La semana anterior, en el observatorio del monte Washington en New Hampshire, el pico más alto en el nordeste estadounidense, la temperatura alcanzó -37 grados Celsius, que rompió el récord de -35 de 1933.
Es un tiempo gélido que forma parte del frío del Ártico que se asentó sobre grandes franjas de Norteamérica, que amenaza congelamiento de quien quede a la intemperie. Un perro, según The Atlantic, fue hallado tieso como hielo en un portón en Toledo, Ohio.
La temperatura tan baja indica que en algunas partes de Norteamérica hoy hace más frío que en Marte.
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No es más que comparar: en diciembre 20, el robot Curiosity que recorre una zona marciana cerca del ecuador, registró temperaturas de -23° Celsius.
El viernes 30, mientras en Marte el termómetro marcó -20° C, en Edmonton y otras ciudades canadienses, estuvo en -40 °C.
Una comparación que, de todas maneras, no es exacta: al ser la atmósfera de Marte 1.000 veces más delgada que la terrestre, significa que a una temperatura dada no se sentiría lo mismo acá que allá.