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Domingo 24 de agosto de 2014 - 12:00 PM

Testigo cuenta cómo se vive en Israel por estos días

La israelí Lital Mor quien vive en Bucaramanga desde hace cuatro años viajó a TelAviv a visitar a su familia en noviembre de 2013 y no ha podido regresar Su familia padece los estragos de la guerra entre el ejército israelí y el grupo palestino Hamas Así narró el transcurrir de sus días en medio de bombardeos y los ruidos de los misiles

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Testigo cuenta cómo se vive en Israel por estos días (Foto: AFP/VANGUARDIA LIBERAL)
Testigo cuenta cómo se vive en Israel por estos días (Foto: AFP/VANGUARDIA LIBERAL)

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Testigo cuenta cómo se vive en Israel por estos días (Foto: AFP/VANGUARDIA LIBERAL)

Si bien es cierto que en la Franja de Gaza, territorio ubicado entre Israel y Egipto, es donde se presentan los hechos más lamentables desde hace dos meses por la guerra desatada entre el ejército de Israel y el grupo Hamas, Lital Mor, de 32 años, quien se encuentra en Tel-Aviv, a 55 kilómetros de distancia de esa zona, asegura que la ofensiva no deja de lastimar y perturbar inocentes.

Regresó a su tierra después de cuatro años de residencia en Bucaramanga, con la ilusión de conocer a su primer y único sobrino llamado Noam, así como a compartir unos meses con su mamá, a quien extrañaba. Pisó su ciudad natal en noviembre de 2013 y esperaba retornar al terminar agosto de este año a Santander, perono será posible.

Los enfrentamientos y las amenazas de las ‘Brigadas Azedim al Kasem’, brazo armado del movimiento islamista palestino Hamas, buscan acabar con el aeropuerto internacional Ben Gurion y así vengar los atentados contra su líder, Mohamad al Deif y su familia perpetrado por la aviación israelí. Pese a que el gobierno de Israel ha declarado la muerte de Al Deif, los rebeldes aseguran lo contrario y expresan no querer retomar los diálogos.

Sumando a esto, cuenta Lital, las sirenas de alerta roja se activan en cualquier momento y la población debe correr a esconderse en las ‘miklat’, refugios especiales diseñados para la protección de civiles, donde la espera puede tardar algunos minutos, pero también horas.

Sin embargo, pese a que las fuerzas de seguridad de su país trabajan en la interceptación de cohetes, muchos han logrado impactar. En un día de bombardeos, comenta Lital, así se esté en la ducha o durmiendo en las casas o incluso se vaya camino al trabajo o se esté en un centro comercial, el sonido de las alarmas no se puede obviar.

“Tenemos que buscar refugio en el miklat, que en cada calle existe uno. Si voy en carro tengo que detenerme, acostarme en el piso y agachar la cabeza. Son días de mucha zozobra, de tristeza y desesperanza. Esta guerra es incierta y es un alto costo el que pagan los ciudadanos”, comenta.

Vivir bajo tierra o en casas y edificios que se alzan en medio de Tel-Aviv, que alcanza los 30 grados de temperatura en esta época del año, parece no tener diferencia.

¿Cómo curar la depresión?

Lital asegura que una de las principales enfermedades que sufre la población, desde niños hasta ancianos, es la depresión.

Los efectos de la guerra trascienden las ciudades destruidas y las víctimas fatales, pues siempre se vive ante la incertidumbre y la duda: “¿moriré con la caída inesperada de un cohete?”, “¿lograré llegar hasta el ‘miklat’ si el Ejército no los interceptaa?”.

“Estar encerrada realmente es una sensación que poco se puede explicar. La tarea más dura, muchas veces, la tienen los padres. ¿Cómo le explicas a tu hijo qué es un ataque? Es en ese momento cuando se recurre a frases como “nos están atacando y debemos defendernos. Todo pasará pronto”. El encierro, así sea de 10 a 20 minutos mientras desaparece el cohete, cambia vidas”, expresa Lital.

Según la Unicef, cerca de 400.000 niños y niñas muestran síntomas de problemas psicológicos como estrés, depresión, pesadillas y el aferrarse a sus padres en el conflicto desatado entre Isarel y Palestina. La pérdida del habla, por ejemplo, es uno de los problemas que más enfrentan los terapeutas, según la organización. Nadie, según la protagonista de esta historia, desconoce este tipo de situaciones.

Esta mujer de 32 años añade que pese a las treguas, la vida de los civiles no se respeta. “Gracias a Dios nadie de mi familia ha estado herido o muerto, aunque para nosotros toda Israel es una sola familia. Nos duele cada ser o militar que ha sido víctima de esta guerra”, comenta.

La vida en Bucaramanga

Para Lital no fue fácil tomar la decisión de radicarse en Colombia. Llegó a Bucaramanga luego de conocer a su actual pareja, con quien trabaja en el negocio de la finca raíz. También se ha dedicado a estudiar español, porque llegó sin saber el idioma y porque era uno de sus sueños. Su pasión por la escritura le ha permitido acercarse al conflicto armado colombiano, el cual estudia en detalle. “Colombia también vive en un conflicto armado, aunque en otra forma. He querido también explicarle a la gente que conozco lo que ocurre en esta zona del mundo, pero no ha sido fácil”, añade Lital.

A diario habla con su pareja. Comenta que ésta le dice que es una situación dolorosa, que no es motivo de orgullo ver drones (aviones de combate sin tripulación) sobrevolando la ciudad en la que ella está, ya que las guerras siempre dejan muchas pérdidas para las dos partes. “Se preocupa siempre por saber dónde estoy. Nuestra comunicación es constante, pero los cambios de horario son complicados”, expresa.

Por su parte, la pareja de esta israelí, quien pidió reserva de su identidad, expresa que lo más duro de la situación es saber que Lital anhela regresar, pero le duele su familia y lo que les pueda ocurrir.

“Solo resta esperar a que las cosas se calmen. Temo por su vida, pero tampoco puedo decirle que regrese, que no piense en su familia, conociendo que tiene motivos para quedarse”, dice.

“Una de las cosas que la motivó a venir a Colombia fue recuperarse del conflicto que vive en su país. Crecer en un contexto como esos no es fácil. Se necesita de mucho apoyo sicológico y emocional, y ella lo ha encontrado aquí. Solo me resta esperarla”, concluye la pareja de Lital Mor.

¿POR QUÉ SE ATACAN DE NUEVO?

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Publicado por XIOMARA MONTAÑEZ MONSALVE

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