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Viernes 24 de julio de 2020 - 12:00 PM

Prédicas y cánticos para reconquistar la basílica Santa Sofia en Turquía

Numerosos críticos de la decisión del Gobierno de Erdogan subrayan su intención de convertir la antigua iglesia bizantina nuevamente en mezquita, no es tanto un gesto contra el mundo cristiano sino contra el sector laico de Turquía.

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La gente espera la primera oración del viernes durante la ceremonia de inauguración oficial de Hagia Sophia como mezquita en Estambul, Turquía. La basílica Santa Sofía es una herencia cristiana de la antigua Constantinopla, capital de Imperio Bizantino hasta su conquista por los otomanos en 1453. (Foto: EFE / VANGUARDIA)
La gente espera la primera oración del viernes durante la ceremonia de inauguración oficial de Hagia Sophia como mezquita en Estambul, Turquía. La basílica Santa Sofía es una herencia cristiana de la antigua Constantinopla, capital de Imperio Bizantino hasta su conquista por los otomanos en 1453. (Foto: EFE / VANGUARDIA)

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La gente espera la primera oración del viernes durante la ceremonia de inauguración oficial de Hagia Sophia como mezquita en Estambul, Turquía. La basílica Santa Sofía es una herencia cristiana de la antigua Constantinopla, capital de Imperio Bizantino hasta su conquista por los otomanos en 1453. (Foto: EFE / VANGUARDIA)

La segunda conquista de Constantinopla. Así consideran algunos le reapertura de Santa Sofia, la antigua basílica bizantina de Estambul, al rezo musulmán, anunciada por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, hace dos semanas.

Y son legión quienes han venido para participar en este momento histórico: la primera oración comunitaria en el edificio en 86 años.

Solo unas 500 personalidades han podido acompañar a Erdogan a rezar en el interior del templo, el resto se agolpa en las explanadas fuera, bajo un inclemente sol de julio.

“Este lugar nos pertenece por el derecho de conquista”, dice a Efe un señor barbudo que se identifica como Sebahattin.

Lleva en la explanada desde primera hora de la mañana, armado con una alfombrilla de rezo y rodeado de botellines de agua mineral, cortesía de la municipalidad.

Abundan turbantes, telas blancas y trozos de papel para resguardar la cabeza del sol, y ni siquiera falta quien ha traído una sombrilla de playa.

No son solo residentes de Estambul quienes esperan en la plaza: diversas organizaciones islámicas han organizado autobuses desde numerosas provincias de toda Turquía, explica Ahmet, un joven que ha llegado de Urfa, tras un viaje de 18 horas.

Durante horas siguen afluyendo fieles, agolpándose en los 11 puntos de entrada.

Medidas de seguridad hay muchas, precauciones respecto a la pandemia más bien pocas; si bien todo el mundo lleva la mascarilla colocada, nadie respeta distancias.

Durante toda la mañana, unos inmensos altavoces colgados fuera del recinto difunden atronadoras lecturas del Corán.

Cuando falta una hora para el rezo, Erdogan hace su entrada.

Pocos presencian el momento histórico, pero todos aplauden cuando el presidente aparece en una pantalla montada sobre un camión en la plaza para leer personalmente la primera sura del Corán.

Luego, el jefe de Estado cede su lugar a Ali Erbas, jefe de la Diyanet, el organismo público gestor de las mezquitas del país, desde este mes titular del edificio de Santa Sofia, si bien el Ministerio de Cultura retendrá la responsabilidad de cuidar la conservación del monumento.

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Siguiendo una tradición otomana, Erbas lleva una espada en la mano cuando pronuncia la prédica, que traza una línea directa desde la conquista otomana de Constantinopla en 1453, momento en el que la basílica ortodoxa fue convertida en mezquita, a la guerra de la independencia en 1923 y el fallido golpe de Estado de 2016, otra instancia de exaltación nacional.

Tras una llamada a la oración extendida al máximo siguen los rezos, nuevas prédicas, otros rezos... hasta la partida de las autoridades dos horas más tarde.

Queda una explanada sembrada de botellines de agua, banderas con la media luna y todavía muchos fieles que esperan al momento realmente emocionante: entrar al edificio y admirar la inmensa cúpula.

No podrán rezar porque ya habrá pasado la hora. Entre llamada y llamada a la oración, Santa Sofia vuelve a ser un monumento histórico abierto a todos.

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Publicado por Agencia Efe

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