España
¿España se resquebraja?
El proceso independentista catalán vivió su punto de máxima ebullición hace un año.
En la retina del mundo quedó para la historia ese 27 de octubre de 2017, cuando el Parlamento (Parlament) de Cataluña declaró, de manera unilateral, su independencia de España, desatando toda una tormenta política que aunque fracasó, fracturó la unidad nacionalista del país europeo.
Lo que dejó fueron profundas heridas en el tejido social de una comunidad autónoma española como símbolo de resistencia.
Además marcó un hito dentro del proceso secesionista que se ha venido incubando durante décadas en el imaginario catalán, de su lucha por el derecho de autodeterminación.
Aunque hoy, pareciera que se ha enfriado, tras la fallida intentona que dejó varios políticos en prisión y otros fugados de la justicia española, entre ellos el presidente de la Generalitat (Gobierno catalán) Carles Puigdemont, figura insigne del referéndum de independencia del 1 de octubre de 2017 y en el exilio en Bélgica para librarse de la cárcel, el sentimiento secesionista aún permanece vivo.
A la luz de estos acontecimientos, no hay duda que la relación histórica entre España y Cataluña ha sido compleja. Durante casi tres siglos Cataluña no ha acabado nunca de encontrar la manera correcta de encajar en España porque según expertos, el poder centralista nunca ha querido entender que el país es un Estado diverso y plural. Y muchos ciudadanos catalanes nunca se han sentido españoles más allá de lo que ponen en su pasaporte.
Esta realidad ha llevado, lamentablemente, las posturas al extremo, y la distancia entre Barcelona y Madrid, hoy pareciera más grande, que nunca, mucho más de los cerca de 505 kilómetros que señalan los mapas.
No en vano, de los 7,5 millones de habitantes de Cataluña 2 millones salieron a la calle a celebrar la autodeterminación de manera pacífica ese 27 de octubre de 2017.
El periodista y analista internacional español Isaac A. Calvo, aclara que realmente no es una aspiración de todo el pueblo catalán y asegura que “de hecho, en las últimas elecciones autonómicas los partidos constitucionalistas obtuvieron más votos que los partidos independentistas, pero por la Ley Electoral los independentistas sacaron más escaños”.
Mauricio Jaramillo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario en Bogotá, interpreta la crisis catalana como una concepción distinta de la democracia española, y en el último tiempo en Europa con las reivindicaciones subnacionales, es decir, de regiones que no sienten identificadas con sus gobiernos, que se han multiplicado.
Cita ejemplos puntuales como Escocia que ha amenazado varias veces con querer separarse del Reino Unido o el caso de Córcega en Francia aunque con menor profundidad y visibilidad.
Adicional a ello, Hugo Fernando Guerrero, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle, destaca la fuerza que adquirió el independentismo catalán como consecuencia de los gobiernos del Partido Popular (PP) de José María Aznar y Mariano Rajoy, sumados a una Corte Constitucional española muy politizada, y que empezaron a chocar muy fuertemente con cierto tipo de iniciativas que se dieron en Cataluña.
La consecuencia clara, según el experto, fue la radicalización del nacionalismo y por tanto, el fortalecimiento del sentimiento independentista, lo cual llevó a que ese malestar haya generado en una intencionalidad clara de la idea de un Estado-Nación independiente catalán.
Perdió fuerza
A un año de la declaratoria independentista, Jaramillo considera que los reclamos se han venido enfriando, el Gobierno español ganó tiempo y para él, es muy difícil mantener una reivindicación en el largo plazo.
Y en ese orden de ideas, aclara que para que Cataluña se separe de España, hay que reformar la Constitución, lo cual no ve viable.
“Obviamente se llegó a a un bloqueo en el que España se ha impuesto, y con Pedro Sánchez ha surgido una oportunidad para el diálogo con Cataluña, pero la condición inamovible para los españoles es que la soberanía no se va a negociar”, insiste el experto, quien observa muy “embolatado” el asunto independentista.
Es más, Guerrero apunta que precisamente actualmente con la llegada al poder del Partido Socialista Obrero (PSO) con Pedro Sánchez, “se ha logrado matizar y de alguna neutralizar, no por la vía de la imposición, sino a través de un diálogo político, la posibilidad de que Cataluña siga avanzando en su intencionalidad independentista”.
Calvo, anota en ese sentido, que a pesar del proceso independentista y de que el Gobierno autonómico catalán solo gobierna para los separatistas, “el Gobierno central está inyectando miles de millones de euros cada año para financiar la autonomía, ya que Cataluña tiene una deuda altísima, tiene dificultades para pagar a proveedores y nadie en el exterior les financia porque su deuda roza el bono basura”.
Incluso, resalta que Cataluña es una de las regiones del mundo con más autogobierno, fruto de la descentralización de España. Tiene asumidas competencias como sanidad, educación, Policía, cultura...
Si bien el Gobierno catalán es de una vertiente independentista, el experto Jaramillo estima que no tiene los mecanismos legales para eso, y además, ningún país de Europa va a reconocer la independencia de Cataluña, “entonces creo que es muy difícil a pesar del golpe mediático dado el año pasado”.
La misma lectura hace Guerrero, quien señala que la comunidad internacional no va a apoyar o hacer el guiño a una alternativa secesionista “que implicaría que el día de mañana que cualquiera idea separatista dentro de cualquier Estado se viera coherente, abriendo la puerta a reconocer una posibilidad que traicionaría la noción de Estado-Nación”.