Tensión en Oriente Medio por derribo de avión ruso en Siria
El reciente episodio en el que un avión militar ruso fue derribado en Siria por “fuego amigo” del régimen de Bashar al Asad que responsabilizó a Israel, puso de relieve los riesgos que se corren en un escenario de constante tensión y de intereses intrínsecos propios de la guerra.
La caída de la aeronave, un avión de reconocimiento Il-20, que fue alcanzado por un misil sirio lanzado contra cazas israelíes con 15 ocupantes, no solo pone a prueba las alianzas estratégicas, sino también la línea delgada que no deben cruzar los distintos actores de este sangriento conflicto.
A todas luces, Siria es cada vez más claramente el escenario del enfrentamiento entre Estados Unidos, Irán, Israel y Rusia.
Rusia con su fuerza aérea, e Irán, con sus milicias, incluida la del Hezbolá en Líbano, son los principales patrocinadores del gobierno sirio. Sin este apoyo, lo más probable es que Al Asad ya no estuviera en el poder después de siete años de feroz resistencia armada contra diferentes facciones rebeldes, entre ellas remanentes del Estado Islámico y grupos extremistas islámicos.
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Pero el gobierno de Vladimir Putin también es aliado de Israel, acérrimo enemigo de Irán. Es más, Israel ha tenido carta blanca del Kremlin para actuar militarmente con bombardeos al norte de la frontera con Irán para frustrar cualquier envío de tales armas que pueda llegar a Hezbolá a través de Siria, que permitan alterar el equilibrio estratégico de poder en la región.
Un panorama complejo en el que a veces el amigo de un amigo puede ser enemigo.
Giovanni Reyes, profesor e investigador de la Universidad del Rosario en Bogotá, enumera tres implicaciones directas del incidente en espacio aéreo sirio y que, según él, dependen del punto de vista de cada actor involucrado en el conflicto.
La primera de ellas se relaciona con el régimen sirio. Señala que Al Asad tiene el respaldo de Rusia y hasta cierto punto, pero menor, el de Estados Unidos e Israel, “en el sentido de que no es lo mejor que ellos quisieran, pero es preferible a tener la extensión del Estado Islámico o el Califato”.
En otras palabras, es una opción con la cual se puede convivir y de hecho se convivía en el pasado, sostiene.
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Cita que una segunda implicación, es que el presidente ruso Vladimir Putin tendrá que reforzar su posicionamiento en Siria, “el hecho de que se haya derribado un avión forza a Estados Unidos e Israel a que lleguen a ciertos compromisos”.
Esto lo ilustra con el caso de la crisis de los misiles en octubre de 1962, cuando Rusia, que en ese entonces era la antigua Unión Soviética, instala bases de misiles nucleares y luego las retira: “lo que gana, desde la perspectiva soviética, es que Estados Unidos no iba a invadir Cuba”.
En este escenario, Rusia obligaría a Estados Unidos e Israel a tener un compromiso más definido en cuanto al régimen sirio, anota Reyes.
Y de lo anterior se desprende la tercera implicación. Según su percepción, Estados Unidos no tiene clara una estrategia en Siria, porque no se da cuenta de que hay al menos seis grupos combatiendo.
“Quiere apoyar a los rebeldes en Siria, siempre y cuando puedan atacar a Al Asad, pero que no sean los extremistas islámicos, entonces hay un juego de coalición y Estados Unidos tiene que definir su estrategia, mientras Israel tiene una convergencia posicional junto a EE.UU., y ambos deben entonces definir una posición”, explica el docente de la Universidad del Rosario.
Estrategia israelí
Describe que básicamente la estrategia de Israel es no involucrarse demasiado porque el involucramiento tiene un costo.
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A esto se le suma, que el líder israelí, Benjamin Netanyahu, no tiene una posición muy consolidada dentro de su territorio: “si él no tiene una posición sólida a nivel interno no puede aportar demasiado capital político en una situación inestable en el exterior”, resalta el investigador Reyes.
Tras definir la guerra en Siria como un mosaico de actores con muchos intereses difíciles de discernir, Jerónimo Ríos, doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, reconoce que forjar alianzas en este contexto es algo muy complejo.
Es decir, Rusia tiene que realizar un difícil acto de equilibrio entre Israel e Irán, ya que trata de posicionarse como el principal actor en la mitigación del conflicto entre los dos enemigos geopolíticos.
En opinión del profesor Ríos, el derribo del avión ruso es “muestra de la intrínseca forma de gestionar esas líneas que hay en toda guerra y establecer cuáles son las fronteras y los espacios de acción de los diferentes actores involucrados”.
En ese orden de ideas, reitera que la posición de Moscú siempre ha sido una marcada defensa del régimen sirio ante la posibilidad del radicalismo, y además, “mantener un status quo donde Siria se evidencia como un perfecto exportador de armamento ruso y por otro lado, encuentra en Siria una salida al Mar Mediterráneo”.
Por último, el profesor Ríos considera que más que avivar los ánimos, atendiendo las palabras del presidente Putin de calificar el derribo del avión ruso como “nefasta casualidad”, muestra las necesidades y las urgencias para buscar una salida a un conflicto, que resulta cada vez más inexplicable.