Marco Andrés Rodríguez se quedó sin trabajo hace varios años, según él, por uno de los argumentos que más esgrimen las empresas cuando deben entrar en la onda de la austeridad: “Por reducción de personal”.
Sin un ingreso estable, él ya no pudo seguir pagando las cuotas de seguridad social y, de manera literal, se quedó sin la asistencia de salud: “Eso ha sido lo más duro, porque me ha tocado ‘saltar matones’ para acceder al Sisbén. En esas ando, pidiendo un chance para entrar en la lista de beneficiados”.
“Yo tengo mujer, pago arriendo y tenía que rebuscármela como fuera para no quedarme en la calle”, afirma.
Así las cosas, Marco Andrés hoy recorre las calles de Bucaramanga ‘cuartillando’ uno que otro peso. De esquina en esquina, comenzó a vender de manera semanal los 100 puestos de esos desvencijados cartones que ofrecen las rifas populares: “Yo vivo del azar; es decir, de los cupones que vendo y de la suerte que les traigo a mis clientes, que son esos amigos que me dan una manita. Mañana, por ejemplo, tengo un sorteo de $100 mil. ¿Se apunta?”, pregunta.
“La gente me ayuda y ahí, poco a poco, voy saliendo adelante en esta cotidianidad que me tiene rebuscándomela y en una situación, que si bien es dura, me ha hecho más fuerte”, afirma.
Ofrecer puestos de rifas se convirtió en la fuente de ingreso para Marco Andrés, quien confiesa que, a pesar de ello, le angustia el tema de su seguridad social: “Lo que gano sólo me alcanza para pagar el arriendo de una modesta casa en el barrio La Esperanza de Bucaramanga”.
Marco Andrés hace parte de aquellos bumangueses que vieron una notable una disminución en barreras de acceso a servicios de salud por un desempleo de larga duración; no obstante, él considera que “poco a poco mi situación ha venido mejorando, gracias a las ganas que le estoy imprimiendo a la vida”.

Independiente de la situación por la que atraviesa Marco Andrés, lo que sí quedó claro con los resultados del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) es que las y los santandereanos, en términos generales, mejoraron sus condiciones de vida entre 2021 y 2022, bajo cinco dimensiones: condiciones educativas del hogar, niñez y juventud, de la vivienda, salud, trabajo y acceso a servicios públicos domiciliarios.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadístico, Dane, presentó ayer los resultados de este indicador y para la región (Santander) se registró una baja en la pobreza multidimensional en 2,9 puntos porcentuales, al pasar de 13,3 % en el 2021 al 10,4 en el 2022, ubicando a Santander en la novena posición entre los departamentos.
Y si se compara el IPM del 2018 con 2022, se evidenció una mejora en las condiciones de vida en Santander antes y después de la pandemia, con una contracción de 2,2 puntos porcentuales, cuando baja de 12,6 % a 10,4 %.
Estos datos generales demuestran el esfuerzo del sector público y privado en reducir la pobreza de quienes habitan Santander.
Y como dice el dicho popular, ‘El diablo está en los detalles’, al revisar las 15 variables que mide el IPM, que se conocen como privaciones, la región presentó unos clarososcuros.
¿Qué dicen las variables?
De las 15 variables, Santander obtuvo siete con mejoras entre 2021 y 2022, otras siete desmejoraron y sólo una se mantuvo igual. ¿En qué le fue tan bien y tan mal a la región? Hubo un aumento en analfabetismo, bajo logro educativo, barreras a servicios para cuidado de la primera infancia, hacinamiento crítico, material inadecuado de paredes exteriores, rezago escolar y trabajo informal.
Mientras que hubo una disminución en barreras de acceso a servicios de salud, desempleo de larga duración, inasistencia escolar, material inadecuado de pisos, sin acceso a fuente de agua mejorada, sin aseguramiento en salud y trabajo infantil. La única privación que registró el mismo porcentaje fue inadecuada eliminación de excretas.
Es preocupante, según el Dane, la privación de bajo logro educativo, pues registró un incremento, estadísticamente significativo, de dos puntos porcentuales entre 2021 y 2022. Otra variable para considerar en su alza fue trabajo informal, con un punto porcentual.
El otro lado de la moneda estuvo en la disminución, estadísticamente significativa, de la inasistencia escolar en 5,5 puntos porcentuales. Esto evidenció la superación de la pandemia en este aspecto.
Otra caída considerable fue la de la privación sin aseguramiento en salud, con 5,1 puntos porcentuales.
Voz de experto: Una pobreza de contrastes
Ángel Galvis, magíster en Análisis Económico y asesor del área metropolitana de Bucaramanga, precisó que en Santander se consideran pobres de manera multidimensional 10 de cada 100 personas, siendo la menor incidencia desde que existen registros, según la nueva metodología.
De igual forma, aclaró que un hogar se considera pobre si hay 33 % o más de las privaciones, que se consideran factores limitantes del desarrollo integral o impedimentos para el ejercicio de las capacidades de las personas.
“Es importante tener en cuenta que la evolución de la pobreza multidimensional en Santander, entre 2018 y 2019, tuvo una tendencia decreciente en la incidencia total y en los centros poblados rurales y dispersos; sin embargo, aumentó en las cabeceras urbanas. Posteriormente, debido al efecto económico de la pandemia, la tendencia fue creciente en todos los tipos de vivienda, alcanzando su valor máximo en 2021, con una incidencia total de 13,3 %”, recordó Galvis.
El analista económico puntualizó que para el 2022 se observan dos fenómenos: el primero, una reducción de la pobreza por debajo de los niveles prepandemia; y el segundo, una reducción de la brecha entre los principales municipios y las zonas rurales dispersas.
“Adicional a la disminución de la pobreza también se puede observar una merma de la brecha entre los principales núcleos urbanos del departamento y la zona rural, pasando de 18,6 puntos porcentuales en 2018 a 13,2 puntos porcentuales en el 2022”.
Galvis sostuvo que la reducción histórica de la pobreza multidimensional se debe al fortalecimiento de dos dimensiones: condiciones de la niñez y juventud, y la de salud.
“Esto es consecuente con la priorización de la inversión social durante el periodo del COVID-19 en asuntos relacionados con la salud pública. En contraste, los temas por mejorar en Santander son las condiciones de educación, tanto en materia de analfabetismo como de logro educativo y el trabajo informal”.



