca al lugar donde atendieron a Toledo y cuando su mamá le dijo “le dispararon a Toledo, está grave y está en la Clínica Bucaramanga”, él sin pensarlo fue hasta el lugar de los hechos.

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En el hospital, la puerta de cirugía ‘trancó’ el paso de ‘Gaso’, pero esto no le impidió confirmar la murmuración que recorría la ciudad: “Toledo había muerto”. Con la noticia se dirigió a Vanguardia, donde lo recibió Silvia Galvis y ella le confió la tarea de hablar con el ‘Gato’.

“Él recortaba los clasificados de Vanguardia, era el cocinero y el encargado de la cafetería”. El hombre que les cocinaba a los trabajadores del periódico, que siempre llevaba un cigarrillo en la boca prendido o apagado, fue el hombre que trasladó a Toledo desde el punto de los disparos hasta la Clínica Bucaramanga.

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Él no sabía que uno de los líderes del Movimiento 19 de abril vivía en su misma calle, hasta que el 10 de agosto de 1984 trasladó a la esposa y al herido que se desangraba rápidamente hasta el hospital.

De forma paralela, el recordado Mario Hernández Mantilla logró tomar la icónica foto del cuerpo de Toledo, que no dejaba dudas de la muerte del ideólogo principal del M-19.

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Este suceso puso en alerta a la redacción de Vanguardia. Por ese tiempo se estaban logrando acuerdos de paz entre el gobierno y esa guerrilla y se pensó que el asesinato iba a afectar el proceso, aunque no fue así.

En Bucaramanga se puso tenso el ambiente porque a Toledo le tenían aprecio, “la gente quería el M-19”. Por ello, Silvia tomó el mando de esa edición y los periodistas fueron enviados como centinelas a diferentes partes de la ciudad para que estuvieran pendientes por si se formaba algún disturbio.

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Para publicar los sucesos de la muerte de Toledo se necesitó de cabeza fría, un largo debate y tomar decisiones difíciles, como omitir información que sólo tenía la redacción de Vanguardia, versiones que apuntaban a posibles responsables, pero que no estaban suficientemente contrastadas o verificadas.

Hoy en día, muchos de esos secretos de lo que no se publicó sólo los conocen los que participaron en el cubrimiento del asesinato de Toledo Plata. Ese día prevaleció la ética periodística sobre la chiva.

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Cómo se cubrió el desastre de la ola invernal de 2005

En la historia del área metropolitana no ha existido peor desastre que el que causó la ola invernal de febrero de 2005. Resultaron afectadas 996 viviendas y hubo 7 muertos, 54 heridos y 2.300 familias damnificadas por el desbordamiento del Río de Oro.

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Cubrir esta tragedia fue todo un reto, según recuerda César Flórez, reportero gráfico de Vanguardia.

—Hombre, Cesar, se está inundando Girón. —le dijo un miembro de la Policía. Eran cerca de las 3:30 a.m. del 12 de febrero.

Tras colgar, Cesar, que dormía junto a su esposa, imaginó que la cosa no sería tan grave. De todos modos, decidió ponerse el impermeable y salir.

Tan pronto llegó a la Avenida Los Caneyes, al sur de Girón, lo recibió la congestión vehicular y el sonido de las sirenas. Eso no era normal a esa hora y para entonces ya advertía que que la tragedia era peor de lo que había previsto. Para poder adentrarse en el municipio, tuvo que dejar su moto en la autopista y caminar por toda la avenida. Aún estaba oscuro.

En un momento empezó a sentir que estaba chapoteando al caminar y para cuando se percató ya llevaba el agua hasta la cintura. Minutos después, le llegaba al cuello y tuvo que esforzarse para proteger su cámara mientras avanzaba.

Pudo llegar al Puente Lenguerke, que da paso por el Río Sogamoso, y vio el Malecón Turístico, donde se encuentran los negocios de fritanga, completamente inundado. Varios troncos, unas ramas y hasta una moto bajaban arrastrados por el desbordamiento.

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En uno de los puentes sobre la quebrada Las Nieves, miró al fondo y solo encontró las puntas de los techos de Girón. En el barrio Santa Cruz, la gente gritaba pidiendo ayuda y sobre Chimitá, en el Río de Oro, eran arrastrados vehículos y vacas por la corriente. Las autoridades trataban de ayudarles a sacar las pertenencias que podían y él, como muchos colegas, tuvo que hacer de tripas corazón para seguir haciendo su trabajo.

En Convivir, algunos reunieron dinero para comprar agua para las personas que todavía no habían recibido ayuda humanitaria. “Tomé una foto de la Parroquia Nuestra Señora de Belén, solo quedaba la fachada y de fondo se ve el río bajando. (...) Las casas en el barrio Galán parecían palafitos”.

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Aún hoy, 14 años después, Cesar mantiene vivo el recuerdo de lo que fue cubrir la ola invernal de Girón. Nunca había vivido algo como eso y espera no volver a vivir esa experiencia otra vez.

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La foto premiada que casi no se publica

Podría decirse que el destino quería que Plinio Barraza se ganara el Premio Simón Bolívar.

La cruda imagen con la que fue galardonado el exreportero gráfico de Vanguardia en 1997 por poco no se publica.

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Ese día, Plinio estaba en compañía de Helman Villamizar y Pedro Pablo Parada. Llegaron a San Alberto, Cesar, a cubrir una explosión en el Fondo Ganadero. Mientras Helman reconstruía los hechos, Plinio capturaba imágenes de todo. Llevaba dos cámaras y tres rollos de 36. En ese entonces, aún no existían los equipos digitales.

Cuando estaban por partir, Helman tomó lista de las fotografías y le dijo: “Tomaste el muerto que quedó metido en el agua”.

Plinio se quedó de piedra. “Espera un momentito, ese creo que no lo tengo”, le respondió.

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Sin dudarlo, revisó su cámara y comprobó que, para su fortuna, le quedaba espacio para otra foto.

De inmediato salió corriendo para el lugar señalado por Helman. Allí encontró en el lugar a un guerrillero muerto entre el agua, abrazando su arma. Frente a él, un soldado observaba la escena mientras su sombra se reflejaba en el agua sobre el subversivo.

“¡Que foto!, lo que hice fue sacar un lente polarizador, para aumentar la sombra y destacar el reflejo en el agua y tomé los pies del soldado y la sombra sobre el guerrillero. La puse en vertical, la tomé y de inmediato se recogió el rollo”. No había opción de hacer otra toma, sólo rezar para que la foto quedara como tenía previsto.

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Al regresar a la redacción, Barraza reveló el rollo, comprobó que la foto estaba perfecta y habló con el diagramador, Robert Castaño Duque, quien le bajó los ánimos y le dijo que no había espacio.

Plinio, sabiendo de la calidad y fuerza de la foto, insistió y le dijo que tratara de publicarla: “La foto es muy buena y la voy a mandar al Simón Bolívar”.

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Al final, la foto salió en primera página y sólo tenía el tamaño de una tarjeta de crédito, no había más espacio. Esa imagen, que por poco no sale publicada, fue premiada como mejor fotografía en el Simón Bolívar de 1997.

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De payaso ‘Poca Risa’ a estar en una celda

A Juan Carlos Gutiérrez, la idea de las crónicas de inmersión poco le agradaba, consideraba que esto era darle importancia a los periodistas y no a los hechos. Sin embargo, ante la propuesta de su jefe, Sebastián Hiller, decidió intentarlo.

De las múltiples labores que desempeñó, Juan Carlos Gutiérrez se siente orgulloso al decir que ayudó a construir un edificio en Real de Minas, pues trabajó un día como obrero de construcción.

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En otra ocasión, alquiló un traje de payaso y se dedicó a atraer clientes para un almacén de ropa en el centro de Bucaramanga. Su falta de capacidades histriónicas y el poco éxito que tuvo llevaron a que sus compañeros en la redacción le apodaran como el ‘payaso poca risa’.

Pero entre estas experiencias hay una más memorable que las demás, “la que me ha marcado mucho y después de tantos años me sigue asustando: cómo era pasar una noche en la celda de la Sijin”.

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Ese día llegó a la redacción con su ropa descompuesta y un poco sucio, debía aparentar que lo capturaban por alteración del orden público. A las 8:00 a.m. llegaron a la oficina los únicos que sabían de su profesión, el comandante de la Policía y quien estaba de guardia, para trasladarlo a la celda.

Aunque encontró solidaridad en sus compañeros de celda al quedarse sin almuerzo, para las 7:00 p.m. estaba tan asustado que quería desistir.

“Le dije a uno de los guardias que llamara al comandante, que viniera, por supuesto el tipo me dijo que estaba loco, cómo iba a llamar al comandante porque un tipo detenido estaba asustado”.

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Al final, más allá del susto, el resultado es una crónica que no tiene desperdicio y que cuenta con detalle los problemas de salubridad y el hacinamiento que hay en estos calabozos.

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Unidad Investigativa

La Unidad investigativa de Vanguardia nace en los años 80 bajo la dirección de Silvia Galvis. Inicialmente, ella unió a periodistas y abogados, que por medio de sus investigaciones buscaron minimizar las brechas existentes, para la época, entre los funcionarios y los ciudadanos.

Fue la segunda en formarse en el país, después de la del periódico El Tiempo, y la primera de un periódico regional.

Silvia Galvis, después de aprender con periodistas como Daniel Samper Pizano, Gerardo Reyes y Alberto Donadío, crea en el periódico de su familia el Departamento de Investigaciones.

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Entonces, el periódico dejó en evidencia actos de corrupción que provocaron amenazas a los periodistas y atentados contra el periódico. Entre los trabajos destacados está el reportaje sobre la panela de Pablo Emilio Buitrago, galardonado con el Simón Bolívar en 1990, el que se hizo sobre plaguicidas, que tuvo mención de honor en 1983, y otro denominado ‘Vote, pero sepa por quién’, que tuvo mención de honor en 1985.

Tras la salida de Silvia Galvis de la dirección del periódico, el equipo se disolvió, pero los periodistas siguieron realizando investigaciones periodísticas.

La unidad se reactiva en 2011 con ayuda de Diana Saray Giraldo, cuando asume la subdirección del periódico y tras las primeras denuncias que llegaron al periódico en 2012 por un presunto ‘carrusel de la contratación’ bajo la administración de Héctor Moreno Galvis. Al proyecto se suman cinco periodistas para realizar la investigación que fue premiada con el Simón Bolívar en 2012: Diana Giraldo, Juan Carlos Chio, Jineth Prieto, Juan Carlos Gutiérrez y Jazmín Rodríguez.

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Ese premio, según cuentan los protagonistas, fue inesperado, pero les dejó como lección que el trabajo que estaban haciendo era bueno y que valía la pena apostar por la investigación periodística.

Cinco años más tarde, en 2017, el trabajo volvió a rendir frutos, y la Unidad Investigativa fue nuevamente galardonada, esta vez por el reportaje realizado sobre el caso llamado ‘Manantial de Amor’.

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Siguiendo los pasos y el legado de Silvia Galvis, actualmente el equipo de trabajo de la unidad busca no solo desarrollar investigaciones con calidad y profundidad. También busca adaptarse a los cambios del entorno, desarrollando contenidos e investigaciones en otras temáticas diferentes a la corrupción y la contratación estatal, como el fact-checking (verificación de noticias falsas o ‘fake news’), el periodismo de datos o el cubrimiento de memoria histórica.

Al mismo tiempo, se hace uso de nuevas herramientas digitales, como el video, la infografía, calendarios interactivos o líneas de tiempo, que permiten contar las historias de forma más fácil y atractiva para el lector.

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La panela como símbolo internacional

Las pilas rectangulares que consumían los ciclistas colombianos en el Tour de l´Avenir, en Francia, llamaron la atención a aficionados y contrincantes. Era común, ver en las competencias de los años 90 a los deportistas del país comiendo panela antes de cada carrera.

Las pilas rectangulares que consumían los ciclistas colombianos en el Tour de l´Avenir, en Francia, llamaron la atención a aficionados y contrincantes. Era común, ver en las competencias de los años 90 a los deportistas del país comiendo panela antes de cada carrera.

Este alimento les daba la energía suficiente para destacar en la competencia. Fue así como un producto artesanal y tradicional de Colombia fue conocido internacionalmente.

La panela es importante para la población colombiana, se consume en el desayuno, para ahuyentar el frío o hasta como remedio para la gripe. Por eso el periodista Pablo Emilio Buitrago Rugeles se interesó por contar sobre unas presuntas irregularidades con la manipulación de la panela. Esa investigación lo hizo merecedor del Premio Simón Bolívar en 1990, el primer galardón para la Unidad Investigativa de Vanguardia.

Mientras el periódico se iba recomponiendo, tras la bomba del 89, Silvia Galvis tomó la dirección. Para esa época Pablo Emilio ya era reconocido en redacción y la misma Silvia le sugirió que trabajara parcialmente en la Unidad Investigativa y escribiera para la sección de economía.

Fue así como llegó a sus manos el tema de la panela, “inicié un investigación que tuviera aspectos de economía, parte humana y los aspectos de tradición”, afirma Pablo Emilio.

La investigación se dividió en tres entregas. Cada una estaba anunciada en la portada, donde salía el título junto a el logo de un ojo verde que decía Unidad Investigativa. En cada portada se mostraba un pequeño entremés de lo que se trataba la entrega e indicaba la página a leer.

El periodista en la investigación mostró, con ayuda de la secretaría de salud, que la panela estaba contaminada con elementos químicos para darle ciertos colores al producto y la hiciera lucir más atractiva al consumidor. Esta práctica era nociva, “era otra forma de violencia, no estridente como las bombas, pero que causa un daño a la población”.

Tras las tres publicaciones no se realizó más sobre el tema, pero cuando decidió postularse al Simón Bolívar lo hizo con esa investigación. Lo envió sin que nadie de la redacción supiera y se arriesgó con ese tema porque “era algo distinto a lo tradicional en el tema investigativo”.

Aunque Pablo Emilio anota todo lo que quiere decir para no olvidarlo, al contar la historia de cuando se enteró que era ganador no necesita mirar las anotaciones. Se ríe cuando cuenta que lo llamaron para que se dirigiera al periódico, que Silvia lo necesitaba.

“Yo pensé que había ocurrido algo grave”, dice Pablo, pero cuando subió a redacción la secretaria no se resistió y le anticipó diciendo: “es que se ganó el Premio Simón Bolívar”, él suelta una risita de satisfacción y dice: “no fue a título personal, sino el reconocimiento a un trabajo de equipo liderado por Silvia Galvis”.

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Alejandro Galvis Galvis

Premio: Vida y obra
Fecha: 23 de julio de 1979

Fue, de manera precisa, el fundador de este diario, Alejandro Galvis Galvis el primero en recibir la pluma, el diploma y la medalla de un Premio Nacional Simón Bolívar. En ese entonces, 1979, se le concedió la distinción del ‘Gran Premio a la Vida y Obra’, por su trayectoria política y sus notables desempeños en el periodismo y como abogado santandereano. Y gracias a ese galardón, Galvis Galvis se convertiría en el gestor del Programa de Comunicación Social al donar a la Unab en 1979 el dinero que recibió por esta distinción para crear una carrera dedicada a la formación de periodistas y comunicadores organizacionales. Muchos de los que hoy escribimos nos graduamos allá.

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César Almeida (Kekar)

Premio: Caricatura
Fecha: 28 de julio de 1983

Sería César Almeida, más conocido como Kekar, quien recibiría el segundo galardón nacional en este premio. En 1983, la magia de sus trazos y, por supuesto, la fina crítica de su tinta, con la que hizo grandes cuestionamientos de la realidad nacional, lo hizo merecedor a la medalla con una serie de 15 caricaturas que llevaban su toque irreverente.

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Silvia Galvis Ramírez

Premio: Columna de opinión
Trabajo: Columna Vía Libre
Fecha: 2 de septiembre de 1987

El tercer Premio Simón Bolívar se lo ganó la exdirectora de Vanguardia, Silvia Galvis Ramírez. La bumanguesa se hizo acreedora a este reconocimiento por su columna crítica ‘Vía Libre’.

La desaparecida escritora publicó un controvertido proyecto textilero y denunció los entuertos de la carretera que coincidencialmente atravesaría la finca La Libertad en los Llanos Orientales.

Con sus líneas se retrataron el temple, el carácter y la buena letra de esta gran periodista y politóloga de la Universidad de los Andes, quien falleciera en 2009.

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Pablo Emilio Buitrago

Premio: Mejor Investigación
Trabajo: La Panela
Fecha: 25 de julio de 1990

En 1990, Pablo Emilio Buitrago, hoy editor nocturno de Vanguardia, en la Unidad Investigativa de ese entonces obtuvo el Premio a mejor investigación con un trabajo titulado: “No hay control para la panela contaminada”, en el que se cuestionó el peligroso uso de aditivos químicos en la fabricación de la panela para adulterar su color.

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Plinio Barraza

Premio: Mejor Fotografía
Trabajo: imagen sobre la guerra
Fecha: 24 de julio de 1997

En 1997, con la fotografía ‘Sombras de violencia’, el reportero gráfico de Vanguardia, Plinio Elías Barraza Barbosa obtuvo el primer puesto en la versión XXII de los premios Simón Bolívar. El jurado señaló que el trabajo mereció el premio por “la afortunada síntesis gráfica y la forma como destaca el dramatismo del tema de la violencia”.

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Euclides Kilô Ardila

Premio: Mejor Entrevista del Año
Trabajo: ‘Sí, yo me robé la plata”
Fecha: 23 de julio de 1999

La sexta vez que Vanguardia se ganó un premio nacional de periodismo Simón Bolívar fue con la entrevista titulada “Sí, yo me robé la plata”, realizada por el periodista Euclides Kilô Ardila, de la Página Bucaramanga, en la categoría de prensa escrita.

Al otorgar el premio, el jurado aseguró que el trabajo se destacó por “la forma sobria, casi neutral, con la que se entrevista a un funcionario público que acepta haberse apropiado de recursos públicos, y explica con detalle casi cínico procedimientos y mecanismos de cubrimiento. La aparente frialdad del tratamiento le da particular relieve a un personaje y a unas revelaciones sorprendentes”.

La entrevista ganadora, hecha al excajero principal de la Tesorería de la Alcaldía de Bucaramanga, Henry Castellanos Vergara, fue publicada el 17 de septiembre de 1998.

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Alejandro Galvis Ramírez

Premio: Mejor Empresario
Fecha: 20 de octubre de 2009

En 2009, el Presidente Corporativo de Vanguardia, Alejandro Galvis Ramírez, fue exaltado con el premio Simón Bolívar como Empresario del Año. El jurado exaltó la labor de Galvis Ramírez, calificándolo como un economista que logró consolidar una red de medios de comunicación que integra, además del diario de Bucaramanga, al Universal, de Cartagena; El Liberal, de Popayán; La Tarde, de Pereira; el Nuevo Día, de Ibagué y Vanguardia, de Valledupar.

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Unidad Investigativa

Premio: Mejor Investigación en Prensa
Trabajo: Investigaciones sobre el presunto ‘Carrusel de la Contratación’.
Fecha: octubre 22 de 2012

Las investigaciones sobre el presunto ‘carrusel de la contratación’ en la alcaldía de Héctor Moreno Galvis hizo merecedora a la Unidad Investigativa de Vanguardia, bajo la batuta de la actual directora Diana Saray Giraldo, del Premio Nacional de periodismo Simón Bolívar a la ‘Mejor Investigación en Prensa’.

El especial contó los detalles de cuatro contratos que fueron suscritos con fundaciones de papel a través de la Secretaría de Desarrollo Social entre noviembre y diciembre del 2011, y que fueron firmados por el entonces alcalde (e) de Bucaramanga, Héctor Moreno Galvis, y por la entonces secretaria de Desarrollo Social (e), Elvia Liliana Sarmiento Osma.

Los integrantes del grupo ese trabajo periodístico, liderado por Diana Saray Giraldo, son Juan Carlos Chío, Juan Carlos Gutiérrez, Jineth Prieto y Jazmín Rodríguez.

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Unidad Investigativa

Premio: Mejor Investigación en Prensa
Trabajo: reportaje titulado ‘Una Alcaldía al servicio de una iglesia’
Fecha: 9 de noviembre de 2017

Varios años después, en 2017, de nuevo la directora Diana Saray Giraldo y Juan Carlos Chío obtuvieron de nuevo el Premio Nacional Simón Bolívar 2017 a la ‘Mejor Investigación’, por el trabajo periodístico titulado: ‘Una alcaldía al servicio de una iglesia”.

El texto, publicado el 19 de junio de 2016, dejó en evidencia cómo durante la administración del entonces alcalde de Bucaramanga, Luis Francisco Bohórquez Pedraza, varios miembros y pastores de la iglesia ‘Manantial de Amor’, de propiedad de la familia del mandatario, se convirtieron en contratistas de la administración y suscribieron contratos por $15 mil millones a través de empresas con mínima experiencia y cuyo domicilio es una casa o apartamento familiar. Además sus representantes legales son personas muy cercanas a la iglesia o a sus líderes.

A juicio del jurado que otorgó este premio, “investigar las conexiones que tienen miembros de iglesias con el poder político es un tema prácticamente vedado en Colombia”.

“Los periodistas de la Unidad Investigativa de Vanguardia lo hicieron con arrojo y convencimiento, desenredando una madeja contractual en la que claramente el riesgo de perderse es tan posible como el hecho de salir mal librado por los señalamientos de un exalcalde y de los pastores que quedan al descubierto. Rigor, desapasionamiento y esfuerzo dieron como resultado este reportaje sobre corrupción, el tema que respira en la nuca del periodismo investigativo”.

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Historias de Vanguardia que cambiaron vidas


¿Qué significa para usted Vanguardia? Esta pregunta la llevamos a diferentes escenarios y con diversas fuentes. Un recuento de lo que deja el mejor oficio de este mundo.

Durante 100 años se escucharon sus voces. Llegaron en tonalidades diversas. Se colaron inicialmente por la vieja casona donde funcionó el periódico. Se juntaron con ese golpeteo que producen las teclas de las máquinas de escribir por allá en 1919. Ese sonido se transformó con los años. Cambió su tonalidad. Llegaron otras máquinas. Aparecieron computadores, luego teléfonos celulares y todo se juntó con las aplicaciones y las redes sociales. En ocasiones intentaron interrumpir ese sonido. Pero como esos seres que han sobrevivido a las hecatombes, las amenazas, los atentados, la prisión, y las mutaciones de la censura, el sonido sigue, a diario. Aunque ahora es más un clic. Permanece aferrado a los bordes de valores como la verdad, la precisión, la independencia y esa imparcialidad, en una labor que sobrevive a periodistas y traspasa épocas y generaciones.

Como los fuertes árboles de siglos que no sucumben a los vientos y el azar de los poderosos, los periodistas narran en la obsesión propia de guerreros que avanzan, a veces entre malas épocas, contenidos para servir a la comunidad. Sí, a eso nos dedicamos. Estamos para servir como periódico y periodistas. No es una palabra gratuita. Tiene hoy un siglo ininterrumpido de trabajo para contar las historias que ocurren en Santander y ser testigo en nuestras páginas de cómo personas como usted, ayudaron al progreso y dieron forma al acontecer diario.

Esa sucesión interminable de noticias, crónicas y reportajes se ajustan a las márgenes de las páginas del periódico, ese que queda en el sofá de la sala, en la mesa de noche luego de leerse o que comparte con su desayuno. Después de todo, una buena historia puede cambiar la vida. Al menos así lo cree Hipólito Guarín, de 86 años, quien desde el 30 de julio de 1979 se lee el periódico sin falta, todos los días. Es tal vez, uno de los lectores más longevos de Vanguardia.

“Vanguardia es indispensable. Lo recibo todos los días desde 1979. Da gusto leerlo y entender las cosas que pasan en la región y en el país. Vanguardia es un patrimonio de Santander”, lo dice como si ese orgullo lo abrazara, sin darse cuenta. Como parte de ese periódico que ha recibido por cuatro décadas. Como partitura sencilla, de esta gran sinfonía que hacemos al contar historias y ustedes al leer las noticias.

Los periodistas nos debemos a ustedes señores lectores. Ahí nos encuentran, tecleando con pasión. Nosotros escribiendo y al rato ustedes leyendo. Y no podemos evitar que, de ese episodio, surjan historias que cambiaron vidas. Se acuerdan por ejemplo de Alejandro y su muñeco Forky.

A este pequeño ya le habían rasurado el cabello. Ya le habían dado la noticia que sufría de leucemia lifoblástica aguda. Ya le habían jodido sus seis años de edad para meterlo en una clínica. Ya le habían ordenado quimioterapias, que alteraron su cuerpo, le hicieron gritar de dolor y les cambió la vida a sus padres. Los hicieron perder el sueño y, a ratos, un poco la cordura. Pero él, Alejo, como le dicen, en lugar de rendirse, se quedó abrazado a todos sus huesitos, aferrado a las palabras de sus padres, que le repiten una y otra vez que sanará. Que esto pasará pronto, y todo será como antes. Y Alejo les creyó. Entonces, por esas cosas que les ocurren a las buenas personas, apareció Forky. Vanguardia narró ese encuentro.

Deben saber que dentro de las terapias a los niños con diagnóstico de cáncer se realiza la fabricación de este muñeco de la película ‘Toy Story 4’. Su mamá dijo que elaborar este muñequito ayuda a Alejo a su rehabilitación, porque estaba en un estado depresivo significativo. “No quería aceptar nada de su quimioterapia”. Un día dijo que quería vender los muñecos que elaboraba a mil pesos. “Así empezó todo y se convirtió en una bola de nieve gigante para la gloria de Dios. Nunca buscamos estar en medios, ni recaudar dinero, sino motivarlo para que saliera de su depresión y afrontara nuevamente, con berraquera, su leucemia”.

¿Y qué creen qué ocurrió al publicar la historia?
Ximena Peña Orjuela, madre de Alejandro, aseguró que la noticia dio un gran impulso a la manualidad que elabora el pequeño, incluso los han llamado del exterior preguntando por su Forky. Pero lo más importante son los mensajes de apoyo que recibe todos a diario. “Vanguardia fue un apoyo. Esto no es un negocio. Mucha gente nos llama para expresar su solidaridad y dar testimonio de superación. Gracias Vanguardia...”.

Al día siguiente de la publicación, la mamá le envió un audio a la periodista que contó la historia. “Yuriana, fue un reportaje hermoso. Mil gracias por tu apoyo. Dios te bendiga y te pague. Y Alejo está conmovido y llora de alegría (se escucha llanto)…”. Y alevosa la nostalgia se contagió por WhatsApp. Después de todo a quien le importa llorar un poco, así sea en un rincón de una de sala de redacción. La periodista solo secó sus lágrimas y buscó a su editor para contarle.

Al otro lado de esa sala de redacción, 30 años atrás, a un periodista la calle se le vino encima en el barrio La Transición de Bucaramanga. En un recorrido vio a un niño, de unos siete años, bañando a un abuelo en la calle. El hombre padecía de cáncer de piel. En medio de la polvorienta geografía de aquel entonces sector de la ciudad, centro de noticias por homicidios y riñas, esa imagen atrapaba. Esas calles eran un muestrario de latas, maderas, cemento, ropa colgada al sol y rostros rígidos de hombres y mujeres apurados. El calor, principio y fin del bochorno, que puntual recorría las pequeñas casas generó curiosidad, sirvió de excusas para primera charla.
- Hola. ¿Está bañando a su abuelito?
- No. No es mi abuelo
- ¿No?
Ese fue el principio del verbo ayudar. Y el verbo no es otra cosa que saludar, acariciar, bañar, alimentar, escuchar, sonreír, cuidar, acomodar, consentir, abrazar, mimar y volver hacerlo, y agitar con fuerza la apatía de una ciudad que ignoraba la labor de este pequeño realizaba todos los sábados. Ese verbo llevaba pegado un acento de ternura, que sirvió para que su mensaje se conociera en Francia, Canadá, Suiza y Estados Unidos, entre otros. Todo en un mundo y una época que no conocía internet y menos las redes sociales. Pero el mensaje cruzó océanos.

La historia se publicó con el título: “El ángel del Norte”. Narraba cómo un niño bañaba, alimentaba y cuidaba a varios adultos mayores en situación de vulnerabilidad. Ese pequeño tomó el recorte del periódico para exhibirlo en plazas de mercado y panaderías. Buscaba donaciones para alimentar a sus abuelitos. Fue la génesis de un proyecto que hoy tiene tres albergues y les cambió la vida a muchas personas.

Más de tres décadas después, Albeiro Vargas, reconoce que esa noticia que publicó Euclides Kilô Ardila le cambió la vida e impulso su proyecto de solidaridad para recibir apoyo en Europa. “Vanguardia lo es todo. Esa noticia sacó del anonimato a un niño e hizo que su labor se conociera en Europa. Vanguardia tiene un gran corazón…”.

Ese periodista, Kilô, sigue hoy abriéndole huecos a las mañanas recorriendo los barrios. “Vanguardia es comunidad”, se escucha. Y de allí salen grandes historias, porque allí están, las ven, en cualquier parte, si no se percatan, mire de nuevo y luego las leen en el periódico.

Devuelta a la sala de redacción, otro periodista escribe que las jornadas eran una tortura. Luego cita la siguiente frase: “La vida de las trabajadoras sexual es muy triste. Hay que atender como a 20 clientes y hacer lo que ellos quieran hacer…”.

Se escribe la historia de Margarita, una de las 60 trabajadoras sexuales de la tercera edad que ocupan el Centro de Bucaramanga. Tienen entre 60 y 70 años. Margarita (redacta la periodista) tiene 68 años. “Su vida, contrario a florecer para hacerle honor a su nombre, se ha ‘marchitado’. El dinero que le dan sus ‘amantes furtivos’ no ha sido suficiente para comprar la felicidad mientras que la juventud se desvanece. Vende su intimidad a $20 mil…”, se lee.

Esta historia vio la luz. Dos semanas después se sintieron los efectos de informar sobre esta realidad. La Alcaldía de Girón decidió ayudar a Margarita. Ahora vive en una fundación donde le brindan techo, comida y cuidados. Pero no es todo. Desde exterior y otras personas de buen corazón buscan como sacar de la calle a estas mujeres.

“Estoy feliz porque voy a descansar. Me siento contenta. Hace años quería salir de la calle. Está muy bonita esta casa…”, le agradece Margarita a la periodista. Se escucha entonces que “Vanguardia es solidaridad…”.

Esta sala de redacción es entonces una bonita canica azul, con computadores, donde en algunas jornadas hay periodista entregados a narrar buenas noticias, que sobreviven a los días, así se arrugue un poco más el corazón. “Es satisfactorio saber que con nuestro trabajo logramos cambiar de manera positiva una vida…”, repite con, una emoción que contagia, la periodista. Como dijo Alejo Carpentier, “el periodismo es una maravillosa escuela de vida” y Vanguardia lo ha sido por un siglo.

Pero también estos obreros de palabras han tenido sus batallas contra molinos de viento, cumpliendo con el legado de ser verificador del poder y de ayudar a la sociedad a comprender los procesos que ocurre. Lo define muy bien Alberto Montoya Puyana, ex alcalde de Bucaramanga y ex rector de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab, al explicar que Vanguardia ha denunciado con valentía la corrupción del país y la región. “Vanguardia es calidad periodística. Vanguardia a fiscalizado al poder y también ha fomentado e informado los aspectos positivos que contribuyen al desarrollo de la región”.

Pero también estos obreros de palabras han tenido sus batallas contra molinos de viento, cumpliendo con el legado de ser verificador del poder y de ayudar a la sociedad a comprender los procesos que ocurre. Lo define muy bien Alberto Montoya Puyana, ex alcalde de Bucaramanga y ex rector de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab, al explicar que Vanguardia ha denunciado con valentía la corrupción del país y la región. “Vanguardia es calidad periodística. Vanguardia a fiscalizado al poder y también ha fomentado e informado los aspectos positivos que contribuyen al desarrollo de la región”.

Concuerda con esas tesis el periodista y columnista Daniel Coronell, presidente de noticias Univisión, al señalar que “Vanguardia es una insignia para el periodismo colombiano. Vanguardia ha hecho cosas muy importantes a través de toda la historia y en tiempos recientes. Vanguardia ha sido capaz de exponer los casos de corrupción, que agobian a la región y ha podido señalar con nombre y apellido a quienes han desangrado las finanzas públicas. Eso es el periodismo…”. Durante 100 años se escucharon sus voces y se seguirán escuchando.

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Las noticias de ayer que hoy serían virales - Especial 100 años de Vanguardia

Las noticias de ayer que hoy serían virales


Además de la veracidad con la que ha sido escrita Vanguardia a lo largo de nuestro ejercicio periodístico, algunas ediciones incluyeron simpáticas situaciones que fueron noticia y que incluso alcanzaron a ser ‘virales’, pero en letra de molde. Veamos algunos relatos de ese ayer.

Si hoy día los vídeos se vuelven virales y acumulan miles y miles de reproducciones en Internet, también es válido recordar que a lo largo de nuestros 100 años muchas noticias curiosas han logrado capturar la atención de gran cantidad de lectores...

De todas ellas hay una que paralizó a media Bucaramanga un día 6, del mes 6 del año 6. Sí, fue el 6 de junio de 1996, cuando supuestamente se apareció el diablo en la ciudad. Media Bucaramanga dijo en ese entonces que ‘lucifer’, harto del infierno, se vino al cielo de la Ciudad Bonita a hacer de las suyas.

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Se decía que lo vieron en las discotecas y que iba de taxi en taxi espantando a la gente. La noticia se regó como pólvora, y finalmente nuestro diario terminó elaborando un documento serio, hablando con expertos, que confirmaron que solo se trataba de habladurías de algunos dueños de discotecas para atraer la atención de varios de sus clientes nocturnos.

Y hablando de diabluras y de las noches de Bucaramanga, también evocamos la sorprendente historia del ‘Vampiro del 55’, un supuesto ser de ultratumba que, de manera misteriosa y asesina, aparecía cada noche “y se alimentaba chupando la sangre de los bumangueses”.

El tema fue caótico y judicial, pues varios hombres, muchos de ellos niños y jóvenes, aparecieron muertos con supuestos ‘chupetones’ en sus gargantas.

Sin embargo, en la madrugada del miércoles 23 de febrero de 1955, el Comandante de la Policía de la época llamó a Vanguardia para contarnos la gran chiva: Él había capturado al ‘Vampiro’.

Al final se supo que era un prófugo de la cárcel de Pamplona, quien había cometido los asesinatos en serie y que deambulaba por las calles sembrando la tragedia.

A propósito de prófugos, en 1961 hubo otra noticia extraña que salió impresa en letras de molde. Ochenta prisioneros de la antigua Cárcel La Concordia amanecieron sin rejas que le impidieran escapar.

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¡Así como lo lee! Ellos podían salir tranquilos a las calles y emprender la huida. Lo curioso era que, a pesar de que el centro penitenciario estaba de puertas abiertas, ninguno de ellos se fugó.

El gobierno local en ese entonces iba a trasladar a los reos a la nueva Cárcel Modelo y todos los que estaban recluidos estaban ad portas de terminar sus condenas. Así las cosas, escapar era una mala estrategia.

¡... Corra, que el mundo se va a acabar!
Una ola de bautizos al por mayor, así tituló el periodista de Vanguardia la serie de masivos bautizos que se produjeron en diciembre de 1999, en el cambio del milenio, cuando erradamente se creía que el mundo se iba a acabar.

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Según expresaban los fatalistas, ocurrirían terremotos, explotarían volcanes y los ciclos lunares nos pondrían ‘patas arriba’, en fin... Todo valía para crear una teoría sobre el fin del mundo que obviamente nunca ocurrió.

La tesis del Apocalipsis tuvo su momento cumbre en diciembre de 1999. En el último día de ese año, en todas las parroquias católicas la gente hacía cola para bautizar a sus recién nacidos y salvarlos de quemarse en las calderas del infierno.

¡0, 1, 2... 3, lotería!
Un 26 de mayo de 1962 Vanguardia nos informó que el juego de la Lotería de Santander cayó con este singular número: 0123.

El premio mayor fue el ‘jugoso’ botín de cien pesos oro. Irónicamente con esa plata usted ni siquiera podría jugar el chance hoy día.

Y qué tal esta nota publicada en la edición 10.000, la cual informa que el portero, el cura y el sepulturero del Cementerio Central de Bucaramanga se declararon en huelga y decidieron no trabajar los fines de semana. Ellos dejaron en la puerta de entrada en el camposanto un letrero, que se leía así: “Lo sentimos, hoy no trabajamos, vengan el lunes”.

Nadie que se muriera en el fin de semana podía tener cristiana sepultura en Bucaramanga los fines de semana. Solo hasta el lunes se hacían las honras fúnebres. Por fortuna en aquella época no regía la famosa Ley Emiliani, esa que institucionalizó los lunes festivos.

Y hablando de muertos o de vivos, un 30 de noviembre de 1935 leímos una historia como para Ripley. Varios sujetos, que se hacían llamar el ‘Cartel del Terror’, se robaban restos humanos de las tumbas. En sus andanzas se encontraron un día con un ‘muerto vivo’. ¡Sí! Al mejor estilo de la novela ‘El Caballero de Rauzán’, los profanadores al abrir la fosa de un ciudadano ‘x’ se llevaron la terrible sorpresa de que el ‘hombre no estaba muerto’.

Era un médico que sufría de catalepsia, ese estado repentino que se caracteriza por la inmovilidad y rigidez del cuerpo y la pérdida de la sensibilidad y de la capacidad de contraer los músculos voluntariamente. Total: el hombre no había fallecido.

¡Los profanadores casi se mueren del susto cuando vieron que el hombre se levantó de su tumba! La singular historia se tituló: ‘Lázaro espantó a los ladrones’.

Muchos años después, en 1985, a un periodista irreverente de Vanguardia, llamado Jorge Hernán Toro, se le ocurrió comprar un ataúd, meterse en él y armar su propio velorio en pleno parque Santander. Él solo quería ver las reacciones de la gente para su gran crónica. Y lo logró, pues la edición se agotó.

Le fue tan bien, que luego se disfrazó de sacerdote de la Orden de los Carmelitas y fue cura por un día.

Otra noticia paralizó a Bucaramanga un 3 de febrero de 1952, la cual titulamos así: “Tres espectadores quedaron en estado hipnótico en el Teatro Rosedal”. Los que hoy aún recuerdan ese hecho confirmarán que es verdad que dichos ciudadanos quedaron en ‘shock’, ante los pases mágicos hechos por Fassman, famoso hipnotizador de la época, quien estuvo ese día presentando su show.

El porno
Los tiempos cambian. Por ejemplo, hoy no encontraríamos una sola persona que fuera escandalizada por el aviso publicitario de las películas conocidas como cine ‘X’. Sin embargo y según una noticia escrita por el periodista local de la edición del 26 de mayo de 1962, presentar la nota de la exhibición de la cinta, de manera literal, ‘calentó’ a los lectores.

La historia se llamó así ‘El despertar de la adolescencia’. Era el relato de un joven que perdía su virginidad por culpa de una prostituta.

Si bien era la sinopsis de la producción cinematográfica, la nota fue un escándalo. Muchos la consideraron como un acto de perversión a la comunidad de Bucaramanga.

Igual ocurrió con la presentación en el Teatro Santander de la película el Último Couplé, en el cual Sarita Montiel desacaloraba su armonioso cuerpo, solo cubierto por un transparente desavilleé.

En ese tiempo ir a cine también era un tanto ‘caro’. Valía la ‘medio bobadita’ de medio centavo, que si comparamos con los 5 centavos que por entonces les daban a los escolares para las medias nueves, era una ‘fortuna’.

Ni siquiera pasaba por la cabeza de los más lanzados caballeros que pudiese algún día apreciarse en público el cine porno.

Moler la masa
También entre los baúles de los recuerdos vemos una noticia de la máquina de moler de Molinos El Rey. Hablamos de ese artefacto que seguramente su abuela usó en su cocina para la sabrosa costumbre de moler la masa con la que se preparaban las arepas, justo cuando el sol de la mañana empezaba a hacernos cosquillas en la nuca. El registro noticioso se tituló: ‘El Rey de la masa y de la moza’, refiriéndose a que los hombres compraban dos máquinas de moler: una para la ama de casa y otra para la amante.

Historias como estas hay ‘miles y miles’, porque desde 1919, en aquel número uno hasta hoy, Vanguardia sigue muy atento a registrar los hechos que son noticia en la región.

Estas publicaciones nos confirman a nosotros, los periodistas, el gran deber que tenemos con los santandereanos de seguir escribiendo nuestra historia, tal y como lo han hecho los periodistas de Vanguardia durante estos 100 años: con la verdad y el profundo respeto por la libertad de prensa.

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Suscriptores de Vanguardia - Especial 100 años de Vanguardia

Nuestros suscriptores más antiguos han sido fieles a Vanguardia. Ellos destacan la labor que el periódico realiza al dejar constancia de los hechos que ocurren día a día en Santander, Colombia y el mundo.

Generaciones de santandereanos han crecido leyendo las páginas de Vanguardia. En los hogares donde este periódico se convirtió en un elemento infaltable, es costumbre dedicarle un buen tiempo a la lectura de las noticias y las historias que con dedicación nos preocupamos por entregar día a día.

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Muchos conservan en su memoria aquellas mañanas de domingo en las que en familia se turnaban las páginas del periódico para leer crónicas y detalles de los hitos deportivos. Incluso, hay quienes con nostalgia no olvidan los recortes del periódico que pegaban en los cuadernos para cumplir con las tareas del colegio.

¿Cuántos aprendieron a leer con las historietas de Vanguardia?
Este diario se convirtió en un ícono, es un retrato vivo de la historia de Santander a lo largo de un siglo. Si bien en su contenido presenta los sucesos de Colombia y el mundo, sus lectores reconocen que su valor agregado es el amplio despliegue que ofrece sobre los hechos que marcan a la región.

“Mi vicio es la Vanguardia”
A sus 85 años, Eugenia Gómez de Mantilla relata que desde que tiene conciencia, Vanguardia hace parte de su cotidianidad. El afecto hacia este periódico nació gracias a su padre quien les inculcó el hábito de leer la prensa. “Incluso mis tíos, que eran conservadores, compraban Vanguardia. Igualmente mis hermanos y yo siempre la hemos leído, cada uno somos suscriptores desde hace muchos años”.

Como si fuese algo sagrado, la mujer cada tres meses paga puntualmente su suscripción. “No me puede faltar la Vanguardia, siempre saco el dinero de mi pensión. Solo me gusta mirar este periódico. Vanguardia es mi vicio”.

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Cada madrugada, pasadas las 4:00 a.m., a su vivienda llega el diario. Eugenia Gómez cuenta que si despierta antes del amanecer toma el periódico y dedica algunos minutos a leer rápidamente los titulares y vuelve a acostarse.

Horas después vuelve a dar otro repaso al periódico y discute las noticias del día con su esposo Camilo Mantilla, quien además tiene como hábito corroborar lo que ve en los noticieros, con la información que encuentra en el papel. “En Vanguardia encontramos la información muy completa y con una buena presentación de la información”.

Entre las secciones favoritas de Gómez están las páginas de sociales y la espiritualidad, pero es el crucigrama lo que la cautiva. Tras finalizar los quehaceres de la casa, todas las tardes busca descifrar los acertijos.

No lo hace sola, todos sus hermanos tienen la misma costumbre. Vía telefónica se colaboran el uno al otro para intentar completar todas las palabras. Así pasan su vejez.

Consultar Vanguardia es una práctica que se ha transmitido de generación en generación. Sin embargo, la forma de hacerlo ha variado conforme evoluciona el mundo. “Uno de mis hijos, Mauricio, no lee el periódico impreso, dice que todo lo encuentra en la página de internet”, apunta Gómez.

Sin embargo, la mujer dice que le preocupan sus nietos. “Están todo el tiempo pegados al computador, no sé si revisan Vanguardia. Pero leer el periódico es algo que se debería inculcar en todas las familias”, recalca.

Los vecinos de la familia Mantilla Gómez saben que a esta casa siempre se podrán acercar para pedir prestada la Vanguardia, allí definitivamente nunca falta.

Lista: Los 10 suscriptores más antiguos
1. Manuel Borja Niño
22 julio de 1977
2. Flor Alba Chirinos de Galvis
23 junio de 1978
3. Elsa Manjarrés de Poveda
23 junio de 1978
4. Orlando Serrano Gómez
23 junio de 1978
5. Graciela Suárez Díaz
6 julio de 1978
6. Vicente García
16 julio de 1979
7. Jesús Mancilla Mantilla
18 julio de 1979
8. Germán Bohórquez Correa
21 julio de 1979
9. Sara Inés Patiño de Bonilla
25 julio de 1979
10. Hipólito Guarín Becerra
30 julio de 1979

El suscriptor más antiguoManuel Borja Niño es nuestro suscriptor más antiguo. Este abogado, quien dedicó gran parte de su vida a la docencia en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, cumplió más de 42 años informándose de primera mano con Vanguardia. Desde el 22 de julio de 1977 es un fiel lector.

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“Con Vanguardia me he mantenido informado del desarrollo de la vida local. He mantenido siempre la suscripción para conocer lo que ocurre en Bucaramanga y sus alrededores”, señala.

Borja Niño asegura que en principio lo cautivó la propuesta política que representaba el medio. “Luego tomó otro rumbo en el campo periodístico con el que presentan la información desde diferentes puntos de vista”.

Este hombre nacido en Barbosa, Santander, admite que aunque en un principio le costó adaptarse al nuevo diseño de Vanguardia, aplaude que el medio busque cómo innovar para presentar información de calidad. “Espero que siempre se siga ciñendo a los hechos, tal como son. Mi recomendación es que, lo que hacen, lo sigan haciendo con dedicación y con amor”.

Mientras tenga la oportunidad, Borja promete que seguirá consultando las páginas impresas de Vanguardia.

“Vanguardia es tradición”

Elsa Manjarrés de Poveda es otra leal suscriptora, exactamente desde el 23 de junio de 1978. Describe a Vanguardia como “un periódico ágil y fácil de leer, me gusta su formato. Sobre todo los domin-gos trae temas muy interesantes. Es una tradición de nuestra ciudad”.

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La mujer cuenta que cada vez que recibe el periódico lee sin falta la página Editorial y las opiniones de los columnistas. Seguidamente, uno de los primeros contenidos que busca son los textos escritos por el periodista Euclides Kilô Ardila, quien por años ha narrado los hechos locales. “Me gusta como presenta la ciudad y sus sitios de interés. Agradezco que se acerquen a los barrios, yo participé cuando vinieron a Conucos”.

Igualmente, esta santandereana nacida en Vélez valora que cada día se le entregue información regional imparcial. “Nos da la oportunidad de conocer, no solo lo que pasa en Bucaramanga, sino en las demás regiones de Santander. Siempre estamos al tanto de lo que ocurre”.

Esta pensionada, que durante 38 años de su vida se dedicó a la docencia en el Inem Custodio García Rovira, resalta la versión digital de Vanguardia. “Suelo revisar el móvil porque anticipan las noticias y se encuentran otros contenidos como videos”.

En la conmemoración de estos primeros 100 años de existencia, Manjarrés expresa sus mejores deseos para que la labor de esta casa editorial perdure en el tiempo.

“Extiendo un felicitación a todo el equipo de Vanguardia, espero que continúen con el trabajo informativa que han desempeñado. Continuar vigentes es supremamente importante”.

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Solidaridad Vanguardia - Especial 100 años de Vanguardia

Construir 120 apartamentos para los afectados por el invierno, modernizar escuelas rurales, aplicar capital semilla para docenas de entidades solidarias e incluso tocar los corazones de muchos para recaudar recursos para distintas obras sociales han sido algunas de las iniciativas de este diario para ayudar a la comunidad.

Solidaridad Vanguardia - Especial 100 años de Vanguardia

Vanguardia nació para la comunidad, creció con ella y hoy cumple 100 años al lado de nuestra gente. Lo mejor es que seguirá cumpliendo con la responsabilidad social que siempre ha caracterizado a esta Casa Editorial, tanto en letras de molde como con acciones concretas.

A través de entidades como la Fundación Alejandro Galvis Galvis y desde las jornadas periodísticas que se han promovido en todo este tiempo de solidaridad, el primer diario del Oriente Colombiano ha impulsado excepcionales proyectos para la comunidad.

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Lideramos la construcción de un barrio en pro de los damnificados por el invierno a través de la campaña ‘Dale la Mano a Santander’; adecuamos a cerca de mil alumnos de los sectores rurales un moderno colegio, y también con los planteles escolares y sus alumnos alcanzamos el récord de la mayor cantidad de papel reciclado en la Gran Cima Kids de 2014 celebrada en Neomundo.

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Hemos apoyado con nuestra pluma grandes iniciativas sociales, tales como el Hogar Jesús de Nazaret, la Fundación en pro de nuestros viejos con campañas como ‘Adopte un Anciano’; fuimos aliados de la labor social que promueve la Fundación Niños de Papel y los hogares de los Ángeles Custodios de Albeiro Vargas, el de Mamá Dioselina, en fin…

Cómo olvidar aquel Reinado Popular Metropolitano que, desde cada barrio, logró inversiones de obras de infraestructura comunitaria que garantizaron el desarrollo de nuestras comunas.

La lista de estos proyectos sociales a la Vanguardia es interminable y tal vez necesitaríamos más de 100 páginas para recordar a todas esas entidades sin ánimo de lucro que han crecido en pro de los hogares más necesitados.

Es bueno saber que la tarea social que tanto promovió nuestro fundador Alejandro Galvis Galvis se mantiene y que hoy, 1 de septiembre de 2019, 100 años después, Vanguardia sigue liderando programas sociales que logran alcanzar beneficios útiles para la región, mejorando la calidad de vida de los santandereanos y de los vecinos de todos esos sectores que junto a nosotros han narrado la historia de Santander.

Niños de Papel
Emotivas notas editoriales que hicieron las veces de ‘semillas’, lindas tareas sociales de amaneceres y atardeceres de esplendor y, en general, la suma de esfuerzos y de sacrificios que hoy son motivos de satisfacción y de orgullo, ayudaron a sacar adelante a la Fundación Niños de Papel del padre Manuel Jiménez Tejerizo.

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Miles de niños y jóvenes, ya rehabilitados, cuentan con un presente esperanzador, lleno de ilusiones y de ganas de vivir gracias a este proyecto. Y, de manera precisa, la valiosa tarea social de Vanguardia con esta institución sin ánimo de lucro ha permitido que se haga la reintegración a la sociedad a esos niños y jóvenes que cayeron en el ‘cáncer’ de la drogadicción y hoy están recuperados.

Del campo para el mundo
La vieja casona del Colegio Agroecológico Holanda-Fundación Alejandro Galvis Galvis se modernizó por completo. Computadores, redes de datos, libros virtuales y tableros interactivos, que eran esperados con ansias por sus 878 estudiantes, se conectaron con las aulas de esta institución educativa, situada en el sector rural de La Mesa de Los Santos. De la mano de Vanguardia y grandes empresarios, hoy estos equipos les permiten a sus alumnos ‘navegar’ a través de la Internet.

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Sostenible
Vanguardia, tras un trabajo de responsabilidad social y de la mano de todos los alumnos de los colegios, lideró la Cumbre Internacional del Medio Ambiente, con la que alcanzamos el récord del Concurso de Reciclaje de Papel Más Grande de la Historia de Colombia. Tras un arduo trabajo, impulsado en los planteles educativos, se consiguió la mayor cantidad de papel periódico reciclado en el año 2014.

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En esta jornada también estuvo presente ‘Santander Progresa’, una iniciativa de responsabilidad social empresarial implementada por el grupo Promisión S.A. en alianza con la Red Business Network.

Todo esto hizo que, tras las ediciones de nuestra Ola Verde y la promoción del respeto por la ecología, se promulgara el uso responsable y sostenible de los recursos del planeta.

El barrio más cívico
En 1989 se diseñó el concurso del ‘Barrio Más Cívico’, con el cual se destinaba para cada sector un premio de $50 millones, una gran cifra en ese entonces. Tal suma se invertía en obras de infraestructura comunitaria. En ese año el sector vencedor fue el de una linda comunidad del barrio de la Comuna Sur, denominado Toledo Plata.

Beca Ernesto Galvis
Esta es la beca que honra la vida de un joven escritor, en homenaje a uno de nuestros más recordados gerentes: Ernesto Galvis Blanco. Vanguardia, en equipo con el Centro de Gestión de Medios de Northwestern University, ofrece una beca completa para estudiar el Programa Avanzado para Ejecutivos.

Dale la Mano a Santander
Fue un programa modelo y un ejemplo nacional para ayudar a contrarrestar los efectos del invierno. De hecho la campaña ‘Dale la Mano a Santander’, que lideró Vanguardia y que contó con el apoyo de varias entidades, les permitió a 120 familias damnificadas por el invierno contar con igual número de viviendas. Desde esta redacción convocamos la solidaridad de empresas santandereanas y de personas de buen corazón, quienes hicieron importantes donaciones para los destechados. En este registro aparecen algunas de las familias que hoy tienen un hogar digno en dónde vivir.

Adopte un anciano
‘Adopte un Anciano’ es una de las campañas más ‘longevas’ que se han liderado desde estas páginas. Desde los inicios del centro geriátrico San Rafael, Vanguardia ha publicado avisos que invitan a darles una mano a los viejos.

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