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Viernes 14 de junio de 2019 - 12:00 PM

Assange: one way ticket to USA

El fundador de WikiLeaks está en la mira de las autoridades norteamericanas, tras la masiva filtración de documentos secretos del Gobierno. El australiano ha tratado de eludir por todos los medios su extradición a Estados Unidos.

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Tomada de Internet / VANGUARDIA
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Fotomontaje  / VANGUARDIA
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Luego de que el Gobierno británico diera vía libre a la extradición de Julian Assange a Estados Unidos para que responda ante la justicia de ese país por una serie de cargos, entre ellos espionaje y conspiración, el activista australiano está más cerca que nunca de sentarse en el banquillo de los acusados por las filtraciones de WikiLeaks en 2010.

Hoy un tribunal británico decide su suerte y tiene la última palabra sobre si el fundador de WikiLeaks debe ser extraditado para ser juzgado, como lo solicitó el Departamento de Justicia norteamericano que lo acusó de “conspiración criminal” al poner en peligro al país.

Sajid Javid, ministro de Interior británico, fue el encargado de firmar ayer la orden de extradición a EE.UU., allanando así el camino para un escenario que Assange ha intentado evitar a toda costa, lo que lo ha llevado a librar una larga batalla legal.

Como se recordará, el pasado 11 de abril, la Policía británica sacó por la fuerza al fundador de WikiLeaks, de la Embajada de Ecuador, en el centro de Londres, luego de que Quito diera por terminado su asilo de siete años.

Assange se refugió allí en 2012 debido a que las autoridades suecas lo buscaban para interrogarlo por una investigación de agresión sexual, que finalmente fue archivada en 2017.

Ahora, es la justicia estadounidense la que lo reclama.

En la actualidad, Assange permanece en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, cerca de Londres, cumpliendo una condena de 50 semanas de cárcel por violar la libertad condicional.

Sentar un precedente

Lo que persigue el Gobierno estadounidense es una condena ejemplarizante, concuerdan analistas consultados.

Muy seguramente será condenado porque no es que haya fácilmente un recurso al que pueda apelar, y por ello, tendrá que responder por cargos de espionaje, asegura Alexander Emilio Madrigal, politólogo e investigador de la Universidad Nacional de Colombia.

Además de saber a ciencia cierta cómo se filtró la información secreta para hacer una revisión interna, insiste en que al Gobierno estadounidense le interesa sentar un precedente importante frente a futuros intentos de filtración de documentos confidenciales.

Una opinión similar tiene Mario Morales, analista político y profesor asociado de la Universidad Javeriana, quien explica que Estados Unidos trata de establecer un precedente en lo que respecta al manejo de la información.

Lo anterior, según él, se evidencia con el regreso a prisión en mayo pasado de la exanalista militar del Departamento de Defensa, Chelsea Manning, informante de Assange, y condenada en 2013 a 35 años de cárcel.

Manning fue acusada de desacato el mes pasado, después de que se negara a declarar ante un gran jurado por temores a que la interrogaran sobre Assange.

“Lo que busca Estados Unidos es establecer un proceso ejemplarizante en la idea de que los aspectos relacionados con seguridad nacional e intereses del país dentro y fuera de su territorio, son intocables según su propia perspectiva”, argumenta Morales.

En ese sentido, añade que el carácter ejemplarizante se da en la suma de delitos que se le imputan a Assange que son en total 18, “todos enfocados en la idea de que Assange sirva como cabeza de turco”, es decir, hacerlo culpable de algo que no lo es.

Lo que en otras palabras significa, dejar una “perspectiva atemorizante y de escarmiento para quienes osen meterse en los asuntos gubernamentales o estatales a través de los métodos que utilizó Assange” en su portal de WikiLeaks, dice Morales.

En sintonía con Trump

Madrigal tiene otra lectura sobre el particular. Considera que el proceso contra Assange en Estados Unidos “está en sintonía con el gobierno populista y un poco antimedios de comunicación que lleva el actual presidente Donald Trump”.

Por último, el politólogo afirma que habrá que esperar si este caso salpica a otros actores, tanto al interior de la Administración estadounidense como de otras organizaciones, lo que a la postre sería “finalmente una de las pocas cartas de negociación que le quedan a Assange”.

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